Leo Harlem: «En cuestión de humor, Madrid es un caladero de especies protegidas»
COLONOS
Cuando el leonés 'criado' en los garitos de Valladolid piensa en nuestra ciudad, piensa en la ciudad de José Luis Garci
Leo Harlem hace tiempo, mucho tiempo, que perdió su 'acentín' de los montes de León y ahora habla «fuerte» al contertulio o al sonidista. Hay quien lo dice aragonés y ya ni le enfada el yerro dialectal. La cuestión es que habla fuerte, y deprisa, ... mientras los coches pasan más pausados por la cristalera del Círculo de Bellas Artes. Es la suya una infancia pucelana, una adolescencia pucelana, que Pucela fue Corte y cuenta con círculo de tugurios de más o menos caché donde un cómico puede sacar para comer casi caliente. Es Harlem ese humor que siempre estaba ahí, que no hiere, pero que llama a las cosas del campo, que diría el poeta Muñoz Rojas, por su nombre.
Un leonés criado en Valladolid y en el cachondeo tiene mérito. Por eso en Madrid, que es a España lo que la ciudad del Pisuerga a Castilla y León, Harlem se sabe en el cogollo patrio. Le paran a hacer fotos. La vida del cómico sí, pero esa vida que le deja días laborables para probar los muchos manteles madrileños. Valladolid está a una hora, pero ya cuatro actuaciones eran muchas y la cuestión fue establecerse en un Madrid donde imita acentos regionales y hasta pigmeos, si es que los pigmeos tienen acento propio.
A grabadora apagada charla de cine clásico y aparecen, cómo no, Billy Wilder, Charles Laughton o ese Madrid de José Luis Garci que quizá ya no exista del todo pero que a él tanto le evoca. Harlem es, como diría un castizo, un tipo que «ha caído de pie».
— Madrid, Madrid, qué bien tu nombre suena.
Una gran ciudad. Una de las mejores del mundo.
— Se le ve bien.
Por la gente. Porque te trasladas bien. Porque tienes espectáculos, buenos mercados, buenas comunicaciones. Estoy muy contento.
— De Valladolid a aquí hay un «vuelo gallináceo», que diría Josep Pla.
Es que en Madrid empecé a tener muchos bolos. Antes venía un par de veces, pero, pasando el tiempo, tenía que estarme en la capital cuatro veces en semana. Antes venía en el Talgo o el Alsa, y luego en el AVE. Al final, oye, me alquilé un piso cerca de Las Ventas.
— ¿Qué le aporta esta ciudad?
Es una gran plaza de trabajo. Aquí están los espectáculos, el humor, las productoras de cine y televisión. Un 70 o 75% de mi trabajo es madrileño.
—Iba yo más allá, ¿le tratamos bien?
Mucho, además, no hace falta saber ningún idioma. Es muy cómoda y sencilla. Hablas en castellano con todo el mundo.
— Es un punto eso del castellano. Oiga, en esta sección a veces preguntamos por el supuesto binomio Madrid y libertad...
Es un concepto político que se ha creado. Pero sí, Madrid va a su aire. No obstante, ni España es Madrid ni Madrid es España. Al igual que París no es Francia ni Nueva York Estados Unidos. Pasa en muchos sitios.
— ¿Madrid le defraudó las expectativas, si las hubiera, de mozo?
Ahora trabajo mucho, y también disfruto mucho. Vivo al revés. Trabajo durante el fin de semana y tengo días libres de mucha calidad: voy a una exposición cuando no hay nadie, me dan mesas en los restaurantes. Aunque Madrid, no te creas, también tiene un reverso duro.
— Hábleme de esa dureza.
Para mí, es que no es duro porque no tengo coche. Duro sería si tuviera coche para desplazarme. Quien se mueve en coche tiene mucho trabajo, a la gente la condiciona y por eso la peña se pone tensa.
— El eterno ceño fruncido del capitalino al volante. Aunque Madrid es disfrutona...
Acabas el teatro a las doce y la Gran Vía está hirviendo de gente, que va a espectáculos, que se mueve. Hay otras ciudades y a esa hora ya han tirado una bomba de humo y no hay nadie.
— ¿Madrid es el «vertedero de todas las Españas» que dijo aquí Álvaro Pombo?
Puede ser que en Madrid se encuentren muchas cosas dañadas, un poquito de segunda mano, pero bien. La gente se integra y lo consigue.
— Un fotograma de Madrid.
Tengo debilidad por 'El Crack', de Garci. La veo como cinco o seis veces. Me gusta mucho ese Madrid de los ochenta, oscurón. Cada año que la veo es mejor. Me gusta mucho también su banda sonora. Es espectacular.
— 'Ergo' Garci es Madrid puro.
Es que está todo. Su humo, las noches tranquilas, los cócteles...
— Por estas páginas han pasado cocteleros. Prepare uno. Un cóctel.
Me quedaría con algo festivo. Caña de cerveza, el champán o quizá los cubatas. El 'long drink' fuera de España no se toma como aquí. Aquí se toman las cosas como son.
— Ruede algo en la capital.
No sabría decirte, hay que pensarlo bien. Podría ser la historia de un día que empezara por la mañana y acabara con el anochecer y la historia transcurriría en ese lapso. Un 'Jo qué noche' pero en Madrid.
— ¿A Madrid hay que tomársela con chufla?
Hay que tomárselo todo con coña. El humor se toma de la gente, de la calle y de su bullicio: si hay mucha gente -como pasa en esta ciudad-, hay mucho humor. Si un pigmeo sólo está al lado de un pigmeo, poca chanza puede hacerse. Si hubiera mil pigmeos habría más humor. Madrid en cuestión de humor es un todo un caladero humano de especies protegidas.
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