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La sentencia que absuelve al acusado del atropello mortal en El Higuerón habla de «juego macabro»
La Sección Tercera de la Audiencia provincial de Córdoba argumenta los hechos probados por el tribunal del Jurado tras el juicio celebrado este mes
El jurado declara no culpable al acusado por el atropello mortal del tren a una joven en El Higuerón
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«Ambos se colocaron en las vías en una especie de juego macabro en el que se trivializa la posibilidad de perder la vida». De esta forma recoge la sentencia absolutoria dictada por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Córdoba de acuerdo con el veredicto del Jurado que declaró no culpable a Miguel G.N. de un delito de en comisión por omisión doloso por el atropello mortal del tren en El Higuerón el 26 de febrero de 2020.
Este joven que en el momento del atropello mortal contaba con 19 años venía acusado ante el Tribunal Popular de no socorrer o ayudar a su amiga R.F., de 20 años, ante la inminente llegada del tren cuando ambos se habían situado en el centro de las vías, y él saltó antes de ser atropellado dejando atrás a su amiga conocedor del trágico final.
Para la magistrada-presidenta del Tribunal, «en esta doble posibilidad de declarar culpable o inocente al encartado, el Jurado se ha inclinado por entender que no queda probado que el acusado, sin que se discuta que es amigo de la fallecida, que van juntos a una zona de vías, que se hacen fotos ella y otra amiga y que están en una zona peligrosa, tuviera tiempo – ante la llegada de un tren de alta velocidad que anuncia su inminente circulación con señal acústica de gran potencia, que él pudo oír a pesar de su sordera, máxime quien no la padece- más que de saltar hacía la izquierda sin poder tirar de su amiga, sin sujetarla, ni forzarla ni poder intentar asegurar que no le pasaría nada«.
Asumen ambos un riesgo sin que, añade esta magistrada, «se tenga constancia de una motivación para hacer lo que hicieron más allá de pensar, como señalan los Jurados sobre la base del testimonio del Instructor del atestado y miembro del Cuerpo Nacional de Policía, que se trataba de un juego macabro en el que se trivializa la posibilidad de perder la vida. Los Jurados tienen en cuenta y recalcan la existencia de unas fotografías de segundos antes de la llegada del tren descartando el forzamiento, sufrimiento o forcejeo que se atribuía haber ejercido el acusado sobre la fallecida«.
Es ciertamente objetivo y queda probado por unanimidad que, tras mantenerse R. en la parte central de las vías, y dado el tiempo de frenado que necesita el convoy para detenerse por completo, es arrollada y fallece en su consecuencia.
La magistrada ponente en la sentencia recoge que «nos hemos enfrentado a un juicio peculiar pues en ningún momento se han discutido las circunstancias en que se ha desarrollado la muerte de R. F. al haberse colocado en unas vías activas ferroviarias y delante de un tren en circulación sin intención de acabar con su vida – acción que no sanciona el Código Penal-, sino si el acusado tenía la obligación de salvar o de intentar garantizar que no le pasara nada a quien se posiciona en el mismo lugar altamente peligroso también para él. Descartan los Jurados por unanimidad, como ya se ha dicho, la sujeción, la premeditación, la manipulación o la ascendente superioridad para que se situara en dicho lugar por motivos espurios con aseguramiento de resultado de muerte.
«Conducta omisiva que no le correspondía»
En este argumentario de la magistrada señala además, que «la interpretación de este postulado probatorio nos lleva a considerar que el acusado ni crea la situación de riesgo -sino que esta se produce en forma ajena a su propia intervención-, ni puede tener reproche penal en una conducta omisiva que no le correspondía y para la que le falta el tiempo necesario para ello, como tampoco la ejecución necesaria de cualquier otra destinada a mitigar la situación de riesgo vital en la que se encontraba la victima. Situación que era igual a la suya, no estando tampoco, a nuestro juicio, obligado a ello por no ostentar una posición de garante«.
