un tiempo propio

Mundos frágiles, tiempos difíciles

La reacción de los países de la UE no debe ser la indignación ni la resignación, sino la proactividad para diseñar una nueva estrategia de seguridad

Nos merecemos un gobierno que diga la verdad

La vida sigue igual

reuters

La elección del nuevo presidente de los EE.UU. ha provocado, desde el discurso inaugural de la toma de posesión, un continuo sobresalto en todas las cancillerías europeas. La amplia e indiscutible victoria conseguida por Donald Trump es un aval para plantear una política de ... máximos tanto dentro como fuera de los EE.UU. Ha planteado una política, en lo que respecta a Europa y a España, de abandonarnos a nuestra suerte y nos recuerda que debemos resolver nuestros problemas con los medios que tenemos. La ayuda del otro lado del Atlántico será muy limitada y casi inexistente en caso de una agresión militar por un agente externo.

Además, el vicepresidente Vance en su visita a Europa dejó claro que quien manda a partir de ahora es el presidente de los EE.UU.

Esta situación ha hecho reaccionar a la UE. Después de muchos años de debate sobre la necesidad o no de contar con un ejército europeo, ahora la decisión no puede aplazarse por más tiempo: se necesita un ejército europeo que garantice la defensa y la seguridad de Europa frente a posibles agresiones externas. Este ejército permitiría a la UE romper la tendencia a la bipolaridad que parece formar parte esencial de la idea geopolítica de Trump. Europa debe ser un actor importante en el nuevo orden (algunos ya lo denominan desorden) mundial. La reacción de los países de la UE no debe ser la indignación ni la resignación, sino la proactividad para diseñar una nueva estrategia de seguridad y defensa que suponga una alternativa sólida a los intentos de bipolarización de la política mundial. Europa tiene población, recursos, ejércitos, ciencia y tecnología para estar sentada al mismo nivel que los EE.UU. y Rusia y no ser un plato del banquete de los dos líderes políticos que quieren apartarla de sus decisiones.

La cuestión es saber qué papel puede jugar España. Pienso que la posición geoestratégica de la Península Ibérica ofrece grandes posibilidades a Europa. Nuestra nación está en la puerta de entrada del Mediterráneo y puede controlar el tráfico naval desde el Atlántico. Nuestra proyección hacia América es fundamental para conseguir materias primas y apoyos de las naciones hermanas. La apertura hacia el Atlántico norte nos permite formar una barrera con Portugal, Francia, Inglaterra e Irlanda. Y, además, nuestras fuerzas armadas se han ido modernizando y profesionalizando a un ritmo lento, pero constante. Podemos y debemos jugar un papel esencial en este nuevo plan estratégico de seguridad y defensa.

Si España y, por ende, Castilla y León, quieren convertirse en actores fundamentales en esta nueva etapa, es necesario llegar a acuerdos y entre todos ponerse al servicio de un proyecto europeo que permita superar los tiempos difíciles y fortalecer un mundo que está mostrando una alarmante fragilidad. Los momentos de crisis sirven para mostrar la calidad de los dirigentes y la fortaleza de los pueblos para superar las situaciones complejas.

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