Roberto Torretta: «En Madrid hubo un momento en que la inspiración nos llegó a todos. La Movida»
COLONOS
Es hijo de la evolución, para bien, de la ciudad hacia la gran ciudad. Con sus aciertos y también sus errores

Roberto Torretta podría tener alamares de genio, ser una pose, andar histérico ante uno de los compromisos cumbre de la moda en Europa. Pero no, es natural y ofrece café y lo que sea menester mientras ojea rápidamente un corte, una textura y un ... tejido. Por eso cede el despacho para la entrevista en su taller, por las confusas cuestas que hay a un lado de la Castellana. Las modelos van y vienen, que nos cita a menos de una semana de su desfile en la Madrid Fashion Week; con todo, no pierde la calma, ni una sonrisa generosa que da pie a preguntarle hasta por el paso de los Andes del General San Martín.
En su despacho hay un mapa de Buenos Aires, con su Río, sus barrios viejos y una rosa de los vientos que se deja ver. Nació Torretta en Buenos Aires y vino a esta capital del dolor cuando los porteños decaían de esa París de Suramérica y los madrileños se sacudían ese gris que pronto mutaría a una cosa muy distinta: la Movida, de la que formó parte en esas casualidades de las biografías de nuestros colonos.
Torretta, casado con española, es ya más madrileño que el Pichi; acaso porque la Movida, vivida como un creador que se convirtió en empresario, curte. Su apellido tiene resonancias italianas, y en su infancia y adolescencia fue el Piamonte, y no Madrid, la referencia de la sangre. Más de cuarenta años en Madrid le han perdido el acento. Ya, a la distancia, Madrid es una ciudad que se ve «aspiracional» en Buenos Aires. Una meca de los hispanohablantes a todas las escalas que permite un idioma y una historia común. Ha visto crecer Madrid, con lo bueno y lo malo de las grandes ciudades. Eso sí, España, y por extensión Madrid, precisa de un salto en el mundo de la moda. No lo esconde, no es Torretta un conformista, aunque suaves sean sus maneras.
— Dígame que aquel Madrid, como en la canción de El canto del loco, no era una foto en blanco y negro...
Sí, Madrid yo lo recuerdo en blanco y negro. Buenos Aires era una ciudad muy potente, había mucha cultura, mucho movimiento. Madrid estaba más tranquila.
— Tranquila, pero hablamos del final de los setenta. Y atrás he visto un libro sobre la Movida en la estantería de su despacho.
—Sí, tuve la enorme suerte de a partir del 76 o 77 de empezar a vivir en esta ciudad. Y participar de la Movida.
— Ahí quería llegar yo. A la Movida.
Piensa que mi mujer tenía una tienda en la calle Almirante, que era un poco el epicentro de la Movida. Ahí pasaban muchísimas cosas. Y participamos, sin darnos cuenta, o sin ser plenamente conscientes, de toda la gente que después, en definitiva, fue muy activa en todo esto. Fotógrafos, artistas, diseñadores, nosotros mismos....
— ¿Hay que mirar con nostalgia a la Movida?
No. Yo soy partidario de recordar los recuerdos (sic). De no dejarlos pasar. Pero la melancolía me parece un tema malo, porque produce un sentimiento que no me gusta. Prefiero mirar para adelante más que para detrás, lo que no quiere decir que no tenga una memoria maravillosa de estos cuarenta y pico años que llevo en Madrid.
— El diseño es inspiración. No hay duda. ¿Es Madrid inspiradora?
A finales de los setenta y principios de los ochenta, aquí se respiraba la creatividad. Una creatividad que había estado parada muchísimos años. Y es que España es un país muy creativo. Por cultura, por nuestra forma de ser. Y ahí se expandió todo: cine, música, moda. Llegó un momento en que todos estábamos un poco 'inspirados' (ríe). Era un bucle.
— El bucle melancólico. Pero, ¿sigue la inspiración?
Ocurre que después, por lo menos en nuestro caso, nos fuimos convirtiendo más en empresa. Cierto es que no había un plan de negocio, era todo intuitivo. Íbamos creciendo de una forma desordenada, después todo eso hay que ordenarlo, claro. Cuando eres empresario, aun pequeño empresario, tienes que seguir un orden, rigen otras cosas. Las cosas van cambiando. Porque además ha cambiado el mundo entero.
«Ahora es una capital muy potente, con todo lo bueno y lo malo que conlleva»
— Hablando de excesos, y entiéndame bien. ¿Es Madrid tan paraíso de la libertad? Hay quien la tiene como un edén creativo.
No sé, la verdad. Entiendo que Madrid está muy efervescente. Pasan muchísimas cosas. De ahí que sea la capital del mundo con más musicales. Y hay de todo. Y ha crecido mucho. Cuando yo llegué era mucho más controlable. Ahora es una capital muy potente, con todo lo bueno y lo malo que conlleva.
— O sea que ya en Buenos Aires se nos mira. ¿Cómo?
Muy aspiracional. Aquí pasa de todo, se come bien, se vive bien, se sale mucho.
— De algún modo, Madrid ha cogido el testigo de Buenos Aires.
Las evoluciones han sido justo lo contrario. Cuando yo llegué Madrid estaba muy plana muy quieta, y Buenos Aires en pleno apogeo. Y justo en ese momento empezó la decadencia de Buenos Aires y el crecimiento de Madrid.
— Y un sitio, un lugar, un rincón.
Donde vivo. La plaza de la Villa de París. Parece mentira que a doscientos metros de Colón, que es uno de los epicentros de la gran ciudad, se mantenga ese sabor a barrio.
— La incomodidad, la dureza de Madrid. ¿Existe?
No es una ciudad dura, lo que no quita que, como toda gran urbe, sea incómoda en algunos aspectos.
— ¿Madrid está en el podio de la moda?
Yo creo que falta mucho.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete