Balón de oro
Benzema y Putellas se coronan en una noche previsible
El delantero del Madrid y la centrocampista del Barcelona, elegidos mejores jugadores del planeta
Gavi, Mané, Lewandowski, Courtois y el Mánchester City, los otros galardonados
Karim Benzema y Alexia Putellas fueron galardonados como mejores jugadores del planeta bajo la fría lluvia parisina. No hubo sobresaltos y todos los favoritos volvieron a casa con algo en las manos (excepto el Madrid, que vio cómo el City fue nombrado como mejor club del año). La española se convirtió en la primera jugadora en ganar el Balón de Oro en dos años consecutivos y el francés, fue un mar de emociones al recibir el galardón, la cumbre de un apellido que abraza la inmortalidad de forma definitiva.
La lluvia y los influencers fueron los primeros en llegar a la alfombra roja del Theatre du Chatelet, majestuoso edificio del distrito uno parisino, acostumbrado a albergar ballet y ópera a principios del siglo XX, hoy casa de la gala por excelencia del mundo del fútbol. Con tanta regularidad como las gotas de agua, iban cayendo los rezagados por el Balón de Oro. Darwin Núñez, Casemiro, Alexander-Arnold... La historia la escriben los vencedores y el galardón solo tiene, desde hace meses, ojos para Karim Benzema. Mucho cariño recibió Sebastien Haller, fichaje estrella del Borussia de Dortmund para esta campaña y a quien le detectaron un tumor testicular durante las pruebas médicas de pretemporada. Pese a llevar semanas con el tratamiento de quimioterapia, el delantero quiso estar en la capital francesa para sumarse a la fiesta del fútbol.
El Balón de Oro, desde hace años monumento a lo previsible, se ha dado tanta importancia que la organización se ve obligada a rellenar las horas previas con entrevistas intrascendentes a compositores, actores o diseñadores y datos de lo más anodinos. Así asistimos a preguntas del tipo «¿De qué equipo es usted?» y respuestas como «Pues del Inter de Milán». Todo correcto. Los gritos de los aficionados eran escasos, el mal tiempo, se imagina, fue suficiente para que los hinchas no acudiesen en masa al centro de París a recibir a sus ídolos.
No se arriesgaba en el apartado de moda. Solo Mané, delantero del Bayern de Múnich, apareció con un conjunto poco convencional, más túnica que traje. Courtois, de negro absoluto, y Benzema, algo tenso a su llegada, sin pajarita y con gafas doradas (en homenaje al rapero 2Pac), lideraban la expedición madridista. Se echaba en falta a Leo Messi, sin invitación por no estar entre los 30 mejores jugadores del mundo, según France Football. Sus looks siempre añadían algo de picante a las horas previas de la gala. Hoy, en pijama.
Fue baja Fernando Alonso, que el año pasado, junto con su compañero Ocon, trajo el Balón de Oro hasta el teatro. Tras sus desavenencias con Alpine y su posterior fichaje por Aston Martin, la escudería decidió que fuese el galo el encargado de repetir la jugada en solitario, incrustado el premio en la parte superior del bólido, que llegó a hasta la entrada del teatro sobre mojado y a base de quemar rueda.
Ya en las entrañas del edificio, comenzó la retahíla de homenajes, aplausos vacuos y discursos sin demasiada chicha, el pulso empantanado se hizo con la batuta del evento. Ni siquiera una buena parte de candidatos que optaban al oro (Vinicius, Modric, Salah, Haaland) estaban presentes. Un pequeño acelerón sirvió para nombrar al azulgrana Gavi como mejor jugador joven del mundo (premio Kopa). Ronaldo Nazario y su compañero Pedri fueron los encargados de entregárselo. Discurso breve y contundente, con final en «Visca el Barça». A Laporta se le caían las lágrimas.
Debutó poco después una nueva categoría, el premio Sócrates, en honor al mítico futbolista brasileño, que recompensaba al futbolista más involucrado con causas sociales. Se lo llevó el senegalés Mané, el futbolista que prefería construir hospitales y no conducir Ferraris.
Alexia y Karim, astros eternos
La centrocampista del Barcelona Alexia Putellas se coronó en París por segundo año consecutivo como mejor futbolista del planeta, la única que lo ha conseguido hasta la fecha. Mitad en castellano, mitad en catalán, la jugadora se deshizo en elogios hacia familia, compañeras, técnicos y rivales, muy emocionada y con la ambición de volver cuanto antes al terreno de juego, perseguida la zurda desde principios de julio por una lesión en la rodilla que no acaba de desaparecer. Ni siquiera este contratiempo la ha privado del reconocimiento de ser, simplemente, la mejor. «No os voy a engañar, echo mucho de menos volver a sentirme futbolista», reconoció la catalana entre lágrimas.

El Premio Muller, al que da nombre el histórico goleador del Bayern, El Torpedo, fallecido en verano de 2021, fue para Robert Lewandowski, que hace dos temporadas batió el récord del ariete alemán de más goles en una temporada de Bundesliga (41). El polaco se acordó de su glorioso pasado con el Bayern y mandó un mensaje de esperanza a su preocupante futuro con el Barcelona. De área a área, el madridista Courtois fue nombrado como mejor portero del mundo (premio Yashin) tras su impecable temporada con los blancos, pilar fundamental en la conquista de la Champions League. El Mánchester City, campeón de la Premier, fue nombrado como mejor club del año.
Con el reloj rozando las diez de la noche, estalló la traca final. Benzema, al borde del ataque de nervios, pudo al fin respirar para ser reconocido como mejor jugador del mundo. Fue Zidane, último balón de oro francés (1998) y mentor del delantero, el encargado de consagrarle. Campeón y máximo goleador de LaLiga, campeón y máximo goleador de la Champions. No había dudas, él es ahora el elegido que recoge la corona de Messi. El anfiteatro cerró la velada al grito de «¡Karim!», el nuevo rey.
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