La crecida de los ríos arruina a los agricultores: «Ha arrasado con todo»
El desembalse de los pantanos ha llevado al desbordamiento del Tajo, que ha anegado los cultivos en la región
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Los agricultores de la Vega del Tajo viven unas semanas grises. Mientras unos ven parte de la producción de la temporada perdida, otros empresarios madrileños ya ni reconocen sus parcelas, que han quedado ocultas bajo el agua desbordada de los ríos. Juan Luis Tardío, ... cuyas cultivos se encuentran en la frontera que separa la región de Castilla-La Mancha, mira apenado cómo ha quedado la zona y admite no haber tenido tiempo aún para pensar en las pérdidas –sin entrar en números– que han ocasionado el «descontrol» y «falta de previsión» con la que se desembalsan los pantanos.
En la carrera que ha tomado marzo para ser el mes más lluvioso de la historia en Madrid, los embalses de la región han alcanzado su límite de capacidad. Por ello, la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT), organismo autónomo adscrito al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, ha ido aumentando la frecuencia de la apertura de las presas y llevando a los ríos que cruzan la región a superar la capacidad de sus cauce.
El recorrido de los caudales que pasan por los municipios del sur de la Comunidad de Madrid ha afectado principalmente a las parcelas de agricultores y ganaderos. «Teníamos planeado hacer una plantación de quinoa este año, pero ya no va a ser posible», asegura Juan Luis, vecino de la localidad toledana de Mocejón y que conoce el Tajo desde pequeño, pues ha trabajado en su orilla durante toda la vida.
Asegura que desde hace décadas que no ve que este río, que nace en Teruel y desemboca en el Atlántico, se desborde como lo está haciendo ahora. La Red Oficial de Estaciones de Aforo (ROEA) Puente Algodor, la que corresponde a la zona en la que se encuentra la parcela de este hombre de 60 años, se encuentra en aviso rojo. Esto quiere decir que la situación hidrológica es muy peligrosa y que es probable que se produzca la inundación de zonas habitadas e incluso que se lleguen a cortar vías de comunicación importantes.
«En los años 70 se produjo la riada más fuerte que conozco. La gente entraba y salía de mi casa y colocaba los muebles en lugares altos. El río se salió porque reventó una presa. Ha habido lluvias más fuertes, pero el Tajo nunca ha llegado a salirse como ahora, que no se han anticipado a desembalsar cuando tendrían que haberlo hechos y han abierto las compuertas tarde», asegura Juan Luis.
En torno a 150 hectáreas de la zona, donde hay plantado alfalfa –una cosecha que fácilmente se pudre–, maíz y trigo han quedado totalmente inservibles. «Esto es bestial. Todo esto está ya perdido y estamos hablando de muchísimo dinero», asegura, aunque admite no haber hecho cáculos de a cuánto puede ascender la cifra.
«La Confederación no nos ha avisado de la crecidas del río. Ni a los que tienen ganado ni los que tienen sus casas en esta zona. Las veces que hemos hablado con ellos es porque les hemos citado nosotros», señala Juan Antonio, un joven agricultor que también ha visto cómo estas semanas se ha ahogado todo el trabajo realizado hasta ahora.
Daños
Sin embargo, ni la CHT ni ninguna aseguradora agraria cubre ni una ínfima parte de lo perdido. «Para empezar, no hay nada que te asegure la alfalfa porque son cultivos de cinco o seis años. Cuando reclamamos ayuda, unos nos dicen que acudamos a la Confederación, quienes a su vez se agarran a que estamos en una zona inundable», señalan a este periódico.
En Titulcia, otro de los municipios afectados, el agua en la finca que Sergio cultiva con otro socio llega por encima de los tobillos. Este agricultor mira al futuro con poco optimismo, pues espera que las lluvias, que han llevado a que se abran las compuertas de la presa de la Tajera, en Guadalajara, continúen. Su cosecha de puerro, cebollas, repollo o brócoli, entre otros, ha quedado anegada –en esta ocasión por el Tajuña– y, aunque tampoco conocen una cifra de los daños económicos que les ha supuesto el temporal, saben que al menos han perdido una tanda más de lo que pretendían producir esta temporada.
Poco más de 30 kilómetros río arriba de las fincas de Juan Luis y Juan Antonio, dos vaquillas de apenas dos días corren por la parcela de Alfredo Ruano González. Nacieron al tiempo que la tensión y desesperación de este joven ganadero y otros empresarios de la zona iba en aumento: «No he pegado ojo».
El temporal ha dejado varios destrozos en sus fincas. Una ha quedado totalmente cubierta de agua por la crecida del caudal del río; mientras que en la otra, las rachas de viento de hace dos noches se llevaron por delante un muro de ladrillo, que separaba a su ganado.
En torno a las 2 de la madrugada, relata que tuvo que correr hasta su parcela para sacar a los animales, donde el agua llegó hasta un metro. «Si no llego a hacerlo, se me ahogan», asegura. No ha perdido ningún ejemplar de su ganado, pero los daños en su propiedad son principalmente materiales: el muro que el viento tiró, instalación eléctrica, sillas y nevera nuevas, entre otros. Además, los eventos que tenía organizados para los próximos días –acoge en una de las fincas fiestas camperas, capeas...– se han tenido que cancelar.
Ruano coincide con Juan Luis y Juan Antonio: «Quien tiene que responder ante esto es la Confederación. Nos tienen que ayudar buscando soluciones o, al menos, avisarnos de las crecidas de los ríos».
Alerta por el deshielo
Aquellos que viven del campo, pasan los días obsesionados con el tiempo. «Tengo localizados cuatro portales y voy comparando las previsiones que da cada uno», admite Juan luis. Mientras se mantiene el nivel rojo de alerta en los ríos, estos empresarios madrileños miran hacia el deshielo, el otro fenómeno que marcará su primavera.
Actualmente, Madrid sigue en nivel 1 de alerta de plan de Inuncam, en un escenario de cierta estabilidad, aunque con vigilancia extrema debido a la previsión de lluvias en la sierra y la subida de la cota de nieve. Esto último podría provocar un rápido deshielo en las cabeceras de los ríos, especialmente en el Manzanares y el Lozoya.
«Lo que más nos preocupa es la acumulación de más de tres metros de nieve en la sierra, ya que, si suben las temperaturas y llueve, se generará un aporte extraordinario de agua que puede afectar a las cabeceras del Jarama y el Manzanares», advirtió ayer el consejero de Medio Ambiente, Agricultura e Interior de la Comunidad de Madrid, Carlos Novillo.
El Jarama –que desemboca en el Tajo a la altura de Aranjuez–, el Henares y el Tajuña han mantenido un caudal elevado en los últimos días y sin que haya habido nuevas lluvias. Por ello, las autoridades competentes tienen toda su atención en estos ríos.
Por otro lado, la cuenca del Guadarrama muestra fluctuaciones con incrementos puntuales tras las precipitaciones, pero con descensos rápidos. Cabe recordar que más de 400 personas fueron desalojadas del asentamiento ilegal de Las Sabinas, en el término municipal de Móstoles, ya que sus viviendas –a apenas unos metros del río– se inundaron.
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