Las «party boat», la moda turística que cobra fuerza tras el «balconing»
Barra libre, música en cubierta y navegar frente a la costa son los atractivos de esta oferta lúdica que ya se ha cobrado su primera víctima

Todos los años, decenas de jóvenes turistas mueren en las costas españolas practicando el «balconing» . Pero ahora, a esta peligrosa práctica se le suma otra derivada de las «party boat». De hecho, esta semana una joven polaca ha muerto tras lanzarse al agua en una de estas fiestas en barco, cerca de Cala Tarida, en Ibiza, que cada vez son más frecuentes. Pero, ¿qué son exactamente?
De por sí, las «party boat» no deberían suponer un riesgo para la vida. Se trata de una oferta lúdica que existe desde hace quince años, en donde un barco, por lo general un catamarán con capacidad para al menos unas 60 personas, organiza una fiesta en cubierta. Allí el alcohol fluye sin problemas a través de la oferta de barra libre y la música es audible desde la costa, mientras el barco navega y fondea después en alguna cala hasta bien entrada la noche.
Con 47 empresas registradas en Baleares y 97 embarcaciones con licencia, se trata de los mismos catamaranes que durante el día hacen de «golondrinas», paseando a los turistas por la costa o acercándolos a zonas de difícil acceso.
Estos barcos se rigen por la legislación de las embarcaciones de tráfico turístico de pasajeros y el capitán es el máximo responsable de lo que pase, por lo que puede decidir regresar a puerto o dar por finalizada la actividad lúdica si las circunstancias lo aconsejan.
Lo cierto es que las «party boat» no han dejado de suscitar polémicas desde que nacieran, sobre todo debido a las quejas por el ruido y al deterioro del medio ambiente y, aunque se ha tenido en cuenta la seguridad de los pasajeros, hasta ahora no habían saltado las alarmas en este sentido.
Este mismo año, la Delegación del Gobierno, el Govern balear, los consells insulars de Mallorca, Ibiza y Formentera y los ayuntamientos afectados se habían coordinado para iniciar una campaña de control de esta oferta turística, que incluían inspecciones nocturnas y control de ruido. De hecho, parece que el barco en el que viajaba la joven polaca cumplía con todas las licencias necesarias para desarrollar esta actividad.
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