Es fútbol y es femenino
El peligro de un Barça admirable y abusón
«La competición se vuelve predecible, monótona y aburrida. Y eso conlleva que todo lo vinculado a la industria (derechos de televisión, 'ticketing', patrocinios) se estanque»
¡Pero qué dice Toril!

Una semifinal resuelta por 4-0 ante el Real Madrid y una final conquistad por una paliza aún más insultante por 7-0 frente al Levante. La recién concluida Supercopa femenina recordó que el Barcelona es el mejor equipo del mundo. Pero esa aplastante superioridad, ... admirable por un lado, no es presentable en un escenario competitivo al que le conviene la incertidumbre y la igualdad. Y los rivales son los dos equipos que le siguen inmediatamente, aunque de lejos, en la clasificación de la Liga. Y no fue un abuso ocasional, sino recurrente, se repite año tras año. En la final de 2020, las azulgranas arrollaron a la Real Sociedad por un apabullante 10-1. Aplaudan si quieren, pero el asunto es más bien para llorar. No hay beneficiados.
El Barça femenino ascendió por primera vez a Primera hace 20 años, en la temporada 2003-04, venciendo en la primera ronda del 'playoff' al Rayco canario y de aquella manera al Atlético de Madrid: a las rojiblancas, capitaneadas entonces por Ana Rosell, hoy directora deportiva del Real Madrid, les dijeron que el partido se iba a suspender por el fallecimiento de Jesús Gil y se tomaron la noche previa libre, de fiesta; el duelo finalmente se jugó y lo ganaron las azulgranas, que desde entonces no han dejado de crecer. Con trabajo, planificación y más dinero que nadie. Mucho más. El Barça pasó a ganarlo todo, cada vez con menos discusión.
Un despegue perjudicial para el interés de la competición que no tiene visos de pararse. Sus rivales hacen progresivos recortes en sus presupuestos, mientras el del Barça recorre la tendencia opuesta: cada año aumenta su partida y sus cuentas oficiales reflejan que es la única sección del club que da beneficios. El Real Madrid, creado artificialmente para acabar con el abuso, sigue a años luz en resultados, gestión y economía (pierde 6 millones de euros) cuatro años después.
Y esta superioridad, que no es buena nunca, lo es menos para el fútbol femenino. La única incertidumbre de los partidos del Barça es saber por cuántos goles de diferencia ganarán. Así es imposible creer en el crecimiento del fútbol femenino. La competición se vuelve predecible, monótona y aburrida. Y eso conlleva que todo lo vinculado a la industria (derechos de televisión, 'ticketing', patrocinios) se estanque.
La solución tal vez pase por un cambio en la estructura de la competición, quizás por una reducción de equipos (ahora hay 16; en Italia, 10; en Inglaterra, 12). No sé, todo menos cruzarse de brazos. Porque acá aún no ha finalizado la primera vuelta y ya está todo dicho. Sin Liga reñida, no hay interés. Al calor del Mundial, el fútbol femenino ha ganado visibilidad y algunos retos, pero en general aún se desangra estratégica, técnica y económicamente. Celebren las goleadas del Barcelona mientras caminan sin enterarse hacia la defunción. Porque así esto no hay quien lo soporte.
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