Hablan los pioneros de la Constitución
Ramón Tamames: «Con el Estado autonómico creo que nos pasamos de rosca»
El exprofesor de Economía y exdirigente del PCE reprocha a los políticos de ahora que no tengan la «responsabilidad» que sí hubo en la Transición y que se pacte con partidos que quieren «cargarse el régimen»

Ramón Tamames interrumpe las labores de jardinería en la terraza de su casa para charlar con ABC. «Ahora mi oficio principal es este», bromea en una mañana soleada de las muchas con que obsequia el otoño madrileño. Al fondo se divisan las obras del Bernabéu. « ... Molestan poco -precisa-, hay más ruido los días de partido». En realidad, a sus 87 años recién cumplidos sigue muy pendiente de la actualidad e intentando ofrecer soluciones a los problemas de la nación. De hecho, el profesor de Economía que formó parte de la cúpula del PCE durante la Transición y actor protagonista de los Pactos de la Moncloa va a presentar un documento en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas que Patxi López no le permitió exponer en el Comité de Reconstrucción. Una de sus propuestas es que exista un presupuesto cuatrienal. «No me han hecho caso», se queja. «En 1977, Suárez me pedía consejo; ahora Patxi López, si puede, me da una patada».
Uno de los argumentos que utilizan quienes quieren restar legitimidad a la Constitución es que no la votamos quienes tenemos menos de 60 años.
Eso es una enorme idiotez, porque la Constitución de Estados Unidos -que fue la primera después de la que redactaron los Comuneros en Ávila- data de 1787. ¿Y cuántos de los 230 millones de ciudadanos que hay ahora en Estados Unidos la juraron? (ríe). Las Constituciones se van adaptando: la nuestra tiene dos enmiendas; la de Estados Unidos tiene veintisiete.
Visto cómo está hoy el patio, lo de 1978 parece un milagro.
No fue un milagro. Fue un hecho histórico que se llevaba preparando desde mucho tiempo atrás. Ya en 1956, el PCE en el que yo militaba organizó una rebelión estudiantil preconizando la reconciliación nacional. Terminamos todos en la cárcel de Carabanchel. En el otro lado, los franquistas más inteligentes se dieron cuenta de que España no podía perpetuarse como una dictadura. Unos y otros nos apuntamos a la idea de que la democracia servía para algo: para que la gente viviera mejor. Y se consiguieron libertades y una mejor organización del sistema económico, que fueron los Pactos de La Moncloa...
Pedro Sánchez intentó hace unos meses recuperar esa marca y habló de unos nuevos Pactos de la Moncloa.
Las de ahora son reuniones de Juan y Manuela, sin la menor trascendencia. Los Pactos de la Moncloa tuvieron una concepción de todo el Estado. Fueron, por una parte, un anticipo de la Constitución y, por otra, una reorganización del sistema económico y social. Los Pactos de la Moncloa y la Constitución fueron nuestro compromiso histórico.
Los Pactos se debatieron y redactaron prácticamente en un fin de semana. Había ganas de consenso.
Sí, se empezó a negociar el sábado y el domingo, cuando terminamos, pasé por delante de Suárez y Carrillo, que estaban tomando un café apartados del resto. Suárez me llamó y me dijo: «Ramón, ¿y ahora qué hacemos?». Yo le contesté que había que resumir lo que habíamos pactado y a él le pareció muy bien. Así que me metí en un despacho con José Luis Leal, que era director general de Política Económica, y una mecanógrafa. Y lo que redactamos se repartió a la prensa. Fue un consenso admirable. Aún no nos hemos dado cuenta de la importancia que tuvieron los Pactos. Cuando en Argentina volvieron a la democracia, nos llamaron a un congreso para que los explicáramos, y también cuando cayó la Unión Soviética. Tienen una trascendencia mundial.
¿Qué hubo entonces que falta ahora para llegar a ese tipo de pactos? ¿Responsabilidad, generosidad?
Responsabilidad. Tuvimos la responsabilidad de darnos cuenta de que la democracia había llegado y que había que poner las bases para que la democracia funcionara. Estábamos en una crisis económica del demonio, con más de un millón de parados, que parecía entonces ya una cifra tremenda y luego llegamos a tres. Había que impulsar la economía, frenar la inflación... Por cierto, que la inflación estaba al 26% y al año siguiente cayó al 19% como consecuencia de los Pactos de la Moncloa.
Cuando gran parte de la izquierda reniega ahora de la Transición, ¿qué cree que pretenden? ¿Un cambio de régimen?
Ellos son entusiastas de eso que llaman lo bolivariano, que es una especie de popurrí. Pero en el fondo lo que quieren es mandar. Quieren mandar empobreciendo el país. Y una vez que lo empobrecen, con una red de mecanismos de clientelismo, controlar el país de una forma definitiva. ¿Cuál es el efecto de Podemos en el Gobierno? Pues sencillamente más subsidios, que son necesarios en parte, pero no para todos, porque la gente entonces deja de trabajar. Lo que hace falta son más incentivos para que las empresas se mantengan, con la pandemia todavía más; lo que hace falta es estabilidad económica... Y sin embargo, ellos lo que quieren es cargarse el sistema. Lo ha dicho el jefe de Bildu: «Venimos a Madrid a cargarnos el régimen».
