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España apuesta por la equidad en las aulas y deja de lado la excelencia

A pesar de las 8 leyes educativas aprobadas en la democracia se han producido pocos cambios en el sistema educativo español

«A mi hijo le regañaban en el colegio por no aprender y nosotros le reñíamos en casa. Fue una tortura»

Belén Rodrígo

Madrid

La LOMLOE es la última de las normativas vigentes en el ámbito educativo español, aprobada el 29 de diciembre de 2020 y que afecta a todos los niveles de enseñanza no universitaria, así como al acceso y admisión a la universidad. Sus medidas se han ido aplicando de forma progresiva terminando su implementación en el curso 2023/2024. En democracia, España ha aprobado ocho leyes educativas y ha quedado en evidencia la incapacidad de los partidos en llegar a un Pacto por la Educación que dé estabilidad al marco normativo.

Sin embargo, «en contra de lo que cree la mayoría de las personas, el sistema educativo español ha experimentado pocos cambios en las últimas décadas», comienza por destacar Montserrat Gomendio, profesora investigadora del CSIC. Afirma que desde la transición a la democracia, la primera ley que modifica de forma radical las reglas que rigen nuestro modelo educativo es la LOGSE, «que se aprueba en 1990 por un gobierno socialista y, a partir de ese momento (con una sola excepción), el resto de las leyes que se implementan son pequeñas variaciones que no modifican las cuestiones clave».

La idea que guio el diseño del nuevo modelo fue el de tener como meta conseguir la equidad; es decir, «que los alumnos tengan resultados similares y minimizar el impacto de factores como el entorno socioeconómico», puntualiza la también responsable de políticas de educación y asesora de reconocido prestigio internacional. «Se entendió equivocadamente que ello suponía no apostar por la excelencia», matiza.

Gomendio se lamenta de que los resultados pongan de manifiesto que la única meta que se ha conseguido ha sido precisamente la de impedir que tengamos una proporción de alumnos excelentes similar a la de otros países. «Se trata de un sistema que impone una uniformidad total durante toda la etapa obligatoria, sin asignaturas optativas en la ESO, sin separar a los alumnos en grupos si su nivel de rendimiento es muy dispar, y sin evaluaciones que permitan identificar a los estudiantes rezagados para darles el apoyo que necesitan para superar sus deficiencias y a los que tienen la capacidad de alcanzar la excelencia con el fin de darles las herramientas para que lo consigan», explica la investigadora.

Entiende que el sistema elegido ha conseguido resultados uniformes entre los alumnos a costa de bajar los estándares para todos y en su opinión, no se puede considerar un logro. «Si lo analizamos desde el punto de vista de la equidad, se trata de un modelo fallido porque conduce a resultados mediocres para todos: deja a todos atrás», resalta. Y cree que al tratarse de un modelo que también considera a la formación profesional discriminatoria, «esta no se desarrolló, lo que llevó a una proporción elevada de alumnos a abandonar los estudios», añade. España es uno de los países de la UE con una tasa más alta de abandono educativo temprano (sólo por detrás de Rumanía). Por tanto, «afirmar que el sistema español es equitativo es un engaño, que nos impide reconocer los errores y corregirlos», puntualiza.

La excepción referida anteriormente por la profesora investigadora del CSIC es la implementación de la LOMCE, que se aprobó en 2013, la cual supuso una mejora de los resultados en todas las comparativas internacionales y una bajada histórica de la tasa de abandono educativo temprano. «Basándonos en la evidencia internacional adoptamos un enfoque muy diferente: entendimos que era necesario diversificar y flexibilizar el modelo (con un énfasis particular en modernizar la formación profesional), definir claramente las metas al final de cada etapa mediante evaluaciones nacionales, y adoptar estándares más exigentes poniendo a disposición de los estudiantes herramientas para poder desarrollar todo su potencial. No obstante, «a pesar de las mejoras observadas en todas las variables, el siguiente gobierno socialista volvió al modelo anterior. Por tanto, las soluciones a nuestros problemas se han identificado, pero no se han implementado durante suficiente tiempo», se lamenta.

