Fútbol
Un refugio de inmigrantes con los hermanos de Julián Álvarez
Como efecto de una diáspora inversa, el equipo amateur Club Argentino de Fútbol busca replicar en España el espíritu de los clubes fundados por inmigrantes europeos hace un siglo en Buenos Aires
Barrios devuelve la sonrisa al Atlético

Son las cuatro de la tarde en Alcalá de Henares y hay doscientos aficionados argentinos disfrutando del primer sol de primavera entre cánticos rioplatenses. Hay termos, y mates, y en un fondo del campo (césped artificial) han colgado una bandera gigante con los dos mayores ... exponentes del talento balompédico nacional (Leo Messi y Diego Armando Maradona) y una frase: «No te lo puedo explicar porque no vas a entender» (popularizada durante el victorioso Mundial de Qatar 2022). El equipo local, que juega con una camiseta blanca y una franja diagonal celeste, se llama Club Argentino de Fútbol, pero se le conoce como el 'Granadero' (en homenaje a la unidad militar de élite creada por el 'libertador' José San Martín en Buenos Aires en 1812). Pertenece todavía a la categoría de fútbol aficionado. Sin embargo, ha atraído interés público por dos motivos: el primero, evocar los clubes creados en Argentina hace casi un siglo, cuando la diáspora inversa de inmigrantes europeos ya estaba sólidamente asentada en el Cono Sur. El segundo es que dos de sus jugadores, el lateral izquierdo y un delantero, son hermanos de Julián Álvarez, la nueva estrella del fútbol argentino y del Atlético de Madrid.
Desde que hace un mes Álvarez (la 'Araña') y su compañero de equipo Rodrigo de Paul acudieran a un partido del 'Granaderos', el club se ha hecho viral en Internet. Hay, de hecho, camarógrafos que recorren el campo grabando vídeos para Instagram y otras redes. Cada gol (acabarán ganando 2-0 a Deportivo Alcalá y están en puestos de ascenso) se celebra como si fuera un Mundial.

El Club Argentino es, en efecto, un fenómeno equiparable al de los clubes fundados por emigrantes europeos a mediados del siglo XX al otro lado del Atlántico; probablemente los más conocidos sean el Deportivo Español (cuyo mayor logro fue jugar en Primera División durante los años 80 y 90, con buen rendimiento) y el Sportivo Italiano (que ha jugado en Segunda División en diferentes momentos de su historia), instituciones representativas de unas comunidades cada vez más numerosas y organizadas, cuyo valor residía, entre otras cosas, en que permitían mantener ciertas costumbres nacionales y aliviar la melancolía del exilio en una época sin teléfonos móviles ni redes sociales. Según cifras oficiales, actualmente residen en nuestro país más de 300.000 ciudadanos argentinos.
Un fundador ex de River
Adrián Varela y Gustavo Nomdedeu, dos dirigentes y consultores deportivos con experiencia, fundaron hace dos años un club que tiene hoy más de 250.000 seguidores en Instagram. Varela, que fue integrante de la directiva del club River Plate durante la presidencia de Rodolfo D'Onofrio, explica a ABC que se trata de un proyecto «absolutamente ambicioso», planificado a largo plazo, que no pretende ser un reducto de argentinidad pura: «Nunca se pensó sólo para argentinos, no nos cerramos a la diversidad cultural. Soy muy crítico con los errores de nuestra nación, pero tenemos por naturaleza la apertura de aceptar a toda persona, siempre que cumpla los requerimientos». El entrenador es un policía local español que reside en Torrejón de Ardoz, y a la plantilla se ha incorporado recientemente un delantero ecuatoguineano. La mayoría de los jugadores son, eso sí, argentinos.
El club alquila un campo compartido en el espacio deportivo La Garena, pero no siente haber encontrado aún su espacio definitivo en España. «Nos gustaría encontrar un trato como el que tuvo el Deportivo Español cuando le pidieron a la ciudad de Buenos Aires la cesión de un espacio; pretendemos exactamente lo mismo: crecer a partir de un espacio físico más nuestro, que sirva también para desarrollar áreas sociales y culturales… Queremos recrear la esencia de los clubes argentinos: un lugar donde las familias se reúnen, los niños juegan y nuestras pasiones deportivas son más intensas; recrear esa misma identidad y esencia para todos los inmigrantes argentinos que en los últimos años han emigrado a España, un país que siempre nos acoge con mucho cariño y donde estamos muy cómodos».
Varela pone sus esperanzas, dice, en la Comunidad de Madrid, dado que «Alcalá de Henares no ha hecho nada hasta ahora… Somos el único club que paga un alquiler por un campo. Creemos sinceramente que Alcalá no será el espacio definitivo», dice en tono serio. Para los responsables del club, disponer de un espacio propio no es sólo una cuestión logística o deportiva: es, ante todo, una forma de arraigo, en la tradición de los clubes que vertebran la vida social durante la semana en Argentina. «Un lugar fijo, visible, donde reunirse cada semana, donde el césped tenga memoria. En otras palabras: construir un punto de referencia».

