La confesión del creador de contenido Hugo Huerta: «Casi pierdo mi salud mental por culpa de las redes sociales»
Huerta (Trotamundos), es el community manager de la FAD
El consejo de la jefa de psiquiatría del Niño Jesús: «Nunca dejes de hablarte con tu hijo adolescente»
Pese a todo, Hugo Huerta defiende que «las redes sociales no son tan malas»
«Bloqueé a mi mejor amiga en las stories de Instagram», confiesa community manager de Fad y creador de contenido en YouTube con Trotamundos, Hugo Huerta, tras reconocer que «casi pierdo la salud mental por culpa de las redes sociales». Huerta ha compartido su historia durante la publicación de los resultados de un nuevo informe sobre bienestar digital presentado por Google, en el que se arrojan nuevas conclusiones sobre seguridad online y hábitos digitales de las familias españolas durante el último año.
«No es que nos peleásemos, ni nada de eso. Es porque el contenido que subía a sus stories hacía que me comparara y sacara la conclusión de que mi vida era un fracaso». Ella publicaba su vida de Au-pair a 50 kilómetros de la ciudad de Nueva York, mientras él no perdía el tiempo: hacía master en fotoperiodismo y prácticas en un foso de conciertos, entre otras cosas.
«Tuve que hacer balance y pararme a pensar: 'soy su amigo, pero el contenido que sube me está dañando y… ¡puedo silenciarla! -reflexioné-. Al tiempo me di cuenta de que no la había 'desilenciado'», admite entre risas. La cuestión es que, meses después, prosigue, «mientras yo pensaba que ella estaba viviendo maravillosas aventuras, la realidad era que ella estaba teniendo muchísimos problemas en su trabajo de Au-pair. Ella sólo subía la parte buena».
Es curioso, continúa este creador de contenido: «Todos subimos lo bueno, nadie se sube llorando. Lo que me lleva a pensar que si a nosotros los adultos nos cuesta hacer balance, cómo no les va a costar a los adolescentes…». Estas generaciones nuevas, afirma Huerta, «lo quieren todo. Antes no teníamos celos de la Primera Comunicación en Disneyland porque no lo veíamos. Con las redes sociales nos pasa eso, pero multiplicado por 1000 y encima con un bombardeo constante».
Pero, recalca Huerta, se han escrito ríos de tinta sobre las cosas malas de las redes sociales pero no son tan malas, y lo digo yo que entré en el Twitter primigenio cuando todavía el pájaro tenía flequillo y luego he seguido». Pocas veces, prosigue, «ponemos las cosas buenas en la palestra pero vamos a pensar en un chico al que le gusta leer, entra en Blogger y descubre chicos que hablan de lecturas, suben vídeos sobre libros, crea un círculo de confianza y deja de sentirse el chico raro del recreo».
Es posible, asegura, «creer que los vínculos digitales no tienen tanta fuerza, pero tienen como las que creamos en persona. Pero estos chicos de Blogger pasaron a quedar en el Retiro. Primero fueron 30 jóvenes, luego 1000 y en la última quedada en el marco de la Feria del Libro de 2017 fueron cerca de 600. Es una de las cosas que nos dan las redes sociales -concluye-, que nos dan la posibilidad de que nadie se sienta el perro verde del recreo».
Por edad y cercanía con la adolescencia, el consejo a los padres de Hugo Huerta, que se autodefine como «un adulto en pañales» es que hay dos momentos importantes: «el previo y el durante». Lo primero es, apunta, «crear espacios de conversación. En mi casa siempre hubo momentos para hablar de lo que me gustaba, o de lo que me daba miedo. Mis padres fueron, de hecho, los primeros que supieron que me acosaban en el instituto».
Sus progenitores le preguntaban «¿qué es eso? ¿Con quién conversas?». Es verdad, reconoce, «que me irritaba pero es importante que mostremos ese interés por sus gustos y que nos compartan todo». Desde FAD Juventud, continúa, «hablamos muchísimo sobre el tema del fomento del pensamiento crítico. ¿Cómo lo hicieron mis padres? Consiguieron que en casa nunca hubiera miedo a realizar una pregunta tonta, ni a levantar la mano con una duda».
Por eso, insiste Huerta, «es importante que mostremos ese interés por sus gustos y logremos crear esa confianza para que nos cuenten todo. Porque queremos que cuando los jóvenes lleguen a las redes sociales, podamos charlar sobre qué temen, qué están viendo, que ellos pregunten… No hay pregunta tonta como digo y no tener miedo a levantar la mano es importantísimo».
Después del pensar, añade, «está el reflexionar. El cómo pueden poner esa balanza de lo que está viendo en redes sociales y que no están viviendo, eso de ver el mundo girar mientras están en su cuarto. Deben saber que hay cosas en la vida que quieres. Algunas las consigues y otras no, pero ahí tenemos que estar para acompañarlos en sus sentimientos, que pueden ser de rabia, para ayudarles». Luego, sugiere, «debemos enseñarles a hacer balanza. Quizás no lo van a conseguir esta vez, pero a lo mejor sí la siguiente».
Sobre los errores, Huerta admite que a él le dieron «total y absoluta libertad sin vigilar qué hacía«. Por sus gustos, rememora, «fui a parar en grupos de libros pero es muy importante que ahora, que entran cada vez antes y que las redes están cada vez más viciadas, les acompañemos. Tenemos que comprender qué son las redes sociales y cómo funcionan. Todas tienen cortafuegos, control parental y otros elementos que se puedan activar, como el silenciador de palabras, el botón de bloquear, dejar de seguir…etc.».
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Deben conocer, concluye, «que no importa, concluye si es su mejor amigo. Si ven un contenido que les daña, les hiere.. No hay que temerle al botón de bloqueo. Nadie va a dejar de quererte. Las redes sociales no son ni buenas ni malas, son un reflejo de la sociedad y aquí nadie es perfecto».
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