La 'Policía del Arte' cerca la venta en Wallapop y eBay de obras expoliadas
La Brigada de Patrimonio Histórico es referente internacional en la busca de piezas culturales desde hace medio siglo
Los agentes avanzan en la recuperación de los cuadros robados de Bacon, restos arqueológicos o antiguas piezas sacras
La Policía Nacional alerta de la estafa que se está llevando a cabo en los parquímetros: «Si te encuentras con esto...»
El periplo de los cuadros de Francis Bacon robados a su pareja: de Londres al Rastro

La Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional lleva cerca de medio siglo como referente internacional en la búsqueda de grandes obras de arte sustraídas. Conocidas son sus investigaciones, por ejemplo, sobre los cinco cuadros robados a la pareja de Francis Bacon en ... su domicilio de la plaza de la Encarnación de Madrid y que hace muy poco firmó un nuevo capítulo con la recuperación del cuarto retrato del artista irlandés; la sustracción del Códice Calixtino en la catedral de Santiago; o el hallazgo de un folio de un cantoral del siglo XVI del Monasterio de El Escorial, 35 años después de ser 'distraído' por un antiguo alumno del Real Colegio Universitario María Cristina.
Son operaciones que no cesan, tampoco las menos mediáticas. «Sin embargo, lo que más nos preocupa no es tanto el robo de obras de arte, porque suelen contar con mucha seguridad, sino la arqueología», explica a ABC la inspectora jefe al cargo de los tres grupos de la brigada y que dirige a un equipo de 14 personas; tienen el apoyo de los delegados provinciales de Patrimonio Histórico que hay en todas las jefaturas superiores de Policía del país y en las comisarías provinciales: «Son nuestros ojos y oídos en todo el territorio».
«Lo que está debajo de la tierra no lo conocemos, y ahí sí que hay un gran mercado negro. Todo lo que se expolia acaba por venderse. Si son piezas pequeñas, como monedas, fíbulas o hebillas, hay quienes comercian con ello en portales de segunda mano como Wallapop, Milanuncios o eBay», explica, y recuerda que «nuestra ley de patrimonio histórico dice que toda la arqueología es un bien demanial, por lo que no puede ser un bien particular». Es decir, que el ciudadano que encuentre alguna de estas piezas «debe avisar a las autoridades en las primeras horas y no se lo puede quedar».
«Lo que ocurre es que es un negocio relativamente fácil; hay gente que va con detectores y escarba en el terreno. Existe un mercado negro enorme, a nivel mundial», insiste esta experimentada investigadora, que goza de un tono didáctico extraordinario.
Por ello, es fundamental en su trabajo relacionarse «con todo el mundo que tiene vínculos con los bienes culturales». Esto es, desde el ministerio del ramo, con el que la comunicación es constante, como también con compradores y vendedores, marchantes, galerías y, cómo no, con quienes delinquen. Una buena red de 'confites' es primordial en cualquier aspecto de la policía judicial, pero en mundos endogámicos y herméticos como este, y a la vez tan global, es de capital importancia. «Al fin y al cabo, detectamos los expolios cuando el material ya ha salido del yacimiento, cuando lo vemos en el mercado, a través de internet o en una subasta», confiesa la inspectora jefa.



Esta brigada es una de las más apasionantes de la Comisaría General de Policía Judicial. Adscrita a la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), tiene sus antecedentes en 1977, cuando se creó un primer grupo de obras de arte, a raíz de que, con el aperturismo al turismo en la España franquista de 1950 y 1960, resultase muy fácil llevarse del país prácticamente cualquier cosa de las iglesias, que siempre permanecían abiertas. Cayeron así los primeros galeristas, anticuarios españoles, muchos extranjeros… Esas operaciones iniciales tenían de escenarios regiones como el Levante, Andalucía, las dos Castillas y Extremadura. Ya en 1985, hace ahora cuarenta años, con la Ley de Patrimonio Histórico, se ordenó la creación de la brigada, que echó a andar en 1986. Supuso entre otras cosas un incremento de medios humanos y materiales. Prueba de su labor es la concesión, en 2008, por parte del Ministerio de Cultura, de la Medalla de Oro de las Bellas Artes.
En el recorrido por estas más de cuatro décadas, estos inspectores del arte han transitado por todo tipo de situaciones y anécdotas. La operación Parrilla, por ejemplo, destapó al dueño de un restaurante de carnes a la brasa de Granada que tenía incrustadas en las paredes de su local dos piezas del siglo II antes de Cristo. «Las había encontrado en una remoción de arenas de una casa y se las llevó», colocándolas como adorno y sin saber, probablemente, que se trataba de un tesoro de la época íbera.

