Los cañonazos del Arsenal dejan al Madrid al borde de la eliminación

Cuando los dos equipos se marcharon a los vestuarios del Emirates para cargar las baterías y recibir las instrucciones de sus entrenadores, no se sabía si el partido era carne o pescado. Fue una primera mitad de más respeto que imaginación, de más cuidado que de riesgo. La zozobra llegaba cuando el balón pasaba por las botas de Odegaard y de Bellingham, pero las pocas acciones que pudieron generar noruego e inglés no fueron acompañadas por un buen remate. Y, delante, también había dos porteros de trazo grueso.

El Arsenal le buscaba las cosquillas al Madrid con Martinelli y Saka, sabedor que delante había un mediocentro y un central reconvertido a laterales. Duelo desigualado, sobre todo en la zona izquierda que ocupó el austríaco, pero paradójicamente sufría más Valverde en su duelo con el brasileño.

El Madrid estaba instalado en un bloque medio en el que Camavinga y Modric tardaron en encontrar su espacio. A la media hora de partido, el croata era el jugador que más balones había perdido de su equipo. 75% de acierto en el pase para un tipo que ronda el 92-93%.

De Bellingham, la generosidad defensiva de siempre y un poquito más. Por su zona pululaba Odegaard y un Saka de menos a más que se desesperaba en las pocas veces que llegó a línea de fondo y nadie hizo buenos sus centros.

Tampoco Mbappé logró ponerle el lazo a un pase al espacio de Bellingham en el 31 que dejó al francés solo ante Raya. Kylian posicionó su cuerpo para golpear con la derecha y, ya dentro del área, ni su característico disparo al palo corto ni un golpeo con el interior al largo. Tiró al muñeco, como en las ferias, pero eso en el fútbol no tiene premio.

Ahí perdonó el Madrid el 0-1. Encontraría algo de consuelo en el 44, minuto de doble ocasión del Arsenal abortada por Courtois. Primero fue la cabeza de Rice la que obligó al belga a hincar el riñón, y luego fue el puño derecho de Thibaut, en el rechace, el que despejó el disparo de Martinelli.

Los primeros diez minutos de la reanudación no cambiaron la escaleta. Como partida de ajedrez estaba bien, pero te diviertes más jugando a las damas. Y a eso quiso jugar el Arsenal desde el 58, minuto del 1-0. Saka sacó a Alaba de su zona y el austríaco regaló una falta a cinco metros de la frontal del área. La clavó Rice por fuera de la barrera, tacaña en efectivos. A Courtois le faltó poner un quinto compañero para evitar la rosca de fuera a adentro del inglés.

El belga se redimió diez minutos después, con un doble paradón a Martinelli y Merino. Entre medias, Alaba sacó sobre la raya un disparo de Mikel. Bellingham hizo lo mismo treinta segundos después a un disparo de Rice. El vendaval era ya incontrolable.

El 2-0 lo volvió a hacer Declan Rice. Otro libre directo en la frontal del área, esta vez más centrada, y zambombazo del mediocentro inglés a la escuadra de la portería del Madrid. Una de las mejores faltas que el Emirates ha visto en sus 17 años de vida. Imparable para Courtois y para un portaaviones.

Con veinte minutos por delante, el Madrid caminaba en el alambre de no encajar un tercero que le pusiera casi imposible la eliminatoria o de ir a la portería rival en busca de ese gol que hiciera más fácil la remontada del Bernabéu, pero este Madrid lleva semanas dando señales de fatiga física y mental, y quién se llevara las manos a la cabeza es que solía ver los partidos del Madrid con una venda en los ojos.

El 3-0 lo hizo Mikel Merino, en el 78. Recibió un pase de Lewis-Skelly en la medialuna del área y desde ahí, de primeras, con su izquierda, encontró la esquina de la portería. Ancelotti resoplaba mientras buscaba soluciones con Lucas y Fran García. Sí, Lucas y Fran García como solución a un meneo continental que señala a Ancelotti, pero también a Vinicius, Rodrygo y Mbappé. Paliza a cañonazos en el Emirates.