Tribuna libre
El enigma de la tumba de Almanzor
La inmensa mayoría de las crónicas sitúan la muerte de Almanzor en Calatañazor (Soria), y al poco tiempo, enterrado en Medinaceli, pero hay otros cronistas que describen cómo pudo ser trasladado a Córdoba...
Madinat al-Zahira, el mayor enigma de al-Andalus

Hasta la fecha han resultado en vano todos los intentos para localizar las tumbas de los emires y califas de Córdoba. Es conocido que, si no todos ellos, la inmensa mayoría fueron enterrados en la 'rawda', un espacio ajardinado que existió en el ... interior del alcázar de Córdoba cuya localización exacta desconocemos.
Respecto de la tumba de Abu Amir Muhammad 'Al-Mansur', Almanzor para los cristianos, ni siquiera ha habido intentos por hallarla, al menos en Córdoba, dado que la inmensa mayoría de las crónicas musulmanas coinciden en narrar que cuando perdió su 'atambor' (suerte) en Calatañazor (Soria), al poco tiempo fue enterrado en Medinaceli, también en la actual provincia soriana. Así lo expresan, entre otros, los cronistas tardíos Ibn al-Jatib o al-Maqqari. Sin embargo, discrepa de esta opinión el también cronista tardío Nuwayri, quien expresa que el lugar de su enterramiento fue «Madinat al-Zahira, próxima a Córdoba». Así pues, el enigma está servido: ¿Medinacelli o Madinat al-Zahira...?
Pese a que ciertos autores modernos no dan ninguna veracidad a esta última versión de los hechos, quien suscribe este artículo no lo tiene tan claro y conjetura acerca de que pudo haber una tercera posibilidad. Es decir, que ambas versiones no sean del todo contradictorias e irreconciliables, sino más bien complementarias. De este modo, Almanzor pudo ser enterrado en un primer momento en Medinaceli de manera provisional para, posteriormente, sus restos mortales ser sepultados de manera definitiva en el símbolo del poder de la dinastía amirí: el alcázar o Madinat al-Zahira, muy cerca de Córdoba.

No parece existir ninguna duda de que el primer enterramiento tuvo lugar en tierras sorianas, discutiendo los autores sobre el lugar concreto donde pudo estar la tumba que, según las crónicas, sería el patio del antiguo alcázar. Parece además lo más lógico, habida cuenta de las circunstancias en las que se produce la muerte del caudillo. En efecto, Abu Amir, como cada verano, salió a hacer su campaña (era ya la 56) contra los territorios cristianos en el año 1002. En esta ocasión, partía de Córdoba enfermo de gota, dolencia que le aquejaba desde hacía algún tiempo. Tras asolar enclaves tan significativos como el monasterio de Suso, en San Millán de la Cogolla, donde se supone están enterrados los cuerpos de los Siete Infantes de Lara, la salud de Almanzor comienza a quebrarse de manera muy rápida. Ya no podía sostenerse en su caballo, razón por la que, desde aquel momento, fue transportado en litera por sus 'negros danzarines', por la suavidad con la que marchaba, aunque dice la crónica al-Dajira «que le hacían daño por su mal olor».
«Pese a todo, me cuesta mucho creer que ninguno de sus hijos hubiese tomado tal iniciativa, dándole reposo eterno en su panteón funerario familiar y, simplemente, decidiesen dejarlo abandonado en la frontera»
Pero no eran los negros los que olían mal, sino la propia carne de Almanzor pudriéndose, pues en esa fase avanzada de gota tofácea su cuerpo quedó surcado por pestilentes pústulas purulentas que, al no ser bien tratadas, se agusanaron. Todo ello, unido a la circunstancia de que el 'azote de los cristianos' fallece en pleno mes de agosto, harían del todo punto desaconsejable que el cadáver del caudillo fuese trasladado a la capital del Califato. Ésta sería la principal razón para que en un primer momento fuese enterrado en Medinaceli, quizá a su ruego manifestadas en sus últimas conversaciones con su hijo y sucesor al-Muzaffar, a quien antes de su óbito, mandó precipitadamente a Córdoba con el fin de evitar agitaciones y rebeliones.
La 'rawda' de Al-Zahira
Coinciden además las crónicas en señalar que Almanzor dispuso ser enterrado con el sudario que habían tejido sus hijas con el lino procedente de las heredades que le había dejado su padre y que siempre llevaba consigo. Del mismo modo, había dispuesto que su cuerpo se cubriera con el polvo que había acumulado en sus botas y mallas, cuidadosamente sacudido por sus esclavos después de cada batalla.
Hasta aquí todo claro. ¿Pero acaso no sería lógico pensar que algún tiempo más tarde, el mismo al-Muzaffar, una vez asentado en el poder, o su hermano Sanchuelo, cuando le sucede, trasladasen los restos de su padre a al-Zahira...? En efecto, en aquella ciudad y su alcázar, los amiríes habrían construido su propia 'rawda'a imitación de lo que los califas habían hecho en el alcázar de Córdoba. Por esta razón, en al-Zahira será enterrado al-Muzzafar en el año 1008, tras fallecer cuando volvía de una nueva campaña estival. Quince meses más tarde, en 1009, Sanchuelo será asesinado en el inicio de la 'fitna' o guerra civil. Fue decapitado, crucificado y exhibido en la puerta de alcázar de Córdoba pero, al poco tiempo, Suleyman, el nuevo califa partidario de los amiríes, se apiadó del hijo de Almanzor, lo hizo bajar del madero y ordenó llevarlo a enterrar a «la casa de su padre», es decir, al-Zahira, según nos relata Ibn Idari.