Enric Prats, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona (UB), habla de la fragilidad que caracteriza al sistema educativo español «por una inversión económica deficiente que se arrastra desde hace décadas, y la falta de actualización didáctica y científica del profesorado, consecuencia de lo anterior y de la falta de un modelo de carrera profesional». Sin embargo, apunta también fortalezas, «como la capacidad de regeneración de ese profesorado, a pesar de las condiciones, que ha sabido mantener los niveles educativos, aunque con altibajos», matiza. En las últimas décadas, señala dos elementos fundamentales que se deben resaltar. Por un lado, la extensión casi universal de la obligatoriedad, «con lo que grandes cohortes de edad están escolarizadas al menos durante 10 años (de los 6 a los 16) e incluso más años (de los 2-3 a los 18)». Y por otro lado, resalta la acogida en las aulas de todo tipo de diversidades, «tanto relativas a identidades varias como a discapacidades debidas a trastornos de aprendizaje. El reto se ha ido consiguiendo a pesar de esas condiciones deficitarias».

Y todavía quedan tareas pendientes por realizar, como la de aumentar la capacidad inclusiva del sistema y la elevación de los niveles de rendimiento a más capas de población escolar. «Otro reto clave es incrementar, si no recuperar, el prestigio social de la profesión docente, de manera que estudiantes de Secundaria con talento vean en la docencia un oficio digno y con futuro», indica Prats.

Ismael Sanz, coordinador del libro «Economía de la educación», editado por la Fundación Ramón Areces, resalta los dos grandes retos del sistema: el de reducir la tasa de abandono escolar y el de mejorar los resultados del informe PISA. Cree importante destacar algunos de los logros que se han conseguido con nuestro sistema y destaca que en todas las pruebas internacionales los españoles son los que «van más contentos al colegio, desde el punto de vista académico y personal. Los estudiantes en general son los que tienen más confianza con los docentes», explica el también investigador de FUNCAS. Refiere igualmente la menor diferencia educativa que existe en España según las diversidades económicas y el hecho de que haya menos alumnos rezagados que en otros países, aunque lo negativo es que ello supone «tener muchos menos alumnos excelentes».

Positivo es también el resultado relativo a la creatividad, aunque ve difícil que se pueda contabilizar el conocimiento con otras competencias. «Los conocimientos son claves, y también lo que se puede hacer con lo que sabes pero, para ello, la base debe ser muy buena», subraya. Y considera que aspectos como la creatividad se trabajan a partir de competencias anteriores.

Por su parte Miguel Ángel Sancho Gargallo, presidente de la Fundación Europea Sociedad y Educación, se alegra de los números conseguidos en España relativos a la escolarización infantil, con una tasa superior al 96% en la etapa de 3 a 6 años. Si a ello se suma también el aumento de alumnos en estudios superiores todo indica que «en general, el nivel educativo de la sociedad ha ido evolucionando». Y resalta igualmente como fortaleza la mejora de la FP, con un aumento en le número de matriculaciones, así como de personas que pasan al grado superior de este tipo de formación.

Al analizar los datos del abandono escolar, Miguel Ángel Sancho observa una gran diferencia entre las regiones españolas, con un 5% en el País Vasco frente al 20% en Baleares. Y recuerda que a pesar de los buenos números de la FP, en la media nacional, al cabo de 4 años, solo titulan el 50% de los matriculados. Con los cambios legislativos ha notado una mayor aceptación en la sociedad de la FP pero a su vez no cree que se estén aplicando cambios anunciados como es el caso de la evaluación del sistema educativo, «no ha habido voluntad práctica en aplicarlo».

Tampoco ve progresos en la financiación de la educación concertada, después de varios intentos para analizar su situación para conocer el valor real. A su vez, desde la Fundación Europea Sociedad y Educación recuerdan que el entorno de los centros, de la familia, el cultural, etc.. condiciona la enseñanza. De ahí la importancia de integrar todo ello en la formación de los futuros docentes y en su puesta en práctica en la inserción en la escuela.

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