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El Caníbal de Ventas ingresa en el psiquiátrico penitenciario de Fontcalent, en Alicante

Alberto Sánchez, que fue condenado a 15 años y cinco meses de cárcel por matar, descuartizar y comerse a su madre, pidió en una carta ser trasladado a un centro psiquiátrico

El Caníbal de Ventas, que mató y se comió a su madre, pide salir de prisión y cumplir condena en un psiquiátrico

Alberto Sánchez, el condenado por matar a su madre ABC
A. Ould

A. Ould

Madrid

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Alberto Sánchez, conocido como el Caníbal de Ventas y condenado a 15 años de cárcel por matar, descuartizar y profanar el cadáver de su madre, ha ingresado en el psiquiátrico penitenciario de FontCalent, en Alicante, después de que el joven solicitara ayuda para pasar su condena en un hospital.

Un jurado popular declaró en mayo de 2021 a Alberto culpable del homicidio y profanación del cadáver de su madre, a quien desmembró con un serrucho ingiriendo parte de sus restos en un piso situado en el barrio de la Guindalera y en el que ambos residían. El tribunal no apreció entonces que sufriera un brote psicótico.

En una carta manuscrita enviada el pasado enero, solicitó que se le catalogue como un enfermo mental, algo que fue rechazado por los peritos en la vista oral. Su actual letrado, Julen Martínez, de Valmaseda Abogados, explicó entonces a este periódico la gravedad que supondría que cuando Alberto comience a tener permisos (algo que no tardaría mucho en ocurrir, puesto que lleva cumplida más de un tercio de su condena) vuelva a cometer otra atrocidad. Esta petición, informa Europa Press, ha sido concedida y cumple con la pena en el centro psiquiátrico penitenciario de Fontcalent, en Alicante.

El propio Sánchez, en este escrito, definía así su situación: «Sufrí una enajenación mental transitoria motivada por el consumo de cannabis y no vivía la realidad tal y como es, sino que deliraba y tenía psicosis y paranoia. Además, acabé haciéndole a mi madre lo que me decían las voces y lo que veía en mis alucinaciones visuales».

En la sentencia se consideró probado que el condenado no tenía sus facultades mentales anuladas en el momento de los hechos, por lo que debía cumplir la sentencia en un centro penitenciario.

«Pido perdón y no es para agradar a nadie. Cada vez que pienso en mi madre se me cae el alma encima», manifestó en su última palabra.

En concreto, se le condenó por un delito de homicidio -en el que concurre la circunstancia agravante de parentesco-, y otro delito de profanación de cadáveres -en el que también concurre la misma circunstancia agravante-, al considerarle autor de la muerte de su madre en fecha no determinada entre el 27 de enero y el 21 de febrero de 2019.

También se le condenó por descuartizar los restos para a continuación alimentarse con el cadáver durante, al menos, quince días, tal y como estableció en su momento el jurado popular que siguió la vista oral, celebrada el pasado mes de abril.

Respecto a una enajenación mental, los magistrados sustentaban que «ni por las pruebas documentales, ni por las declaraciones de los testigos, ha resultado probado que el acusado sufriera una alteración psíquica que le dificultara el procesamiento correcto de la información general que determinara una alteración grave de la conciencia de la realidad de forma que anulara sus facultades volitivas y cognoscitivas».

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