El flujo de información en estos despachos del complejo policial de Canillas no cesa. Para canalizarla es fundamental, como ocurre por ejemplo con la Sección de Localización de Fugitivos, la colaboración internacional. Un ejemplo es la Red Cultnet, a nivel europeo de policías, que se reúne una vez al semestre en el país que preside por turno la UE. También colaboran con Empact y, dentro de ellos, está Artemis, la herramienta que controla las ferias de arte y antigüedades, como la celebrada en noviembre en Ifema, a la que acudieron agentes europeos que inspeccionaron con nuestros funcionarios los objetos expuestos. De ahí han salido investigaciones que, por ahora, permanecen secretas. Otro proyecto se llama Rithms, que es una herramienta basada en inteligencia artificial capaz de detectar fuentes abiertas de información que luego pueden ser explotadas para localizar a organizaciones criminales que se dedican al tráfico ilícito de obras culturales.
Hace unos días, Italia devolvió a España un Sorolla y un Hermenegildo Anglada Cámara que fueron sustraídos en la primavera de 2021 durante una exposición en el hotel Miguel Ángel de Madrid. El caso vivo más mediático es, sin duda, el de los cuadros de Bacon, valorados los cinco en 5 millones de euros. «Hace poco rescatamos el cuarto, 'Retrato de José Capelo', así que solo nos falta uno por recuperar, 'Autorretrato de Francis Bacon'. Es una obra de arte excepcional pero no tiene venta fácil, porque dónde y a quién se lo muestras. En total, en estos diez años de investigación hemos detenido a 16 personas relacionadas con este caso, entre ellos a los autores intelectuales y materiales». Es una prueba de que nunca dejan de buscar una pieza si saben que está desaparecida.
En un mundo sin apenas fronteras, hay que renovarse. Los agentes de la brigada tiene formación en Bellas Artes o Historia del Arte, imparten formación a los delegados provinciales y tienen lazos con universidades como la Complutense, Rey Juan Carlos; la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE); la oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito (UNODC) y la Organización Mundial de Aduanas, puesto que el 95% del tráfico de mercancías es en contenedores.

Por ejemplo: para que una obra de arte catalogada como patrimonio histórico salga de España, debe contar con un permiso de exportación del Ministerio de Cultura, que también provee a la Policía de peritos e información de las obras. Cuando estos agentes intervienen material, lo ceden al organismo estatal para que lo custodie, pues en Canillas no hay condiciones para ello. Un trabajo de esta índole necesita la ayuda de la Policía Científica, los drones o del Grupo Operativo de Inspecciones Técnicas (GOIT).
El sacerdote ucraniano
La operación Cuzco, de finales de 2023, permitió intervenir en Madrid 11 piezas de oro, joyas, que pertenecían al patrimonio histórico de Ucrania. Actualmente, se están analizando estas piezas greco-escitas de los siglos VIII-IV a. C. en el Museo Arqueológico Nacional y en el Instituto del Patrimonio Cultural de España. Hay cinco detenidos (tres españoles y dos ucranianos, aunque el caso sigue abierto). Fueron sustraídas en el país europeo en guerra e iban a ser vendidas aquí al mejor postor. El líder de la trama, un sacerdote ucraniano afincado en Madrid, las había incorporado como capital de diversas sociedades mercantiles creadas 'ad hoc': «Para blanquearlas, las acompañaban documentos de la Iglesia Ortodoxa ucraniana, en español, inglés y ucraniano».
Muy curiosa fue la operación Chagall: un marchante legal portaba una litografía del maestro bielorruso un día de enero de 2023 cuando subió a un tren en la estación de Cercanías de Aravaca hacia Chamartín, y lo perdió. «Hicimos las gestiones con Renfe. Vimos las cámaras y se apreciaba cómo el hombre olvidaba la litografía en un banco; una mujer mujer que iba a trabajar y que se apeaba del convoy la vio y se la llevó». Gracias al rastro dejado por el abono de transporte de ella, dieron con su paradero. «Compareció en la brigada como investigada por apropiación indebida. Es vecina de Madrid y se le intervino la obra. La tenía embalada igual que como la encontró», relata la inspectora jefa.
A finales de los años 80, antiguos alumnos del Real Colegio Universitario María Cristina, que estaba en el Monasterio de El Escorial, robaron varias hojas de un cantoral del siglo XVI. Numerosas gestiones llevaron hasta Murcia, donde residía uno de los ladrones. Lo citaron y sí, lo tenía él. Corría julio de 2023: «Correspondía a un cantoral que estaba en un cajón concreto en el tránsito del coro del lado del monasterio. Contiene canto llano gregoriano, de los Salmos de Sexta y Nona de los domingos». Estaba en buenas condiciones. El delito, eso sí, había prescrito, pero devolvió la obra. Forma parte del libro de 221 corales que ordenó elaborar Felipe II a distinguidos escritores de libros, miniaturistas y encuadernadores de la época, paralelamente a la construcción del monasterio.
El falso Leonardo
El año pasado, un madrileño iba a Milán con un Leonardo da Vinci. O eso decía él. Llevaba el permiso de exportación, caducado, donde tasaba la obra, 'Retrato de Giacomo Tributo', en 1,3 millones. Una ganga. El aviso lo dieron las autoridades francesas. Por lo pronto, había cometido un delito de contrabando al no salir con el permiso para objetos de más de 50.000 euros. El cuadro fue intervenido en el puesto fronterizo de Modane, entre Francia e Italia, y al sujeto lo apresaron en Madrid. El Museo del Prado constató que era falso, probablemente elaborado a principios del siglo XX; una imitación que seguía los modelos de retratos milaneses de finales del siglo XV y principios del XVI.
Unos cistóforos del Imperio Romano han sido recuperados hace meses en Tarragona tras su robo en una galería de Madrid. El marchante había enviado estas dos monedas de plata a alguien de la ciudad catalana que las había adquirido, pero nunca llegaron a él. La casualidad quiso que quien las retenía las intentara vender de nuevo a la galería. «Le dijimos al encargado que concertara una cita y organizamos un dispositivo para identificar al delincuente, que resultó ser una señora», explican en la brigada policial. Cuando la identificaron, apenas acertó a decir: «Estaba haciendo un favor a una amiga, no sabía nada de qué tipo de monedas eran…». La amiga trabajaba en la empresa de paquetería que hizo el traslado a Tarragona y las hurtó. «Ese es un gran problema: gente que no sabe que comete algo ilegal. Pero un delito es un delito». Palabra de policía.
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