El presidente de Prisa completa el asalto de Indra en favor del Gobierno
Oughourlian repite la jugada con la que quitó el poder al Santander del grupo editorial y rinde la compañía estratégica
El asalto de Indra, a plena luz del día y con taquígrafos , parece una trapacera manera de retorcer el gobierno corporativo para situar las empresas estratégicas de rodillas ante el Gobierno. Porque que el mismo señor saque a Javier Monzón de Prisa y ... desbanque a los consejeros reacios a entregar Indra al sanchismo con idéntica maniobra es cuando menos una anomalía tan rotunda como que un consejero convierta la sociedad que administra en su oficina de influencias, en íntima comunión con su línea directiva e imponiendo un criterio ejecutivo. Lo malo es que pierden Prisa, Indra y lo que venga. Un dato más que demuestra similitudes: el asalto a Prisa se ganó por solo un 52 por ciento de votos; el de Indra, con un 53.
Ahora que lo peor es que los legítimos intereses de los inversores quedan desprotegidos, al albur de ventajistas y descuideros de la ortodoxia corporativa. El daño siempre es grave, pero cuando alcanza a empresas estratégicas multiplica los efectos nocivos, porque afecta al tejido íntimo de un Estado. Surgen muchas preguntas. Ahí va la primera: ¿A qué se dedica la CNMV ? Se me ocurre así a bote pronto que bueno sería pues que el PP se pusiera las pilas y exigiera una comisión de investigación parlamentari a y encienda las alarmas no solo en la Carrera de San Jerónimo sino en Bruselas y Estrasburgo. ¿No? No vaya a ser además que cuando Núñez Feijóo llegue al Gobierno, digo yo, se encuentre todos los sillones con el cartel de 'ocupado' y no precisamente por los más validos. Luego será tarde. Y se quejarán porque es... eso, tarde. Sobre todo, para la empresa.
El caso es que el golpe de mano en Indra liquida a los consejeros independientes y , por tanto, a aquellos miembros no sujetos a intereses personales, patrimoniales o económicos dentro de Indra. Lo fundamental ahora es asegurar el negocio, para que el presidente Marc Murtra pueda afianzar su presidencia ejecutiva y la acción aguante en el parqué. Para eso hacía falta corroborar al profesional que hace unas semanas se situó al frente de Minsait, Luis Abril , un profundo conocedor del sector y de la compañía que ha obtenido un respaldo de casi el cien por cien de los votos como consejero ejecutivo y para tranquilidad de la empresa y sus accionistas.
¡Será que no lo he avisado en numerosas ocasiones! Pues... ¡por fin afloró la estrategia!: amarrar una mayoría accionarial con socios indiscutiblemente gubernamentales . Una vez inclinada la balanza se fomenta la entrada de un fondo de inversión que, con apariencia de profesionalidad y bajo la bandera de la rentabilidad, presenta a última hora una propuesta para eliminar a los consejeros rebeldes o molestos. Entonces, los accionistas de la cuerda se apresuran a respaldar la iniciativa que, en la práctica, les entrega el control de la empresa a rendir. Esta vez solo les han fallado tres detalles: la jugada ya la habíamos visto, en Prisa; el fondo, ya lo conocíamos, de Prisa; y el hombre-caballo de Troya es un habitual de estas trapisondas, el presidente de Prisa , que repite la jugada con la que quitó el poder al Santander del grupo editorial y rinde la compañía estratégica. Por cierto, la propuesta de este -Joseph Oughourlian, un señor íntimo amigo del presidente Sánchez, que igual compra el equipo de fútbol del Zaragoza, que Prisa, que Indra- para cesar a los que defendían la independencia de sí después frente al Gobierno no estaba incluida en el orden del día. Todo muy transparente. Lo dicho, ¿algo que decir señor presidente de la CNMV ? Porque, digo yo, si quieren el control que lancen una opa mejor ¿no? Porque en una empresa sin consejeros independientes no hay garantías de evitar los conflictos de intereses. Esa es la responsabilidad de la CNMV, como garante del buen gobierno corporativo. ¡Nada más propio de una compañía rendida al Gobierno que un consejo sin independientes! De lo más descarado y fuerte que recuerdo de ataque a una empresa desde un Gobierno.
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