Jesús Velasco: «Nos hemos creído que somos los mejores y estamos estancados»

—¿Cómo ha sido este primer mes?

—Pues intentando adaptarme; estoy acostumbrado al día a día, llevo 30 años así y esto es distinto. Mi trabajo es analizar partidos para ver qué jugadores llevo a cada convocatoria; quiero contar con un elenco amplio porque tenemos seguramente la liga más competitiva del mundo, pero también es la más dura. Hay muchísimas lesiones y jugadores con una carga muy grande. Mi idea es contar no sólo con 15, 18 ó 20 jugadores, sino con 30, 40 ó incluso 50.

—¿Qué se ha encontrado?

—En la federación hay una situación especial; llevamos bastante tiempo sin presidente, pero no le puedo decir el día a día porque no estoy allí. Lo que sí creo es que la falta de una cabeza visible está perjudicando a todo el fútbol español.

—¿Se vive más relajado como seleccionador que como entrenador de club?

—Sí, porque no hay competición siempre. La temporada pasada en el Barça teníamos un partido prácticamente cada tres-cuatro días. Ahora mi trabajo es más tranquilo y puedo planificar, lo que en un club es casi imposible: en un mes cambia todo en cuanto a clasificación, lesiones, estados de forma de jugadores, mil imprevistos... Aquí es mucho más fácil hacer una previsión y hay muchos menos quebraderos de cabeza.

—¿Cuántos partidos ve a la semana?

—Todos los de Primera división, que son ocho por jornada. Mi obligación es ver a todos los jugadores. Luego también hay algunos que están jugando fuera, como Eric Panés en Polonia o Raúl Jiménez en el Anderlecht belga, y de vez en cuando también les veo.

—¿Le gusta más verlos en directo?

—Sí, claro. En directo veo lo que me interesa, no sólo lo que muestra la cámara, pero es difícil. Cerca de Toledo están Torrejón de Ardoz, Valdepeñas y Manzanares; el resto están más lejos. Entonces cada desplazamiento que hago me quita tiempo para ver a los demás.

—¿Qué le pasa a la selección? El agujero cada vez es más profundo.

—Ya lo he dicho y lo seguiré diciendo: el culpable del batacazo que nos hemos pegado no es del anterior seleccionador, Fede Vidal. Los culpables somos todos. Nos hemos creído que somos los mejores y, al final, nos hemos quedado estancados. El fútbol sala está evolucionando mucho en el resto de Europa, en Asia y en Sudamérica, y si antes sólo nos podía ganar Brasil y alguna buena generación espontánea, hoy es mucho más complicado. De hecho, Argentina y Portugal ya han ganado un Mundial.

—¿Es cuestión de talento o de saber competir?

—Es cuestión de todo. Nosotros tenemos que entender cuál es nuestra fuerza y explotarla, y eso no lo hemos conseguido en los últimos torneos. El jugador español tiene una ventaja enorme: tiene talento y, además, es muy disciplinado. En otros países tienen una cosa o la otra. Por otro lado, el fútbol sala hace 20 años era un deporte de habilidad y, en cambio, hoy se permite un contacto brutal y no se puede jugar. Casi todos los goles son balones robados, juego parado o de cinco contra cuatro. ¿Qué ocurre? Que hemos perdido espectacularidad, pero no creo que el jugador español haya perdido talento.

—Me ha llamado la atención que ha dado una prelista de 30 jugadores. ¿Por qué?

—Me parece una muy buena idea. Primero porque das que hablar, y segundo porque se abre el elenco de jugadores y habrá quienes se queden fuera de la convocatoria pero les estoy mandando el mensaje de que están cerca de venir.

—¿El estilo lo marca el entrenador o los jugadores?

—Siempre doy mucha libertad a los jugadores. Hay unas pautas concisas y sencillas que tienen que cumplir y a partir de ahí que ellos decidan, sobre todo en la parte ofensiva.

—Viene de ganar un montón de títulos y ahora se le va a exigir lo mismo. ¿No cree que es un poco injusto, teniendo que en cuenta que la selección lleva en ayuno desde 2016?

—Es que esto es cuestión de rendimiento. No necesito que nadie me presione, ya lo hago yo. Sé que estoy aquí porque la federación quiere ganar y yo quiero lograr ese desafío. Vamos a ver si lo consigo.

—¿Se siente reconocido después de haber ganado 38 títulos?

—Me siento muy reconocido con los jugadores a los que he entrenado. Le cuento una anécdota. El otro día, en Cartagena, vino a jugar un equipo italiano y resulta que el entrenador de porteros era un portero que yo tuve en mi época en aquel país, que estuve diez años. Pues en cuanto me vio vino a darme un abrazo y lo vi entusiasmado.

—Va a cumplir 58 años. ¿La selección es su último equipo?

—Ojalá. Eso significará que lo he hecho bien. Esto es cuestión de motivación y, mientras tenga esa fuerza, voy a seguir. Salí de Movistar Inter teniendo contrato y en el Barça más o menos lo mismo. Tenía claro que mi ciclo allí se terminaba porque venía este.

—¿Nunca antes había surgido lo de la selección?

—Sí me había salido alguna propuesta de selecciones, pero no de la española. Creo que estoy preparado, era el momento y eso fue lo que le planteé al Barça.