Fútbol
Carmen Arce 'Kubalita': «Éramos buenas, había interés de la gente, pero nos quisieron ridiculizar»
Mundial femenino
La valenciana rememora con ABC aquellos años de fútbol en los 70 y la primera selección no oficial
Mundial femenino: resultados y clasificaciones

Mientras se van encendiendo los focos del Mundial de Australia y Nueva Zelanda, un grupo de mujeres rememora ese fútbol antes del fútbol por el que tanto lucharon y que tanto disfrutaron. Unas mujeres fuertes, valientes, que ahora, septuagenarias, miran con orgullo lo que hicieron ... y lo regalan con humildad a quienes quieren escuchar y rescatar sus goles del olvido. Porque de aquellos llegan estos. Carmen Arce, 'Kubalita', es de aquellas pioneras que encontraron en el fútbol una forma de expresarse. Y ofrece a ABC una lección de una historia que merece las grandes portadas.
-¿Cómo era aquella época para jugar al fútbol?
-Como toda la sociedad había diferentes situaciones y lugares donde se jugaba, con unas condiciones u otras. Tenemos compañeras cuyas familias no las dejaban jugar. Ese no es el ejemplo de la Comunidad Valenciana. Aquí, en 1970, apareció un anuncio en el periódico en el que un equipo necesitaba jugadoras. En enero de aquel año jugamos el primer partido, y no paramos hasta 1974. En nuestro entorno había mucho apoyo, familiar y de la afición. La Liga de 1972 en la Comunidad contaba con nueve equipos de nueve pueblos. Hemos jugado en el Antonio Román, campo del Levante, con varios miles de espectadores en un campo con 10.000 butacas. Nosotras vivíamos la pasión del fútbol de una manera muy natural, con el respaldo de las familias y los espectadores, ajenas a instituciones o lo que ocurría en otros lugares, con más dificultades.
-¿Y cómo era el fútbol en aquella época?
-Jugábamos muy bien. En Racing y luego en el Marcol y en el Hércules, teníamos la suerte de tener entrenadores que eran de verdad de fútbol, sin tener en cuenta que éramos mujeres: misma dureza, misma disciplina, y tácticamente muy bien estructuradas.
-Lo ganaron todo en aquella época.
-Tuve la suerte de jugar en equipos que ganaban, muy buenos. Y cuando juegas en un equipo así, tú también te haces mejor. En la liga de Valencia, con el Marcol marcamos 70 goles en 16 partidos y solo me metieron uno. Fue el Alcoyano. Terminamos ganando 12-1, pero ellas están más contentas con el gol que metieron que por los doce que recibieron. Éramos grandes compañeras.
-¿Cómo era la relación?
-Yo era de las más jóvenes, tenía 15 años, y era muy divertido. Se puede resumir que era una fiesta. Entrenando era muy duro, pero lo que tenía que ver con los viajes y los pospartidos era como estar con la familia, y venían a vernos también de las nuestras.
-¿Había que compaginar entrenamientos y trabajo?
-Había jugadoras que sí, como Encarna Caracuel, una de las mejores delanteras contra las que he jugado. Yo era estudiante. Por la enfermedad de mi madre, el último año que jugué sí que trabajaba y estudiaba y lo compaginaba con el fútbol. Se hacía muy pesado, pero mi madre estaba muy enferma y jugar para mí era como una medicación. En el entrenamiento o en el partido me olvidaba y me ayudó a soportar una época muy dolorosa. Así se crece también. Y mi madre lo superó.
-¿Cómo fue la experiencia de aquella primera selección?
-Fue en Murcia, en la Condomina, contra Portugal. Empatamos a tres con un penalti fatal en los últimos minutos. Es tanta alegría que sientes de poder defender a España, que en ese momento daba igual que llevaras un escudo con un imperdible. O el hecho de que se retrasara por las circunstancias externas -al árbitro no se le permitió vestirse de árbitro para que no constara ninguna oficialidad- que no sabíamos en aquel momento, ni nos importaba. Nosotras éramos profesionales en el sentido de que solo veíamos enfrente a un equipo, Portugal, que era fortísimo y muy bien formado y queríamos quedar de una manera digna. La historia de fuera lo hemos conocido después.

-¿Cómo lo vivieron?
-Ese partido (21 de febrero de 1971) fue la primera señal de que no se nos iba a dejar jugar por parte de las instituciones; porque no éramos una moda, éramos futbolistas que jugábamos mucho y muy bien. Había interés en la afición, en la prensa. Y ese fue el aviso de que no lo íbamos a tener fácil. En el partido de Córdoba sí que sonó el himno aunque se dice que no, jugamos en unas condiciones deplorables. Y tengo la tristeza de que contra Italia, tercera del Mundial de México oficioso del 71, a pesar del resultado y de que defendimos con todas nuestras fuerzas, lo que quedó fueron imágenes del No-Do hablando de ese partido de una manera despectiva. Se quería ridiculizar el tema y quitar todo lo que había sido respeto y fútbol.
