La necesaria unidad empresarial
«Cuando en la balanza empiezan a pesar el provecho personal o el futuro profesional frente a las necesidades de quienes defendemos, es hora de dejar paso a otros»

La defensa de los intereses de un colectivo siempre supone una muestra de generosidad. Primero porque resta tiempo para la vida personal y profesional, y segundo porque es una tarea ingrata en la que se sabe que habrá contratiempos. Aun así, en mi caso llevo más de diez años en organizaciones empresariales y tengo que decir que ha sido una lección de vida. Hay que aprender a pactar, a ponderar intereses al mismo tiempo que intentar ser firme en la defensa de las necesidades básicas de los pequeños negocios ante interlocutores tan potentes como los sindicatos o los partidos políticos.
En este recorrido, he visto cómo empresarios y empresarias de distintos sectores, con ideologías diversas, negocios de todos los tamaños y orígenes territoriales diferentes hemos sabido unirnos y embridar nuestros egos por un objetivo común: la empresa.
Hoy, el mundo empresarial encara tiempos de incertidumbre. También los empresarios como se está viendo estos días con los polémicos movimientos del presidente de Cepyme. Nos enfrentamos a subidas de impuestos indiscriminadas que afectan nuestra competitividad y frenan el crecimiento de las pymes, caída de la inversión, baja productividad, incremento de los costes salariales, acceso a la financiación cada vez más complicado y a un absentismo laboral en aumento. Todo esto no solo limita la expansión de nuestros negocios, sino que también desincentiva la creación de nuevas empresas y las tan necesarias vocaciones empresariales.
La unidad de mercado, la libertad de empresa y la lucha por un bien común que suponen empleo y riqueza para todos los españoles, son los pilares que nos definen como empresarios y que guían el trabajo de quienes dirigimos organizaciones empresariales por mandato de nuestros colegas, en mi caso jóvenes, autónomos y microempresas.
Pero hoy, a pesar de esas incertidumbres, somos más fuertes que hace una década. La unidad en torno a CEOE y sus más de 4.500 organizaciones, la importancia del diálogo social que algunos pretenden convertir en un monólogo, ignorando una vez más nuestra Constitución, nos da confianza y refuerza nuestra determinación para seguir avanzando. Pequeñas, medianas y grandes empresas compartimos la misma visión y la misma esperanza de un futuro mejor para el tejido empresarial que lo será, de esa manera, para nuestro país. Claro ejemplo de ello fue la firma del V Acuerdo para el Empleo y la Negociación colectiva que empresarios y sindicatos firmamos en su día. ¡Hablando se entiende la gente!
Si de algo hemos de estar orgullosos porque ha cimentado nuestro actual grado de bienestar es la paz social en los más de 40 años de democracia, el entendimiento entre agentes sociales, negociaciones hasta altas horas no solo en España sino también en Bruselas, llegar a acuerdos por encima de intereses personalistas. El bien común del país siempre ha ido por delante del ego, de nuestra ideología o de nuestro futuro personal. Claro que representar a los sectores y colectivos empresariales no es tarea fácil, le quitamos horas a nuestras familias y amigos, a nuestras empresas, en definitiva, a nuestra propia vida. Pero hay algo que tengo claro, creo firmemente en nuestro talento, nuestra creatividad, nuestra fuerza como españoles que llevamos más allá de nuestras fronteras y que se valora en cualquier rincón del mundo, y eso compensa todo lo anterior.
Por eso, cuando en la balanza empiezan a pesar el provecho personal o el futuro profesional frente a las necesidades de quienes defendemos, es hora de dejar paso a otros. Porque en cargos como el que yo ostento siempre hay que tener claro que lo importante no eres tú o tú mandato, sino que eres un eslabón de una cadena que siempre ha de permanecer unida y nunca romperse. Ojalá ahora Cepyme lo tenga claro.
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