Pese a la discreción habitual de Julián Álvarez y su familia (sus hermanos declinan de hecho amablemente la conversación con ABC porque no quieren ningún protagonismo especial), los fichajes de Rafael y Agustín han dado un relieve inesperado al equipo. Todos los hinchas comentan su parecido físico con Julián. «Ellos reflejan un espíritu y una tradición familiar que muestran exactamente los valores de las familias argentinas, sobre todo en el interior del país (que fue moldeado por inmigrantes). Queremos que ese valor se extienda en el crecimiento de nuestro club».
Última categoría
La humildad no implica, en todo caso, falta de audacia. A pesar de jugar actualmente en la última categoría del fútbol madrileño, los 'Granaderos' dicen aspirar a consolidarse como un club profesional en los próximos años. En ésta, la segunda temporada de su vida, rozan ya el ascenso a la siguiente categoría. «Nosotros soñamos en grande», confiesa el presidente, «bordeando lo utópico, que sería llevarlo a la Primera División del fútbol español en un periodo razonable de tiempo. No me escapo de esa utopía, qué le voy a hacer, será porque soy bien argentino».
Desde hace meses, el club ha comenzado a establecer lazos con asociaciones vecinales, escuelas deportivas y pequeños negocios de la zona. La estrategia, aseguran sus fundadores, no es sólo crecer en redes o atraer seguidores por vínculos familiares, sino consolidar una comunidad real. «Queremos que el club sea un puente entre generaciones y culturas, como lo fueron tantos clubes en Argentina». De hecho, algunos padres españoles se han acercado para preguntar por plazas en los equipos juveniles. Los entrenamientos, que hasta hace poco eran modestos, han ganado en exigencia y planificación. La cantera empieza a estructurarse, hay horarios definidos y entrenadores formados. «No queremos saltarnos etapas, pero sí hacer cada paso con seriedad. Esto es mucho más que fútbol: es identidad, pertenencia y una oportunidad para todos los que llegamos a este país a comenzar de nuevo», concluye Varela.
Antes de que acabe el partido ya están calentando los juveniles del club, que juegan después de los mayores: la fiesta dura hasta el atardecer y el aparcamiento está a reventar. Hay un bar en el complejo deportivo que vuelve a llenarse de gente mientras la plantilla del primer equipo se ducha y los juveniles ocupan el césped. La afición sigue comentando los cuatro remates al larguero de su equipo; algunos futbolistas dan declaraciones que serán subidas rápidamente a Instagram o TikTok. Hay una parrilla apagada esperando la fiesta del ascenso y promesas de carritos con choripanes y cerveza fría. Muchos desencantados con el mes fatídico de Simeone y el 'Atleti'. Como afirman los hermanos de la 'Araña' en redes sociales, «esto es una porción de Argentina en Madrid, juegas aquí y te sientes como en casa».
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