Las petroleras europeas sufren un golpe de 78.500 millones por las políticas verdes de la UE
Las exigencias en materia de sostenibilidad de la Unión Europea hacen sufrir a estas compañías en Bolsa
Repsol, Shell, Equinor, BP, Eni y TotalEnergies pierden atractivo frente a las empresas estadounidenses
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Las grandes petroleras europeas no han tenido un buen 2024 en el mercado bursátil. Más allá de las cifras, abultadas y complejas de comprender, la realidad que subyace tras el negocio del petróleo es demasiado cambiante. Además, se suma un contexto macroeconómico volátil – ... y con aires de debilidad–, junto a tensiones geopolíticas que se han generalizado por todo el mundo en forma de guerras, abruptos cambios de gobierno y líderes políticos con ideas populistas. Todo ello con la guinda de una regulación cada vez más exigente y restrictiva.
El trompazo ha sido histórico. Entre seis de las mayores petroleras de Europa se han dejado 78.500 millones de euros en Bolsa. Con una peculiaridad, además, y es que cotizan en mercados distintos. Las caídas de Equinor (-26%), BP (-18%), Repsol (-16%), Eni (-16%), TotalEnergies (-14%) y Shell (-5%) representan un cambio de paradigma en el sector energético. Esta situación no solo se ha visto reflejada en el parqué. A falta de unas semanas para que se hagan públicos los balances financieros, las previsiones de los analistas no son muy positivas.
Según un reciente informe de Morgan Stanley, el diagnóstico al golpe recibido en Bolsa llega con ecos de Bruselas. En primer lugar, la caída de las compañías europeas contrasta con sus pares estadounidenses, cuyo rendimiento no ha sido tan bajo durante 2024. Así, el consenso de mercado estima que la oferta y demanda de crudo, donde algunos ponen el foco, no puede explicar este cambio apoyo por parte de los inversores. La principal explicación estaría en la regulación mucho más estricta en Europa y la obligación de invertir en actividades no esenciales en el segmento industrial.
Estas inversiones, según Morgan Stanley, no han dado buenos resultados, a pesar de las optimistas previsiones de los analistas de que ese era el camino a seguir y de que las grandes petroleras estaban haciendo lo correcto. Asimismo, las petroleras han tenido que dar pasos de gigante en negocios que, hasta ahora, no eran suyos, y por el momento les está costando encontrar el paso.
Esta perspectiva del castigo de Europa al sector petrolero es compartida por Deloitte. La consultora, en su informe de fin de año sobre el negocio 'oil & gas', habla también sobre las políticas energéticas del viejo continente, y cómo se están centrando en los segmentos verdes, con el consiguiente impacto para las demás compañías.
Esta situación contrasta, más si cabe, con lo que se puede vivir en Estados Unidos con la llegada de Donald Trump. La declaración de intenciones del presidente electo fue muy elocuente durante la campaña a las presidenciales: menos renovables y más gas. Algo que incluye a los negocios petroleros. Mientras, en Europa se quiere acabar con los coches de combustión, algo que afecta de manera directa el negocio de estas compañías.
Contexto negativo
Junto a las políticas aplicadas en Europa, las petroleras se enfrentan a un contexto negativo que, a su vez, deriva en cierta inestabilidad. Por un lado, China parece que no quiere más petróleo. Eso ha provocado que los países exportadores (OPEP) estén controlando los flujos de crudo para mantener intacta su parte del pastel.
También impactan las políticas monetarias, que con la incertidumbre sobre la bajada de tipos, afecta a las emisiones de deuda. Y de postre, las tensiones geopolíticas, en zonas clave como Irán, añaden una incertidumbre mayor.
Todo esto tiene, a su vez, un efecto dominó con respecto a la exposición de las compañías petroleras europeas para que algunos inversores saquen provecho. Es decir, esa pérdida de más de 78.000 millones de euros en la capitalización de las empresas las convierte en atractivas para escalar posiciones en su capital, o directamente ejecutar operaciones de adquisición (opas).
Además, como las petroleras se están reconfigurando a toda velocidad para adaptarse a las normativas verdes, les otorga una mejor apariencia para captar nuevos inversores.
Clave española
Esta situación, transversal en las principales petroleras europeas tienen un reflejo en cada región si aumentamos la lupa. España vive la misma situación, e incluso la parte regulatoria se puede también observar desde un punto de vista chovinista.
Una paradoja en sí misma ha sido el cambio comercial que ha llevado a cabo Cepsa en 2024. La compañía ha cambiado por completo su identidad que, a partir de ahora, será Moeve. Además, ha coloreado una nueva imagen corporativa, y a nivel de marketing ha invertido mucho para trasladar el mensaje de que su negocio ha cambiado, y que el petróleo empezará a ser parte del pasado en breve.
Por su parte, Repsol vive un momento de gran tensión corporativa. Su consejero delegado, Josu Jon Imaz, se ha arrogado como la principal voz contra el impuestazo del Gobierno. Eso le ha canjeado una tensa relación con el Ejecutivo. Algo, por otra parte, que no es nuevo. Hace un par de años, cuando el Ministerio para la Transición Ecológica pretendía introducir el Fondo de Sostenibilidad, que perjudicaba a la petrolera española, éstos amenazaron con llevar la cuestión a los tribunales.
Por si fuera poco, Repsol ha tenido que enfrentar este pasado 2024 una lucha judicial contra Iberdrola por acusaciones de publicidad engañosa. Esta situación está enmarcada en una dura competencia, precisamente, por su entrada en nuevos negocios, y las suspicacias que eso levanta frente a la competencia dado que entran con mucha pujanza para acortar el camino andado por las eléctricas.
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