Desconcierto y frustración en las embajadas por el volantazo del Gobierno con el 'procés'
pactos de sánchez con el independentismo
La carrera diplomática lamenta que ahora tendrán que «decir lo contrario» de lo que han defendido durante más de seis años
Exteriores afirma que es «un asunto interno» y no dará instrucciones de cara a un nuevo relato en el extranjero

Los miembros de la carrera diplomática viven estos días una situación de «desconcierto» por el pacto entre el PSOE y Junts que les lleva a sentir «frustración», «humillación y «pena». Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación no van a ... dar ninguna instrucción a las jefaturas de misión en el extranjero sobre cómo contar ahora de fronteras hacia afuera que la postura del Estado respecto al independentismo catalán ha cambiado. Y no solo eso: tira por tierra el trabajo diplomático que se lleva haciendo desde hace más de seis años, y que se intensificó durante el verano de 2017, cuando tras la ruptura de la operación diálogo en Cataluña se comenzó a realizar un arduo trabajo a todos los niveles por parte de las embajadas para desmontar el relato de que España oprimía a Cataluña en su ambición por independizarse de España.
«Antes del procés, desde el Ministerio nos enviaron muchos telegramas cifrados con directrices y todos nos volcamos en el relato de no apoyar a Cataluña cuando desde la Generalitat empezaron a abrir delegaciones en el extranjero», cuenta a ABC un embajador en activo, quien añade que él y sus compañeros trabajaron «muy duro» para que hubiera reuniones a todos los niveles entre el Gobierno de Mariano Rajoy y sus países de destino para que «no apoyaran» el proceso soberanista en Cataluña «ni el referéndum». «Hubo una movilización que Rajoy lideró con diplomáticos reconocidos ahora por el PSOE», apunta. Cuenta que hubo «telegramas, informes e, incluso, emails» con instrucciones concretas. «Ahora vamos a tener que defender lo contrario a lo que dijimos y por lo que nos dejamos la piel», lamenta la misma fuente. Afrontarán, además, este cambio en el relato sin ninguna directriz por parte del jefe de la diplomacia española, José Manuel Albares. Desde Exteriores se escudan en que «no hay ninguna inquietud en el exterior, por lo que no hay nada de lo que informar. La prueba es que ni un solo embajador ha solicitado nada al respecto. Se trata de un asunto interno español, tal y como ha reconocido el propio comisario Reynders ayer mismo en el Parlamento europeo».
El hecho de que los diplomáticos no hayan solicitado todavía instrucciones se debe entre otras cosas a que todavía están esperando a ver en qué se materializa la ley de amnistía; pero eso no quiere decir que los acontecimientos de las últimas semanas no les generen ese sentimiento de desconcierto y frustración. Consideran que defender ahora los pactos del PSOE y Junts, la amnistía, la figura del mediador -que «deja a España como una democracia de segunda, una democracia bananera»- o el 'lawfare' es «un disparate».
Hay otra cuestión a tener en cuenta en este sentido: todos los diplomáticos consultados por ABC consideran que el Gobierno no mandará ninguna instrucción «porque un escrito sería muy fácil de filtrarse».
«Va a tener un mayor impacto en las instituciones europeas. Sobre todo porque si solo hubiera un caso que no sentara precedente, no pasaría nada, pero también están Polonia y Hungría», explica otro diplomático en activo, quien aprecia que esto no va a ser «de un día para otro» y de ahí que los diplomáticos observen lo que ocurre con preocupación, expectación e incertidumbre antes de pedir instrucciones: «Primero tiene que aprobarse la ley y ver qué aplicaciones tiene y la reacción que tendrá en la UE. No es algo tan evidente. Y, sobre todo, falta ver si se puede hacer en los márgenes de la Constitución». Desde el ministerio de Albares entienden que no se tiene que vender fuera un relato distinto al de antes porque ahora la situación es otra y el Gobierno actuará con los independentistas dentro del marco de la Carta Magna.
Insiste en que «hay desconcierto en la casa [en el Ministerio de Asuntos Exteriores] porque ahora se tiene que hacer lo contrario a lo que se ha hecho hasta ahora». «Un país con una diplomacia respetada, lo que tiene es continuidad. Y esto no lo es. Los que han tenido que hacer gestiones en la parte peor, en la de 2017, ahora deben hacer lo contrario», explica. Aprecia que «en Europa saben que esto se ha hecho por necesidad y ahora hay que hacer de la necesidad virtud». Este pacto, según apunta, «traerá cola»: «Hay que esperar para ver qué contenido tiene. Este es un debate muy preliminar y todavía no vulnera el Estado de Derecho, pero había otras opciones como el planteamiento que hacía Felipe González, pero no lo han tenido en cuenta».
«Los pactos y la ley de amnistía han provocado una ruptura muy profunda en España», cuenta otro veterano diplomático. Se trata de «una división» que le recuerda a la que se vivió en la guerra de Irak en 2003, «que rompió la unanimidad en materia de política exterior». Cree que es «una jugada de altísimo riesgo que tendrá consecuencias a nivel judicial, económico y en las instituciones de la UE».
«Nos asemeja a Venezuela»
La figura del mediador también ha molestado mucho: «España parece una democracia de segunda, que tiene que recurrir a alguien externos. Nos asemeja a Venezuela o Colombia. No hay ningún caso en Europa de un país que haya recurrido a un mediador entre un Estado y una autonomía».
Aunque desde el Gobierno insisten en que Cataluña es «un asunto interno» que debe tratarse en el Parlamento de España, otra fuente que trabajó de forma muy activa durante los meses más duros del procés en 2017, explica a este diario que «en todos los argumentarios para desmontar el relato romántico del pueblo oprimido que vendió Cataluña en el exterior a través de sus embajadas, siempre se planteó el independentismo como un problema europeo»: «Desde la UE nunca nadie puso en duda que esto era así».
La cuestión territorial en España siempre ha sido un tema a tratar en las jefaturas de misión. La labor se intensificó a todos los niveles a partir del verano de 2017, cuando desde La Moncloa todos los departamentos se volcaron en esta cuestión, tanto desde el punto de vista político, como de seguridad y también de prensa. «La situación en Cataluña sí era una cuestión que afectaba a Europa porque podía generar espejos en otros países, y eso sigue igual ahora. No es un asunto interno de España porque en países de la UE se puede generar un movimiento de imitación. No era admisible que la UE no lo censurase», cuenta esta fuente, al tiempo que destaca que «en España no hemos tenido una crisis más grave que esa desde el intento de golpe de Estado de Tejero».
«Cataluña no es un asunto doméstico de España y siento mucha pena viendo lo que está pasando ahora», reflexiona, mientras se pregunta «dónde queda ahora la credibilidad de España como país»: «Es muy decepcionante. No nos pegaron tiros en la nuca, pero muchos de mis compañeros que estuvieron en Barcelona trabajando en 2017 sufrieron pintadas en sus casas, insultos y persecuciones. Algunos tuvieron que irse de Cataluña. ¿Por qué a los que hicieron todo eso ahora se les perdona? ¿Qué pasa con los que sufrieron todo aquello y se fueron y ahora no pueden volver? España dijo entonces a Europa, Latinoamérica y EE.UU. que lo que hacían los independentistas estaba mal y ahora, seis años después, el Gobierno dice que esos delincuentes ahora no tienen culpa de nada».
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