'Caso Rubiales'
Jenni Hermoso relata al juez el «atosigamiento» tras el beso «no consentido» de Rubiales
La futbolista reitera que fue sometida a presiones en la que podría ser la última declaración del caso
El TAD inhabilita tres años a Rubiales por el beso no consentido a Jenni Hermoso y sus gestos en el palco de la final del Mundial
La jugadora de la selección española Jennifer Hermoso ha declarado por fineste martes ante el juez de la Audiencia Nacional que viene investigando a Luis Rubiales por agredirla sexualmente y coaccionarla en relación al beso que le propinó en la final del Mundial ... en Sídney (Australia) el pasado mes de agosto.
La comparecencia, programada a las diez de la mañana tras varios cambios de fecha por problemas de agenda de la internacional, se había hecho esperar. Todos los investigados y los testigos previstos han pasado ya por el Juzgado Central de Instrucción número 1, pero ella aún no había tenido oportunidad de que allí se escuchase su versión. Y puede haber dicho la última palabra porque a falta de un recurso contra la testifical que pedía una de las defensas, la de Hermoso es la última diligencia de las señaladas en el calendario. El caso toca a su fin tras cuatro meses de investigación.
Con diez minutos de antelación respecto de la hora señalada y saludando tímidamente a los medios gráficos que se han apostado este martes en el entorno de la Audiencia Nacional, Hermoso ha llegado serena y escoltada por sus abogados y los del sindicato de futbolistas AFE a los Juzgados Centrales. Una vez dentro, se ha sometido a más de dos horas de interrogatorio por parte del juez Francisco De Jorge, la fiscal Marta Durántez, sus propios letrados y los de las defensas, incluyendo, como no podía ser de otra manera, a la del principal investigado, Luis Rubiales. A la salida, y sin dejar de reconocer que había sido «muy largo», ha dado las gracias a la prensa por el apoyo y la cobertura. «Estoy bien. Estoy fuerte. Ahora está todo en manos de la Justicia», ha señalado en una breve intervención ante las cámaras. Ella también da este asunto por finalizado.
A puerta cerrada, se había ratificado de todo lo que ya declaró ante la Fiscalía en septiembre y que motivó la querella contra Rubiales que desembocaba este martes en su propia declaración como víctima en la Audiencia Nacional. Ha subrayado que el beso de ningún modo fue consentido, como tampoco un gesto de euforia o de complicidad con «el presi». También ha negado tener una relación de amistad con Rubiales, si bien ha concedido que hablaban con frecuencia y tenía su teléfono, pero nada que ver con esa sintonía entre ambos que él esgrimió como descargo ante la Federación, al inicio, y después en el propio juzgado.
El instructor, según han apuntado en fuentes presentes en la declaración, se interesó en particular por las horas posteriores a aquel beso que Rubiales le propinó en el medallero de Sídney con los ojos de medio mundo mirando. Hermoso ha explicado que fue paulatinamente como se dio cuenta de la gravedad de lo que acababa de pasarle porque en el momento, y en línea con lo que ya dijo en su día a la fiscal, estaba demasiado conmocionada: había ganado el Mundial. Coincide en esto con los testimonios que ofrecieron cuatro de sus compañeras en la selección, Misa Rodríguez, Irene Paredes. Alexia Putellas y Laia Codina, que estuvieron con ella en esas primeras horas.
De acuerdo al relato de Hermoso, poco a poco fue percibiendo no sólo que el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol había traspasado todas las líneas rojas con ese gesto, como sus propias compañeras le harían ver en el autobús que sacó al equipo del estadio, sino que él estaba muy interesado en que dijese en público lo contrario. Ha subrayado en este punto del interrogatorio que, en todo caso, ella ya comentó en aquellos primeros momentos a sus compañeras que ni había pedido ese beso, ni lo esperaba ni le había gustado. «Absolutamente, no», ha respondido cuando dentro de la Sala le insistieron en que aclarase si fue un gesto consentido.
La segunda parte es la de las supuestas presiones, donde a diferencia de la acusación por agresión sexual, no hay una grabación de televisión, sino el relato de diversos testigos que encajan entre sí frente a otros que niegan absolutamente todo el relato. Hermoso este martes ha asegurado que empezó a sufrir un «atosigamiento constante» ya en el mismo vuelo que llevaba al equipo de vuelta a España desde Australia y que el agobio continuó durante el viaje a Ibiza que realizaron varias jugadoras para celebrar el título. La tesis acusatoria es que Rubiales, a quien se imputa un delito de coacciones, desplegó su poder para, sirviéndose de terceros -figuran investigados el exseleccionador Jorge Vilda, el director de la selección Albert Luque y el responsable de Marketing, Rubén Rivera-, presionar a Hermoso de modo que diese la cara por él. Estaban en juego su propia imagen y su continuidad al frente de la RFEF como evidencia que aquel beso, al final, le costó el puesto.
La recta final del caso
Este martes, en su declaración, Hermoso ha afirmado que esas presiones le habían ocasionado desazón y tristeza, así como habían impactado en el normal desarrollo de su vida cotidiana. Es lo que ya recogía la querella de la fiscal que dio inicio a este asunto y es lo que resuena ahora en la Audiencia Nacional como base de la acusación contra Rubiales por agresión sexual y coacciones.
De acuerdo a las fuentes jurídicas consultadas por ABC, no hay más diligencias que practicar en perspectiva, si bien queda un fleco suelto antes de que el juez decida poner fin a este asunto: una de las defensas solicitó que se citase a la actual seleccionadora, Montse Tomé, como testigo, pero el instructor lo descartó por impertinente. Esa decisión se ha recurrido así que está en manos de la Sala de lo Penal, que podría obligar al juez a citarla dilatando la resolución del caso, o darle la razón y abrir vía para el auto que ha de rematar la fase de investigación. La previsión es que llegue más tarde o más temprano y lo sea para enfilar, al menos, a Rubiales hacia el banquillo.