Gasto en defensa
Los Ejércitos piden a Robles más cazas, buques y personal
Las Fuerzas Armadas hacen su lista de prioridades ante el anunciado incremento de la inversión militar
Defensa tiene en marcha más de 50 programas de armamento que superan los 50.000 millones de euros
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El debate sobre el aumento del gasto en defensa ha abierto las puertas a todo tipo de conjeturas sobre las necesidades más acuciantes de las Fuerzas Armadas para los próximos años. El compromiso adquirido por el Gobierno de alcanzar una inversión militar del dos por ciento ... del Producto Interior Bruto (PIB) en el año 2029 obligará a doblar el presupuesto con el que actualmente cuenta el ministerio dirigido por Margarita Robles y todos los demás organismos dedicados a la defensa, hasta superar los 30.000 millones de euros.
Pese a lo importante del desembolso en tan solo un lustro, fuentes militares aseguran que tienen capacidad para absorber esas inversiones y, de hecho, la lista de compras está ya sobre la mesa. Solo falta el dinero para poder empezar a firmar contratos. La falta de Presupuestos Generales del Estado -las cuentas fueron prorrogadas en 2024 y el Gobierno tampoco ha presentado un proyecto para 2025- reduce el margen de maniobra de Defensa para impulsar nuevos programas de armamento, aunque no para continuar con la financiación de los ya comprometidos. Fuentes del ministerio aseguran además que cuentan con mecanismos para cumplir con su compromiso de seguir con la senda de incremento del gasto aún sin Presupuestos, aunque no detallan cuáles son los caminos posibles.
De momento, los Ejércitos y la Armada tienen ya preparadas sus listas de peticiones, y tanto en el ministerio como en el Estado Mayor de la Defensa (EMAD) son conscientes de las prioridades a las que debería ir destinado este aumento del gasto.
La primera inversión, aunque no la más cuantiosa, depende directamente del órgano central: un aumento del número de efectivos que integran las Fuerzas Armadas. El ministerio ya se ha comprometido a ello y esto obviamente aumentará el dinero dedicado al capítulo de gastos de personal, sumado al incremento retributivo anunciado este mes para aumentar en 200 o 300 euros la nómina de los militares.
Programa de armas
Sin embargo, la mayor parte del incremento de la inversión en defensa está previsto que se destine a la firma de grandes programas de armamento. Esto ya fue visible en los últimos Presupuestos aprobados, los de 2023, cuando la dotación de Defensa creció un 26% pero el mayor aumento fue el del apartado de inversiones, que aumentó un 72%.
Aunque no hay ningún compromiso público, las necesidades militares para renovar o modernizar sus capacidades han sido difundidas en múltiples ocasiones durante los últimos años. A ello se suman los programas de armamento ya formalizados, la mayoría de ellos de compromiso plurianual, lo que significa que los pagos se alargarán durante los próximos años y las capacidades también tardarán un tiempo en estar en manos de las Fuerzas Armadas. Se trata de más de cincuenta proyectos en marcha que, en total, suman más de 50.000 millones de euros, según el cálculo del informe 'Spain Defence and Security Industry'.
Hay una parte de ellos, los denominados programas especiales de modernización, que tienen un peculiar sistema de pago, ya que son prefinanciados por el Ministerio de Industria y Turismo con un dinero que las empresas devuelven una vez que el Ministerio de Defensa inicia los pagos. En este capítulo se incluyen los grandes programas mil millonarios, como los submarinos de clase S-80, la adquisición de nuevos aviones de combate Eurofighter, las fragatas F-110, el vehículo de combate 8x8 Dragón o los sistemas de misiles antiaéreos Patriot y Nasams. «Buscan satisfacer las necesidades de modernización de nuestras Fuerzas Armadas, dotándolas de sistemas, equipos e infraestructuras para alcanzar un estándar operativo que permita responder y afrontar los riesgos y amenazas relativos a la defensa nacional», explicó la semana pasada en el Congreso la secretaria de Estado de Defensa, Amparo Valcarce.
Sin embargo, las necesidades de las Fuerzas Armadas van mucho más allá de estos programas ya en marcha. La Armada ha plasmado sus objetivos a medio plazo en el documento Armada 2050 en el que, aunque no concreta capacidades, marca el rumbo hacia el que se dirigen sus necesidades en las próximas décadas. Estas pasan por un aumento de la Infantería de Marina, las capacidades de guerra antisubmarina o la defensa del suelo marino, ya objeto de conflicto desde el inicio de la guerra de Ucrania. También hay otras necesidades cuya materialización se da por supuesto, como la modernización de las fragatas F-100, de los buques contra minas o la adquisición de nuevos buques de acción marítima.
Mucho más transparente fue el director de Ingeniería y Construcciones Navales de la Armada, el vicealmirante Nicolás Lapique, en la feria de defensa de Chile Exponaval, donde expuso un documento con la aspiración de la Fuerza Naval española en lo relativo a buques. Esa diapositiva, que circuló a través de redes sociales, reveló sus ambiciones mucho más allá de los proyectos en marcha y manifestó el deseo de la Armada de poder contar con más submarinos, nuevas corbetas e incluso tener en servicio dos buques portaaeronaves con capacidad de proyección estratégica.
Las necesidades del Ejército del Aire y del Espacio no son menores, y algunas incluso urgentes, debido a la proximidad para el fin de la vida útil de algunos de sus materiales. Es el caso de los cazas F-18. Los más antiguos, ubicados en la base de Gando, en Canarias, serán sustituidos por Eurofighter cuya compra ya ha sido firmada por el Gobierno en los programas Halcón I y Halcón II. Sin embargo, el Ejército del Aire ya ha manifestado que su deseo es contar con dos tipos de plataformas diferentes en servicio.
Los planes se mezclan aquí con las necesidades de la Armada, que tiene que renovar sus cazas de combate Harrier. Son los únicos con capacidad de despegue y aterrizaje en vertical y, por tanto, con posibilidad de ser embarcados en el Juan Carlos I. Si España quiere mantener esta capacidad, tendría que optar por otro modelo con estas características, pero Defensa se resiste a tomar una decisión. El sustituto más claro sería el norteamericano F-35, fabricado por Lockheed Martin, aunque recientemente el jefe del Ejército del Aire, el general Francisco Braco, abrió el abanico a otras opciones.
Otra de sus peticiones es la sustitución de los F-5 con los que entrenan los pilotos de caza de la Fuerza Aérea española. Un reciente acuerdo de Defensa con Turquía marca el camino para que el elegido sea el modelo turco Hürjet.
Mando y control
La lista de necesidades en el Ejército de Tierra tampoco es menor, basada en su mayor parte en su proyecto de Brigada 2035 en el que trabaja desde hace años. Uno de los pilares de este programa es el vehículo de combate 8x8, ya en fabricación pero objeto de controversia debido a los dilatados retrasos en las entregas.
En cualquier caso, fuentes militares señalan que el mando y control es la primera petición del Ejército de Tierra. Se trata de un mecanismo capaz de poner en conjunto todos los sistemas y armas de una brigada para poder actuar como una unidad coordinada, explican desde la rama terrestre de las Fuerzas Armadas. Sus esfuerzos están además centrados en otra serie de programas, algunos ya en marcha, vitales para su operatividad en el futuro, como los misiles contracarro Spike, los sistemas de defensa aérea, vehículos aéreos no tripulados o el mortero embarcado.
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