Es fútbol y es femenino
Una Copa de la Reina que reaviva los fuegos
«¿Por qué hay tantísima desigualdad en las competiciones? ¿Dónde han ido a parar los 32 millones del CSD para la profesionalización y la sostenibilidad de los clubes?»
Máximas rivalidades impostadas
Liga F: postereo máximo, eficacia mínima

La predecible final de la Copa de la Reina acabó con el resultado esperado: apabullante goleada del Barsa a la Real Sociedad por 8-0. Las catalanas se llevaron su décima Copa, con un resultado que no fue sólo fruto del excelente nivel ... del Barsa, sino también de la desastrosa actuación defensiva de la Real Sociedad.
Dos fuegos se han reavivado desde ese partido. El primero, si la ausencia de la presidenta Beatriz Álvarez, junto a la Reina Letizia en el palco, visibiliza el malestar de la Liga F con la RFEF, más concretamente con Pedro Rocha, por tener bloqueado el convenio de coordinación desde hace nueve meses. El segundo fuego por apagar es el eterno debate de si el fútbol femenino en España es competitivo o no. Y esto tiene más enjundia.
Las de la Liga F española no son competiciones emocionantes, todo está decidido y más que sabido antes incluso de empezar. ¿Por qué hay tantísima desigualdad? Pedro Cifuentes, en ABC, escribía que la capitana del Costa Adeje Tenerife, Raquel Peña Rodríguez 'Pisco', insistía que lo que realmente hacía falta es «más dinero». ¿Más? Me pregunto dónde han ido a parar los fondos públicos del CSD (32 millones de euros, ni más ni menos) para la profesionalización y la sostenibilidad de los clubes. Algún problema debe haber para que, si a pesar de la aportación de ese dinero, el finalista de la Copa, la Real Sociedad, se ve obligado a vender a la mejor defensa que tiene, Ana Tejada, para cuadrar su balance, importándole bastante poco sufrir una humillante derrota.
Las jugadoras del Barça reclaman una reducción de equipos. En mi opinión, una posible solución no pasa tanto por una menor cantidad de equipos, sino más bien por una reestructuración de las competiciones, que avive la competitividad entre los clubes y sobre todo, garantice la sostenibilidad económica. Eso, por ejemplo, permitiría optimizar los recursos económicos que destinan las distintas instituciones que gobiernan y financian el fútbol femenino español: CSD, RFEF y LIGA F. Además, se frenaría en seco la fuga de tantas talentosísimas jugadoras que se van a EE.UU. y a Inglaterra para proseguir su carrera. Para que se hagan una idea clara de la situación: ¿Cómo no se van a ir si, por ejemplo, el premio de FA Cup en Inglaterra asciende a 950.000 libras y aquí a sólo 20.000 euros? Y esa es sólo una de las comparaciones, pero imagínense el resto, todo en parecida desigual proporcionalidad. Y no hablamos de falta de dinero, hablamos de pésima gestión y de nefasto sentido de la justicia en la repartición de esos fondos.
¿Cómo podría ser esa reestructuración? Actualmente entre la Primera y la Segunda división hay 30 equipos (16 en Primera y 14 en Segunda). Mi propuesta pasaría por una Primera división de 10 equipos, a dos vueltas. Tras la finalización, los cinco primeros lucharían por el título y, del sexto al décimo, por el descenso, en el que bajarían los dos equipos que quedaran últimos. La Segunda división también debería ser profesional y estar gestionada desde la Liga F, asegurando un salario mínimo regulado por el convenio, y compuesta por dos grupos de diez, norte y sur, con el mismo formato de competición de la Primera. Dos ascensos y dos descensos, y aglutinaría desde el paraguas de la RFEF, la tercera categoría y la cuarta categoría en una única con ocho grupos de 16 equipos.
¿Qué conseguiríamos con esto? Por un lado, una competición emocionante donde en cada partido habría mucho en juego, con lo atractivo que eso resultaría para el espectador. Por otro, una reducción de gastos en desplazamientos muy importante, sobre todo en equipos independientes. Las jugadoras tendrían menos carga de partidos, por lo que tendrían más oportunidades de descansar y recuperarse, algo que además supondría tener menos lesiones, y así en las citas internacionales todavía podrían dar mejor rendimiento.
Marta Carro, jugadora del Valencia, opinaba sobre una posible reducción en la misma columna que Pisco que «el fútbol es un deporte como mínimo de 16 equipos, y que si reduces, muchas chicas se van a ir al paro o van a tener que buscar una oportunidad fuera». Yo, sinceramente, le diría a Marta que es justo al revés. Marta, con este formato no habría más chicas el paro, sino más jugadoras regularizadas laboralmente. Pasaríamos de 16 plantillas a 30 bajo el amparo laboral de un convenio colectivo. Cuando se están empezando a ir fuera es ahora, porque no tenemos una competición que pueda competir y las irregularidades laborales en segunda división siguen siendo muchas.
Existe un problema claro de sostenibilidad y competitividad. Si logra solucionarse, el fútbol F se transformaría en el deporte apasionante que es y definitivamente tendría el lugar que merece. Eso sí, si no llegan a acuerdos, la historia podría acabar convirtiéndose en una auténtica pesadilla. Quizá sea la hora de que RFEF, LIGA F y sindicatos se sienten a hablar de una vez por todas en busca del consenso que podría transformar el panorama. Tuvimos un rayo de esperanza con las declaraciones de la presidenta de la Liga en la entrega de la Copa de campeonas a las jugadoras del Barsa, donde hablaba de que su presencia era un primer paso para un acercamiento con la RFEF. Pero fue un espejismo; Álvarez sí asistió a la final de Liga, pero su notoria ausencia en la Copa, sin ella decirlo, ha supuesto tres pasos atrás. Así que, lamentablemente, seguimos sin avanzar.
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