MIRAR Y VER
Reparto de menores
Son niños como los nuestros y tenemos la obligación legal y moral de cuidarlos. Muchos de ellos huyen de la pobreza, la guerra y la violencia
La vida de los «menas» en Córdoba: «Quien piense mal de ellos cambiará de idea si visita un centro»
Andalucía comunica al Gobierno que en 2024 atendió a un total de 2.615 menores migrantes
Estamos viviendo la mayor crisis migratoria de la historia. Canarias, también Ceuta, se han sentido y se sienten desamparadas, solas, mientras se baten con uñas y dientes contra un imposible que hay que vencer porque se trata de personas. Si no nos damos ... cuenta de tanto sufrimiento, si se está acostumbrado a presenciar cualquier cosa sin inmutarse, es que se tiene el corazón de piedra. Las cosas se ven de manera muy diferente desde un despacho de Madrid o en las noticias, sentados en el cómodo sillón de casa, una foto fija de cayucos, mujeres, hombres y niños envueltos en las mantas rojas de Cruz Roja sobre el fondo azul del mar. No nos podemos ni imaginar la impotencia y la desesperación de quienes reciben, cada día, sus miradas perdidas, su silencio de miedo, su angustia contenida, en los puertos de Canarias. Al límite de sus recursos y pena, unos y de sus fuerzas, los otros.
Se trata de un desafío que tiene su máxima exigencia en los menores que llegan solos. Los hemos llamado menas. Las etiquetas enmascaran la realidad, la convierten en una información aséptica, distante, para que no duela, y deshumanizada, porque en ellas dejan de tener rostro, nombre, identidad, historia. Como si de un producto de consumo se tratara, su etiquetado especifica que es un menor extranjero no acompañado. Y de esta misma visión está contagiada la solución propuesta por el Gobierno, aprobada por decreto ley, para realizar el reparto obligatorio de menores migrantes, mediante una exacta fórmula, su reparto al peso de criterios de densidad de población, renta per cápita, tasa de paro y esfuerzo realizado por cada Comunidad Autónoma. Está claro que es esta una cuestión de solidaridad, nadie lo pone en duda, -Andalucía será una de las que acogerá mayor número de menores-, pero el Gobierno no tiene una clara y efectiva política migratoria, siendo España territorio frontera. No se trata de cifras, ni de quién se queda con cuántos. La centralidad en la toma de decisiones ha debido ponerse en las necesidades de los menores, en el cómo conseguir su seguridad emocional y su integración educativa y social y en la evaluación y aportación de los recursos humanos y materiales necesarios para cada comunidad. La falsa solución del ejecutivo lo único que manifiesta es la primacía de los intereses y pactos políticos sobre la responsabilidad humanitaria. Son niños como los nuestros y tenemos la obligación legal y moral de cuidarlos. Muchos de ellos huyen de la pobreza, la guerra, la violencia, los abusos o la desprotección familiar en sus países de origen, se juegan la vida y el alma soportando graves peligros y muchos no llegan. Han abandonado su hogar a la búsqueda de protección, educación, trabajo, una vida digna y un futuro mejor en una sociedad más justa y humana. Ahora están aquí y necesitan ayuda.
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