Eurocopa
Unai Simón lleva a España a semifinales
El portero, decisivo al parar dos penaltis en la tanda, alivia a la selección, que sufrió muchísimo contra Suiza
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Unai Simón, durante la tanda de penaltis contra Suiza
Crónica
En una tanda de penaltis angustiosa, España encontró la suerte que se le negó antes en un asedio desesperante, clasificada para semifinales después de imponerse solo a una encomiable Suiza desde los once metros. La selección, que siempre ha tenido una relación discreta con ese arte, el de los penaltis, festejó como merece su éxito en esta Eurocopa, pero sudó sangre en San Petersburgo , muy apurada porque tiene una defensa blandísima y porque la puntería, pese a los 12 tantos que ya lleva en el torneo, no es su fuerte. A falta de acierto, Unai Simón se convirtió en el héroe, consagrado porque por fin tuvo su gran noche con España, decisivo al parar dos lanzamientos de los helvéticos para que Oyarzabal sentenciara y se formase una enorme piña en el césped. El martes, en Wembley, la quinta semifinal de Eurocopa para España, y ya se sabe que siempre que llega a esa ronda avanza hasta la final . A las estadísticas, si son buenas, siempre hay que atenderlas.
Antes del subidón, España tuvo un partido complicadísimo, un choque que pasó por mil fases y que incluso en sus inicios derivó en un bostezo interminable. Después de una tarde taquicárdica como la de Copenhague, España agradeció cierta calma en la puesta en escena de San Petersburgo, pero, tras ese gol medio de Alba medio de Zakaria , era todo tan anodino que al final casi acaba dormida, difícil de masticar el primer tiempo porque no tuvo nada. Se jugaba en un estadio descomunal, como todo lo que hay en esta ciudad preciosa, pero hay más ambiente en cualquier torneo de verano que en esta Eurocopa, a la que le penaliza sobremanera ir de lado a lado como una peonza y más en tiempos de coronavirus. Había, y habrá que hacer caso a las cifras oficiales, 499 españoles con entrada por 592 suizos, pero vaya, que ni un grito de más, ni un cántico con el que encenderse. Y cuando se hace la ola en un campo, que se hizo desde el epílogo del primer acto, señal de que a nadie le importa el partido. Había motivos como para buscar otro tipo de entretenimiento.
Cabe decir que la selección jugó a lo que tocaba, ni frío ni calor. En líneas generales, y sin aspirar a nada más que a un seis y medio, hizo bien las cosas desde el principio, pero sin fuegos artificiales ni la fogosidad de la tarde ante Croacia . Es verdad que ahí despertó desde la fatalidad, pero contra Suiza, casi sin quererlo, se le puso todo de cara y dio la sensación de no querer muchos más regalos. En su único tiro a puerta del primer tiempo acabó festejando el infortunio de Zakaria, quien desvió el disparo de Alba desde la frontal después de que el saque de esquina ejecutado por Koke acabase en la zona del lateral izquierdo titular (él y Pau Torres, las dos únicas novedades), y ya no atacó más, ni una ocasión de peligro en 45 minutos plomizos. La selección, dueña y señora de la pelota, beneficiada de antemano porque Xhaka no jugaba por sanción, aguantó sin sobresaltos y sonrió más si cabe cuando Embolo, el más rápido para montar contras, caía lesionado a los 23 minutos. Todo a favor.
Quedó otra vez, y en eso no bastan las explicaciones de los propios jugadores, una sensación de permanente tibieza atrás, si bien no hubo oportunidades serias en la portería de un reparado Unai Simón , valiente porque no dejó de pedir el balón pese a su trastada del pasado jueves. Pero sí que es verdad que Suiza, que es todo lo ordenada y competitiva que se ha dicho de ella, remataba casi todos los córners (mal) y se barruntaba que alguna contra tendría seguro.
España perdió electricidad en la circulación, demasiado estáticos Pedri y Koke y poco alegres los laterales. Ni Alba ni Azpilicueta desdoblaban y los de arriba, con Ferran y Sarabia en los costados, tuvieron menos desparpajo. A Morata se le menciona para que se sepa que jugó, pero no hizo mucho más que el trabajo sucio que tanto gusta a los entrenadores, anulado por los centrales rojos.
Cabía pensar que el descanso encendería al equipo, pero fue todo lo contrario. España seguía en Babia y ni siquiera Dani Olmo y Moreno, que sentaron a Sarabia y a Morata, animaron el cotarro. Por contra, y obligada a dar un paso al frente, Suiza, con futbolistas con más físico que con grandes ideas, quiso más y dio un paso adelante, enchufada porque en todos los saques de esquina tenía una opción. En uno de ellos, Zakaria, casi libre de marca, remató a placer y la pelota salió rozando un palo de la portería de Simón, que acompañó con la vista para darle más emoción. España estaba aturdida, como al que se le va la siesta de las manos, y Luis Enrique empequeñecía en la banda porque no encontraba remedio. El susto en el 64, remate de Zuber a pase de Vargas que salvó Simón de mala manera, era el preludio de lo que vendría después.
Suiza, gol y expulsión
Eso, lo que vino después, fue el regalo de cada tarde de España, que a veces concede el delantero, otras el portero y esta vez les tocó a los centrales. Entre Pau Torres y Laporte , que volvieron a mezclarse porque Eric García fue de los señalados ante Croacia, regalaron la pelota a Freuler y este le dejó el gol en bandeja a Shaqiri, imposible desperdiciar tantas gentilezas. Empate merecido y alarmas disparadas porque el deterioro del equipo era inquietante.
A España le metió de nuevo en el partido Michael Oliver, árbitro inglés que se excedió en la sanción a Freuler, que estaba siendo de los mejores, porque le envió a la ducha con roja directa por una entrada exagerada a Gerard Moreno que bien podía haberse quedado en amarilla y ya, las cosas como son. Con diez, al veterano Petkovic no le quedó otra que prescindir de sus delanteros y replegó a sus muchachos, que también venían de darse una buena paliza en octavos con aquella prórroga ante Francia. Con los centroeuropeos tan atrás, parecía cuestión de tiempo la redención de España, pero se llegó a la prórroga por castigo y acudieron para refrescar a la selección Marcos Llorente (en su posición natural) y Oyarzabal.
Fue a mejor España, era obligatorio, y también la actitud pareció otra. Gerard Moreno desperdició una notable asistencia de Alba, el mismo Alba probó desde lejos, Olmo rozó el tanto con un tiro que rebotó en Moreno, Llorente chutó mal solo en el área, Moreno volvió a fallar lo que no se puede fallar ante un Sommer descomunal, Oyarzabal también chocó contra el portero... Era un asedio y Suiza achicaba agua como podía y miraba al reloj porque estaba realmente asfixiada, solo le quedaba soñar con los penaltis. Ahí, sin embargo, el héroe fue Unai Simón , que sofocó a Busquets y a Rodri para llevar a España al teatro de Wembley.
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