ajuste de cuentas
Olvidar que olvidé
El deterioro cognitivo supondrá un enorme desafío para los mercados financieros y sus reguladores
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Avanzamos hacia un nuevo mundo, donde por primera vez habrá más personas viejas que jóvenes sobre el planeta. Los estudios sobre el envejecimiento de las sociedades ya han desbordado el ámbito sanitario y están tocando otras realidades. Una característica que acecha a las ... personas mayores es el inevitable deterioro cognitivo y el número creciente de casos en que dilapidan sus patrimonios con malas decisiones económicas.
Hay varios estudios que demuestran que las personas que envejecen tienden a subestimar su propio deterioro cognitivo. Además, aquellos que experimentan un daño severo, pero no son conscientes de ello, tienen más probabilidades de hacer malos negocios en comparación con aquellos que sí son conscientes o no experimentaron tal deterioro. Dichas pérdidas patrimoniales, como demostraron los economistas Mazzona y Peracchi en una investigación de 2020 titulada 'Are Older People Aware of Their Cognitive Decline? Misperception and Financial Decision Making', las experimentan personas relativamente más ricas que anteriormente eran activas en el mercado de valores o de capitales.
El asunto plantea un desafío muy complejo. Las cohortes que empiezan a jubilarse lo hacen con una riqueza mayor y más diversificada que las anteriores. Los sistemas de pensiones públicos, además, están evolucionando a nivel global desde esquemas de beneficio definido, con flujos garantizados, a los de contribución definida que requieren una participación más activa del beneficiario.
Todo esto significa que las personas tendrán que enfrentarse a decisiones financieras más complejas que afectarán de manera decisiva su nivel de vida. Instrumentos como las tarjetas 'revolving', por ejemplo, donde se abona parte o la totalidad de los intereses, pero nunca se amortiza el principal, pueden arruinar a una persona que no entienda su funcionamiento. La alfabetización financiera, que podría ser la respuesta para mitigar este problema entre los jóvenes y adultos, no sirve de nada en el caso de las personas mayores. La caída de las capacidades cognitivas afecta a la gestión de la información así que ataca de manera determinante la calidad de sus decisiones.
El envejecimiento va a ser un nuevo argumento para el intervencionismo económico. Los reguladores tendrán que aprender a calibrar los beneficios de la intervención para aquellos individuos que tomen malas decisiones y el perjuicio global que puede suponer una legislación demasiado estricta que puede acabar matando la innovación financiera.
Quizá lo más importante en el futuro será dilucidar si las personas mayores son capaces de asumir su propio deterioro cognitivo. Aquellos que se dan cuenta, pueden delegar sus decisiones en un miembro de su familia o en un asesor financiero. Pero esto podría no resolver el asunto, ya que existen abundantes estudios que demuestran que es muy difícil alinear los intereses del afectado con sus representantes (problema agente-principal). jmuller@abc.es
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