¿Es acaso creíble que Almanzor hubiese ordenado su entierro de manera definitiva en Medinaceli, con el solo argumento de servir de aviso o intimidación a los reyes cristianos? Aunque algunas crónicas señalan que Almanzor ordenó que su ataúd no fuera transportado, lo cierto es que me resulta harto extraño aquella petición pues, Medinacelli, en aquellos años, estaba en la Marca superior, es decir, territorio fronterizo.
Por este motivo, el caudillo sería consciente de que en cualquier momento el enemigo podría apropiarse de la plaza y sus restos ser profanados. De ahí la negativa, un siglo antes, del emir cordobés Abd Allah, cuando se le sugiere que el cuerpo de su difunto antecesor, el emir al-Mundir, fallecido en Bobastro, fuese enterrado en aquella plaza fronteriza.
Boabdil y su marcha
De cualquier forma, la tumba de Almanzor existió en Medinacelli al menos hasta el siglo XIV, aunque ya por entonces no conservaba ningún resto de cipo ni de inscripción funeraria, según al-Jatib. Es más, el rey Alfonso, durante el siglo XII, en un intento de provocación recibió a cierto embajador del reino taifa de Zaragoza recostado junto a su esposa Urraca en lo alto de la tumba de Almanzor, al menos así lo relata cierto 'cronicón'. Pero que existiera la tumba, no significa que los restos no hubiesen sido previamente trasladados. ¡Que se lo pregunten a Franco, a Queipo de Llano o , más recientemente, a José Antonio!
El problema es que ninguna crónica nos habla de ese supuesto traslado de los restos de Almanzor a su Madinat al-Zahira. Pese a todo, me cuesta mucho creer que ninguno de sus hijos hubiese tomado tal iniciativa, dándole reposo eterno en su panteón funerario familiar y, simplemente, decidiesen dejarlo abandonado en la frontera.
Viene a mi mente el recuerdo de Boabdil, el último rey de al-Ándalus, quien, tras capitular y rendir Granada, emprendió viaje al exilio transportando sus enseres personales. Entre sus pertenencias más valiosas se encontraban los restos de sus antepasados, que también viajaron con él al Magreb.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete