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Pasar el rato

Sueños son

La sentencia del «procés» sostiene que el golpe catalán fue un sueño, y soñadores fueron los condenados

Concentración durante la visita de Pedro Sánchez al Hospital Hospital de Sant Pau donde se encuentra uno de los policías heridos durante las protestas en Bacerlona David Zorrakino / Europa Press
José Javier Amorós

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Los «cisnes unánimes» del Tribunal Supremo han reñido mucho a los soñadores del golpe catalán. Emocionados por su propia firmeza, como una madre, dejan la ejecución del castigo en manos del compasivo tío Torra , ese pariente desahogado y tontorrón que vegeta ... en muchas familias de la burguesía independentista. Él decidirá sobre el momento oportuno para que los díscolos puedan volver a la calle, a llenar Cataluña de sueños. Porque de sueños trata la sentencia. Al parecer, la redacción de la parte jurídico-festiva del fallo se encomendó al magistrado Luciano Varela, a cuya voz se inclinan todas las cabezas. Y con razón, porque un magistrado progresista es más imaginativo que un magistrado conservador, de pensamiento espeso y claudicante. Con una sala compuesta exclusivamente de magistrados progresistas , las sentencias podrían presentarse al Premio Planeta de novela. Sostiene el texto que el golpe catalán fue un sueño, la consecuencia de un sueño, y soñadores fueron los condenados. La sentencia está entre Calderón de la Barca y Sigmund Freud, que tenía el mismo nombre que el protagonista de «La vida es sueño», con lo que el círculo literario se cierra. «¿Qué fue el golpe? Un frenesí. / ¿Qué fue el golpe? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y aquél fue un golpe pequeño; / que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son». El Dr. Freud ve las cosas de otra manera. Los seres humanos estamos contenidos en nuestros sueños, viene a decir el maestro. Los sueños, simplificando mucho su doctrina, acaban expresando el lamento de una entrepierna defraudada. Todos pensando y soñando siempre en lo mismo, como aquellos políticos del anterior gobierno andaluz que tenían reuniones de trabajo en centros de información vaginal. Si los independentistas disponen de más tiempo libre, por la misma naturaleza inconsistente de su ocupación, es lógico que sueñen más que el resto. De ahí el golpe. El sueño de la independencia sería, para Freud, un sueño erótico más. Y los violentos soñadores de las noches tristes barcelonesas, impotentes que desahogan su cólera contra los guardias por falta de identidad sexual. La prueba está en que utilizan indistintamente contenedores y bates de béisbol. Freud puro. La suya es una violencia de poetas líricos, porque no es «instrumental, ejecutiva, preordenada y con una idoneidad potencial para el logro de la secesión». Da un poco de vergüenza redactar así, pero lo escrito, escrito está, porque es del Supremo.

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