Otro año perdido en abril: tercer fiasco más temprano del Atlético de Simeone

Después de un irregular comienzo de campaña, el conjunto rojiblanco tocó fondo en Lisboa y Sevilla, donde recibió dos duras derrotas ante Benfica y Betis. El equipo se levantó como nunca antes y encadenó quince victorias consecutivas para entrar de lleno en la historia del club con la racha más victoriosa de siempre. El primer tropiezo llegó en Leganés, pero el Atlético demostró que fue un accidente y prosiguió con su buen hacer, cimentado en un once de gala sólido y resolutivo.

Hasta que llegó marzo y los seis partidos en los que se jugaba la temporada concluyeron como el rosario de la aurora. Una ida de los octavos de Champions en el Bernabéu en la que no se atrevió a plasmar su dominio en un plan ofensivo en busca de un mejor resultado, una derrota en Getafe en la que apenas compareció y se dejó remontar, el drama de la vuelta europea en la que dejó escapar la euforia inicial y a un Madrid aturdido –concluido con el cruel desenlace del doble toque de Julián Álvarez–, una buena imagen ante el Barcelona en Liga para terminar sucumbiendo por falta de energía, un dejarse ir inexplicable en Cornellá con la Liga en juego y, como punto final, una primera parte desechada y aprovechada por el conjunto azulgrana para sepultar al Atlético.

El gran señalado, como no puede ser de otra manera, es Simeone. Sin que ello suponga una crítica a todo lo que ha significado y significa su figura en la historia del club, al argentino se le ha caído el equipo cuando era necesario e imperativo todo lo contrario. Una circunstancia a la que ha ayudado sobremanera su naturaleza amarrategui y defensiva, plasmada en falta de valentía para atreverse en mayor en medida e incluso tumbar a Madrid y Barcelona.

A pesar de ello, el discurso que mantiene el técnico rojiblanco es de satisfacción por la temporada llevada a cabo y de que el equipo no da para más. «Reproche no hay, reclamos tampoco. Los futbolistas están dando absolutamente todo. Estamos dando el máximo sin lugar a dudas», fueron las palabras de Simeone tras quedarse sin títulos una campaña más. Un mensaje que no evoluciona aun con la notable mejoría en la plantilla rojiblanca tras los millonarios desembolsos efectuados el pasado verano.

Y unas palabras que contrastan con las de sus propios jugadores, como el propio Giménez, que pidió perdón por el desenlace del año y por tirar los primeros 45 minutos ante el Barça, y en las que no se aprecia apenas atisbo de autocrítica ni exigencia, dos ingredientes fundamentales si el Atlético desea volver a inundar de ilusión el mes de abril.

En comparación con las catorce campañas que Simeone acumula en el banquillo rojiblanco, esta campaña entra en el podio de años en los que el equipo antes se ha quedado sin títulos por los que competir, a pesar de tratarse, si no de la mejor, de las mejores plantillas en la historia del club. Hasta que comience el Mundial de Clubes, el próximo 14 de junio, los futbolistas del Atlético tiene por delante nueve jornadas de Liga y 73 días sin ningún objetivo, más allá de acabar de la forma más digna posible y no dejarse para ir para empeorar el sabor final de la campaña.

Una cifra solo comparable a lo ocurrido en las temporadas 2018-19 y 2022-23. En la primera, se descolgó definitivamente de la Liga a falta de diez jornadas, fue apeado de la Champions en octavos por la Juventus y se despidió de la Copa en la misma ronda a manos del Girona. En la segunda ni siquiera llegó a febrero con títulos por los que luchar, alejado de la cabeza liguera con tan solo trece jornadas disputadas, descalabrado de Europa en la fase de grupos y caído en el torneo del K.O. tras perder ante el Madrid en cuartos.