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La gestión de la inmigración en Cataluña, ante el espejo de Salt

Dos noches de altercados por el desalojo de un imán en un pueblo gerundense convierten a la población extranjera en arma arrojadiza entre partidos, que agitan el debate obviando su complejo abordaje y otra cuestión de fondo: el acceso a la vivienda

«La herida en Ripoll sigue abierta y tardará años en cicatrizar»

Despliegue policial ante el Ayuntamiento de Salt, este pasado jueves EFE
Elena Burés

Elena Burés

Salt (Gerona)

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Filli Konateh llegó a España en 1982. «Gobernaba Felipe», recuerda a las puertas de la mezquita Ahlu-Sunna de Salt (Gerona), la más frecuentada por subsaharianos, antes de acudir al rezo de las 13.00 horas, en pleno Ramadán. Este gambiano de 68 ... años muestra su NIE para evitar deletrear su nombre. Desde que abandonó su país, siempre ha vivido en Cataluña, y en el municipio gerundense lleva ya más de dos décadas. Con una sonrisa confiesa: «Nunca he estado en Madrid». La localidad, de casi 34.000 habitantes, acaparó titulares esta semana por los disturbios tras el desalojo del imán de este templo y su familia de un piso propiedad de una entidad bancaria, tras cinco años de impago de la hipoteca. Dos noches de algaradas que se saldaron con seis detenidos –tres de ellos, menores– por desórdenes y atentado contra la autoridad. «Yo vine aquí a buscarme la vida, no problemas. Los niños que vienen ahora no saben a qué vienen. Son tontos. Con lo que han hecho, no ayudan a nadie», zanja Konateh.

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