«Los de Podemos quieren mandar empobreciendo al país. Y una vez que lo empobrecen, controlarlo con una red clientelar»
Pues Bildu es uno de los sustentos del Gobierno.
Es tremendo que se pacte con los asesinos de más de 800 personas, de las cuales más de 300 están sin resolver. La inmensa mayoría no ha pedido perdón ni está por la fraternidad.
¿Qué queda de aquel PCE en el que usted militó y que contribuyó tan activamente a alumbrar la Constitución?
No queda nada. El pacto que hizo el PCE con Suárez aquel «Sábado Santo rojo», de reconocimiento de la bandera, de la Monarquía parlamentaria y de hacer una Constitución, lo han roto los de Izquierda Unida y nunca han explicado por qué.
¿Alberto Garzón habría tenido encaje en aquel PCE en el que usted militó?
Garzón va a lo suyo descaradamente y se atreve a decir cosas como que el turismo no tiene valor añadido. ¿Qué sabrá este hombre? ¿Qué sabrá de los 92.000 millones de euros de entradas en 2019 sólo por turismo extranjero? El turismo es el pan de España. Allende decía que el cobre era el sueldo de Chile. Pues el turismo es el pan de España. Y, sin embargo, le quitan importancia.

¿Cuándo naufraga aquel PCE?
El PCE que había en 1977 era un partido para la democracia, y cuando trataron de reconvertirlo en un partido comunista tradicional, se lo cargaron.
Le he leído que lo ideal, después de las últimas elecciones, hubiera sido una gran coalición entre PSOE y PP.
La gran coalición, que tan bien ha funcionado en Alemania, es imposible aquí.
¿Y quién tiene la culpa?
Es imposible por los dos lados. Hay una falta de química irreconciliable. Hubiera sido posible con Ciudadanos, pero yo creo que eso lo desbarató Albert Rivera, que perdió la oportunidad de su vida.
No se ponen de acuerdo ni en algo tan básico como la educación...
Pero no siempre fue así. Fíjese que el artículo 27 es el más largo de la Constitución y versa precisamente sobre la educación. Sin embargo, la «Ley Celaá» es todo lo contrario a un consenso. No se dan cuenta de que la concertada no es un invento de Rajoy ni de Aznar.
«El Rey tuvo un gran papel. Lo que está saliendo no debe tapar lo que hizo entonces»
Pero después no ha sido posible ese pacto educativo.
Creo que el Pacto de Toledo, que fue una gran idea para las pensiones, se tenía que haber hecho también para la educación. Hemos tenido el problema de que, administrada por las comunidades autónomas, ha sido un caldo de separatismo, sobre todo por la tergiversación de la historia. En el País Vasco está siendo atenuado ahora por la línea más autonomista, que se apoya en el gran negocio de seguir en España al mismo tiempo que administran las tres provincias como si fuera un Estado. Es prácticamente un Estado confederal.
Cataluña podría haber tenido lo mismo.
Pero no lo quisieron. En el año 1977, Suárez se lo ofreció a Roca y a Pujol y dijeron que el Concierto era una antigualla, que Cataluña estaba muy por delante de todo eso. Y la ruptura llegó cuando Artur Mas habló de pacto fiscal. Creo que ahí Rajoy se equivocó al no atender las 23 exigencias de la Generalidad. Es impresionante lo mal que llevaron el asunto de Cataluña Rajoy y Soraya, que se creyó que era la virreina y fue una incentivadora del separatismo.
¿Se equivocaron ustedes en la creación del Estado autonómico?
Yo creo que nos pasamos de rosca. La educación y la sanidad se tendrían que haber preservado. Pero se cedieron pensando que eran pecata minuta, y no lo son.
Hoy se cuestionan figuras de la Transición que hasta ahora parecían casi intocables como Suárez, Felipe y ahora Don Juan Carlos.
El Rey tuvo un gran papel. Lo que está saliendo ahora no debe tapar lo que hizo entonces. Debe mantenerse la imagen de un Rey que abrió el país a la democracia definitivamente. Recuerdo que Matías Cortés fue un día a ver al Rey y le transmitió: «Dile a tu amigo Ramón (Tamames) que quiero un país en el que yo coja el teléfono y le pueda decir al telefonista: «Póngame con el secretario del PCE». Eso fue hacia 1971 ó 1972, cuando aún era Príncipe de España.
Tenía muy claro el plan que había que seguir.
Lo tenía muy claro. Tenía muy claro que no podía contar para ello con Arias Navarro, y por eso escogió a otro.
Escogió a Suárez.
Es que Suárez era muy valiente.
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