El tribunal del Jurado declaró como probado que el acusado Miguel G. N., de 19 años de edad mantenía una relación de amistad con R. F. R., de 20 años de edad, desde hacía desde hacía años y tenían confianza mutua.
El día 26 de febrero de 2.020 ambos acudieron, tras recogerla de su domicilio, junto a una amiga común llamada A. T. G., a una zona de vías de tren a las que se llega por detrás del centro comercial Zoco sin mayores concreciones. El plan inicial era ir al cine pero se cambió para buscar una casa abandonada que hay en dicha zona. Plan que concertaron los tres de común acuerdo dado que a R. le gustaba hacerse fotos en casas abandonadas.
Durante el trayecto ninguno de ellos expresó su malestar por estar vivos ni hizo manifestaciones sobre ideas suicidas. R. publicó en la red social Instagram un vídeo en el cual su autor habla sobre sus gustos sobre el día de su fallecimiento.
Los tres amigos llegaron a la zona de la casa abandonada y, una vez allí, A. T. y R. F. se hicieran fotos con el móvil. Pasaron a una zona de una segunda casa sin que nadie se opusiera a ello. R. F. subió a dicha zona; A. T. no hizo lo mismo dado que no quería seguir a sus amigos a un lugar que no alcanzaba a ver, quedándose fuera sentada en un poyete Ya solos Miguel y R. en la zona de las vías, posó ésta última para el primero en ropa interior llevando puesta la cazadora de él en asunción de un juego peligroso y sin atender a que era zona de acceso restringido.
Ambos dejaron lo que llevaban encima junto a las vías del tren perfectamente colocado; Miguel dejó las gafas de vista que siempre llevaba. De esa forma, estuvieron junto a las vías hasta que, al oír y ver la llegada de uno de ellos, en concreto el que había salido de Córdoba en dirección Málaga momentos antes de las 18.48 horas, y tapados ambos con la cazadora de Miguel, se situaron en la zona central por la que ya circulaba un tren.
Miguel descubrió su cara, miró al tren y saltó
Antes de ver y oír llegar el tren, se taparon. Ambos estaban en la zona central de vías asumiendo un riesgo voluntariamente. Miguel no tuvo tiempo de tirar de R. fuera de las vías, ni de intentarlo. Miguel descubrió su cara, miró al tren y saltó hacia su izquierda salvando así la vida al percatarse de la inminente llegada del mismo pese a su afección auditiva. No hizo nada por arrastrar con él y salvar a R.. Miguel no intentó arrastrar a R. fuera de las vías para salvarla.
El tren había recorrido escasos dos kilómetros desde la salida, accionando el maquinista freno de emergencia y bocina, yendo ya a 119 kilómetros por hora y recorriendo 817 metros hasta que se detuvo impactando en su recorrido con R. F. a la que arrolló y ocasionó la muerte. Miguel G. padece alteración en su capacidad de audición que si bien es muy inferior a la de una persona con audición normal, no le impidió percibir, en la vecindad del tren, las bocinas activadas.
No quedó probado que estuviera enamorado de ella
Este Tribunal, de acuerdo con el veredicto del Jurado, da como no probados cinco de los puntos en los hechos relatados en el objeto del veredicto entre ellos el hecho de que Miguel G. quitó una tabla que tapaba un agujero en un muro que acababa en valla en alto y que daba acceso a las vías del tren AVE a la altura del punto kilométrico 345,500 sentido Córdoba- Sevilla.
Miguel, tras la retirada de la tabla, llamó a sus amigas a que subieran a un terraplén de acceso a vías del tren, punto de acceso restringido y prohibido con vallado que impide el tránsito de personas. R. estaba de espaldas al sentido del tren y en cuclillas con la cabeza cubierta; y Miguel de cara al mismo, también con la cabeza cubierta.
Tampoco considera probado que R. empujó a Miguel fuera de las vías, manteniendo ella su posición. El acusado saltó a su izquierda, dejando a R. indefensa y sin intentar nada para evitar el fatal desenlace dado que estaba enamorado de ella y no era correspondido.
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