-¿Qué pasaría si fuera ahora?
-Aquello dejó muchas cosas positivas: un grupo de gente que seguimos manteniendo amistad, que cuando miras hacia atrás hasta te plantearías volver a jugarlo con esas personas. Yo fui a Córdoba desde Valencia en el tren, toda la noche, un 8 de diciembre, con un frío increíble. El campo estaba todo embarrado. Lo que sufrimos en aquel partido, porque cuando vieron que les podíamos plantar cara, fueron a repartir. Muy duro. Y luego lo que quedó fue la presión y el ánimo de ridiculizarnos. Que querían cortarlo de raíz.
-Sería una selección de mujeres muy fuertes para superar todo aquello.
-Éramos fuertes física y psicológicamente. Una de las cualidades de esa selección y de las que vinieron después era la combinación técnica, de habilidad y fuerza, era mucho el equilibrio que había. Veo muchísimo fútbol femenino, intento estar al día. Y puedo decir sin duda que he jugado con futbolistas que, ahora mismo, serían internacionales.
-Impulsó mucho al fútbol femenino, por ejemplo, Rafael Muga, ¿se tiene que contar con apoyo para avanzar?
-Lo que hace falta es gente preparada, respetuosa y competente. Que una entrenadora sea grande, como María Pry, facilita, pero ningún avance en la sociedad ni en el fútbol ni en ningún otro aspecto, se puede hacer sin el apoyo mutuo entre hombres y mujeres
-¿Cómo llegó a ser portera con su altura?
-Sí, mido 1'60 y ahora tendría muchísimas dificultades, pero era una atleta. Mi hermano, que era ocho años mayor, jugaba al fútbol y yo me entrenaba con él; era muy buena jugando. Cuando hicieron la selección, por mi físico pensaban que jugaría de extremo, pero lo hacía fatal. Y en un entrenamiento, como nos gustaba jugar a todas horas, empezamos a chutar y ahí vi que se me daba bien, y siempre jugué de portera.
-Hay quien dice que es una debilidad del fútbol femenino, las porterías.
-Hay incluso periodistas que dicen que todo lo que va a portería entra, y muchas personas que hablan de fútbol femenino sin haberlo visto nunca. No lo conocen. Hay porteras que tienen unas condiciones extraordinarias y en el Mundial se va a poder ver. Y lo que hay que hacer es cambiar el nombre del trofeo a mejor portero, ya llevamos muchos años de fútbol femenino y tendría que haber o uno neutro o uno para las mujeres. Se sigue la tradición por inercia, pero hay que ir cambiando.
Desconocimiento
«El que dice que todo balón que va a la portería entra es que no ha visto nada de fútbol femenino»
-¿Le da rabia haber nacido antes de tiempo para el fútbol?
-Hay algunas compañeras que sí ven con recelo y tristeza esos 15 o 20 años de distancia, porque de haber nacido ahora estarían en la élite. En mi caso, he tenido una vida muy rica: estudié en Estados Unidos e Inglaterra, fui enfermera de profesión. Si hubiera nacido más tarde, me hubiera perdido eso y, aunque disfruté mucho el fútbol, en la balanza prefiero que todo esté como está. Y soy entrenadora de fútbol, hice el curso durante la pandemia y sabía que nunca iba a entrenar, pero me ayudó a ver que es muy difícil ser entrenador. En España todos sabemos de medicina y de fútbol, pero es muy complicado cuando lo ejerces de verdad. Prefiero verlo y sentirlo que estar entrenando.
-¿Qué augura para España en este Mundial?
-Seré la primera aficionada. Es un Mundial muy peculiar y muy abierto. Con 32 naciones por primera vez y el último de varias jugadoras como Marta, Rapinoe o Sinclair; también hay muchas top cinco lesionadas. La selección española tiene jugadoras para ser campeona del mundo. Hay que dirigir los partidos, rectificar, vivirlos, claro, pero mi sentimiento es que tienen para ser campeonas. Muchas de las aficionadas estamos tristes y dolidas por el último año, pero hay que cerrar filas y hay que estar a tope.
-¿Aun puede dar algunos toques?
-Con dos prótesis de rodilla, imposible. Pero el año pasado, en Cádiz, hubo un torneo de fútbol para mujeres mayores de 40 y jugamos contra Estados Unidos. Me puse en la portería y me dio tiempo a hacer cosas que mi traumatólogo no hubiera estado muy feliz de verme. Cuando salí entera del campo, me dije 'esto ya ni se te ocurra hacerlo más', pero conseguí jugar por fin contra Estados Unidos, que siempre había sido mi segundo equipo.
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-¿Se sienten valoradas aunque sea tarde?
-Gracias a Snatts y a Grefusa nos han puesto de nuevo en la luz. Organizaron la Queens League y nos denominaron las reinas de las reinas. No somos referentes solo por lo que hicimos en los 70, sino por lo que, con 70 años, estamos haciendo ahora: charlas, presentaciones, entrevistas.... volvemos a jugar.
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