el Tercer Tiempo: Real BEtis - Real Sociedad
Cuatro puntos
Dominio del balón, creatividad y golazos: 90 minutos de espectáculo

El Betis venía de ganar en Europa por tres goles y endosó, merecidamente, otros tres tantos a la Real Sociedad. Afrontaba el Betis su compromiso liguero después de que una buena parte de los equipos no hubieran pasado del empate en la misma jornada. Hasta ... cinco encuentros acabaron en tablas, lo que me suscita una reflexión. Pasadas aproximadamente dos terceras partes del campeonato, los equipos empiezan a notar el cansancio físico y psicológico. El ímpetu para vencer a toda costa decae y los jugadores se vuelven más conservadores: un empate no es un mal resultado. El equipo teóricamente inferior amarra el resultado, mientras el superior tampoco dispone de demasiadas energías, físicas y mentales, para doblegar al adversario. Pareciera que, antes de que lleguen los últimos partidos decisivos del campeonato —donde ya cada punto cuenta para aspirar a los objetivos planteados al inicio de la campaña o para que no se consuma la debacle—, los equipos se tomaran un descanso. La calma antes de la tormenta.
Los científicos sociales estamos acostumbrados a que cualquier teoría es refutada por la experiencia, tarde o temprano. Y así, el Sevilla se encargó de contradecir la tendencia general, endosando 0-4 al Valladolid, en Zorrilla, donde los verdiblancos habían caído. Los de Pellegrini iniciaban el partido en la peor clasificación desde hacía mucho tiempo: en el puesto 14, y con el eterno rival por encima. Solo le valía la victoria. Y efectivamente, salió a por ella. Desde el punto de vista del entretenimiento, no me importa que no haya goles, mientras ocurran cosas. Y el Betis tiene tanta calidad arriba que es imposible que no ocurran cuando los jugadores quieren. Jesús Rodríguez provocó la primera tarjeta amarilla en el minuto 5 y la roja directa en el 19, cuando se iba solo a puerta en un contragolpe. En el 35 mandó la bola al poste, después de que, minutos antes, Lo Celso errara un penalti. La Real también dio su susto: Luka Sucic estrelló el esférico en el travesaño cuando moría la primera parte. Pero nada más.
En la segunda parte, Jesús siguió haciendo de las suyas por la banda. El golazo lo marcó Antony en el 50 de una espectacular volea. Pero quien volvió locos a los defensas es un chaval, cuyo desparpajo y desborde recuerda al Joaquín de sus mejores tiempos. El Betis siguió buscando el gol y tras otra jugada de Jesús, el balón lo acabó metiendo Marc Roca. Encantado de conocerse, el jugador catalán se envalentonó, volvió a intentarlo a los cinco minutos y logró el tercero de formidable zapatazo. Los verdiblancos por fin han aprendido la lección: si vas ganando, sigue atacando para sentenciar el partido.
Hace un tiempo, el Mono Burgos propuso un sistema de puntuación que desalentaría a quienes se meten atrás cuando marcan un gol o pierden a algún efectivo por expulsión. Sugería el ex portero argentino que un empate a cero no otorgara ningún punto y que se gratificara la consecución de goles. Parece que fue ayer cuando la FIFA adoptó el sistema de otorgar tres puntos por victoria, en vez de dos, pero han pasado exactamente tres décadas. Las estadísticas demuestran que, desde entonces, los empates solo han descendido un poco. Por otra parte, la media de goles por partido se mantiene inalterada desde los años 60 del siglo pasado: no supera los tres tantos, mientras que hace un siglo la media estaba en 4,5. Así que la FIFA debería hacer algo.
Si el fútbol es un drama que levanta pasiones es porque se puede ganar y llevarte todo lo que está en juego o perder, dejando sin frutos el esfuerzo, marchándote con las manos vacías. El todo o nada es lo que desata la emoción. Los empates deberían estar prohibidos o, por lo menos, desvalorados. Por el contrario, el partido del Betis contra la Real merecería cuatro puntos.
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