El oasis catalán

Radiografía

Los recientes congresos de Junts y ERC ponen a nuestra disposición una radiografía de la Cataluña nacionalista con ansias de poder y mando en plaza

Artículos de Miquel Porta Perales en ABC

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, en 2022, en una rueda de prensa desde el Parlamento Europeo Efe

Los recientes congresos de Junts y ERC, así como la elección del líder de ERC y el desafío de Carles Puigdemont a Pedro Sánchez, ponen a nuestra disposición una radiografía de la Cataluña nacionalista con ansias de poder y mando en plaza.

Junts despide de facto a los más radicales, apuesta por unas listas electorales cerradas para evitar cualquier sorpresa y premiar a los obedientes, la independencia sigue siendo el objetivo pero sin método ni ruta, elige el pragmatismo para vender una imagen moderada, aparca día sí/día no la cuestión de la migración para no favorecer a Aliança Catalana de Sílvia Orriols, no arremete contra ERC –pero, sí se diferencia- por aquello –pura retórica: hay que quedar bien con el público- de la unidad nacionalista, no romperá con el PSOE mientras saque tajada, se ha provisto de una dosis de paciencia política porque sabe que el PSC –imagen centrista- tiene todavía recorrido, se decanta por una política de recentralización nacionalista para librarse del radicalismo y las pataletas de Òminum y ANC, incorpora al exUnió Antoni Castellà en la ejecutiva –vicepresidente- con la intención de convertirse en un partido abierto y de masas a la catalana. ¿Laura Borràs y sus adláteres? Se les regalará un 'think tank' para que se entretengan pensando. ¿Carles Puigdemont? Aprieta, pero no ahoga y seguirá instalado en su ficción hasta que definitivamente quede fuera de juego.

ERC –con el telón de fondo de un partido que quiere ser socialdemócrata y de izquierda nacionalista: un mix de los dos aspirantes al liderazgo republicano- intentará remontar el batacazo recibido en las últimas elecciones y tratará de detener la descomposición de un partido –luchas intestinas- que podría llegar a ser una fuerza residual, pese a su poder comarcal que, por cierto, va a la baja. Procurará evitar la imagen de ser únicamente una oficina de colocación de cargos públicos. Por lo demás, vigilará y exigirá –así se compite con Junts- el cumplimiento –hechos y no palabras- de las promesas de Pedro Sánchez de las cuales se beneficia –paradoja- el PSC, trabajará para quitarse de encima la etiqueta de 'botifler' o de correa de transmisión del PSOE/PSC. Procurará ser –marcando perfil duro- el compañero del PSC, porque es consciente de que los socialistas podrían acercarse a Junts y comerles la tostada.

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