'In varietate, concordia'

Díaz de Mera es un europeísta convencido que se reivindica como político local porque haber sido alcalde de Ávila es un marchamo que dura siempre. El relato pormenorizado de las tareas y los desempeños del Parlamento Europeo nos deja un regusto de satisfacción ante el espectáculo que están dando las grandes potencias. Cierto que la Unión Europea adolece de un exceso de burocracia, rémora que obstaculiza las decisiones importantes. Cierto que la necesidad continua de sincronizar los postulados de diferentes países y gobiernos hace compleja la gobernanza hasta límites frecuentemente asamblearios. Cierto que es costosa.

Pero solo por el lema 'En la diversidad, concordia', uno de sus 'claims' y denominación de una de sus condecoraciones, que le fue, por cierto, impuesta a Díaz de Mera entre otros reconocimientos, ya valdría la pena. Especialmente a estas alturas de la historia del mundo: la fragmentación política es cada vez mayor. Las desigualdades, las escasas militancias, los sistemas electorales y la crisis de algunas «sociedades del bienestar» hacen que cada vez se vote con más dispersión y que los acuerdos y los diálogos se hagan más necesarios.

Ávila siempre fue una provincia caracterizada por los grandes acuerdos ponderados. El arqueo de políticos de aquella provincia arroja una nómina bien robusta de nombres caracterizados por la mesura. Ahora que los políticos no hablan, se gritan; no dialogan, se enjuician; no pactan, se sojuzgan, no está de más volver a las esencias revisando estas páginas autobiográficas. Y reivindicar la Europa liderada por la concordia, la misma que en su día fue posible, como reza el epitafio bajo el que reposa Adolfo Suárez en el claustro catedralicio de la misma Ávila.