Zurbarán, el gran intérprete de la 'metafísica divina', se mira en el espejo del arte contemporáneo
El MNAC acoge una gran exposición en la que muestra por primera vez juntas sus tres réplicas de 'La visión de San Francisco por el Papa Nicolás V' y las mezcla con obras de Tàpies, Guinovart o Catany
El Prado, un aliado a la hora de plantear la exposición con una obra recién adquirida

La pintura de Zurbarán ha fascinado a artistas, escritores y aficionados al arte desde el siglo XVII. No es para menos. Llamado el 'gran intérprete de la metafísica divina', sus cuadros concentran la atención del espectador en los cuerpos naturales de los santos ... y reenfoca nuestra mirada en los detalles hasta conseguir trascender la esfera racional y elevar al espectador a un elevado estado de transformación espiritual. Nadie puede mirar un Zurbarán de forma pasiva. Mueve demasiadas emociones por dentro. O al menos eso demuestra la exposición 'Zurbarán (Sobre)Natural. El misterio de la realidad', que ayer inauguró el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC).
El museo catalán, en colaboración con el Musée des Beaux Arts de Lyon y el Boston Museum of Fine Arts, ha reunido por primera vez las tres réplicas que el autor hizo entre 1635 y 1645 de 'La visión de san Francisco por el Papa Nicolás V'. Verlos juntos es perderse en un fascinante juego de espejos que da la sensación de movimiento y vida más allá de la materia. «Produce una experiencia estética muy intensa. Digamos que ésta es una muestra inmersiva, pero analógica. Multiplica nuestros estímulos, ideas y experiencias», afirma Àlex Mitrani, conservador de arte contemporáneo del MNAC y uno de los comisarios de la exposición.
El célebre cuadro de Zurbarán parte del episodio o leyenda del día en que el Papa Nicolás V solicitó ver el cuerpo momificado del santo en la cripta de la basílica de Asís. El pintor barroco decidió ofrecer simplemente la imagen subjetiva del cuerpo que habría visto el Papa durante esa jornada. El juego con la luz, el espacio y los volúmenes hacen que el cuerpo de San Francisco parezca que se eleve y abandone la esfera terrenal por última vez, mirando hacia el cielo con reverencia. Y esto lo hizo el artista del siglo de Oro tres veces. «Es de una modernidad desconcertante. Zurbarán hace un zoom in en esta escena narrativa y nos pone en el lugar de lo que debió sentir el Papa al ver el cuerpo de San Francisco», asegura Mitrani.
Una restauración que redescubre el cuadro
El cuadro propiedad del MNAC ha sido además objeto de una pormenorizada restauración, lo que ha permitido recuperar su aspecto original. Adquirido en 1905, el rastro del cuadro se acaba aquí, a principios del siglo XX. Su pasada procedencia es un misterio. El trabajo ha conseguido recuperar profundidad al cuadro, rescatando un fondo que antes estaba oculto bajo varios repintes. «Es como si lo viésemos por primera vez después de 120 años», asegura Pepe Serra, director del MNAC.
La exposición cuenta, además, con una docena más de cuadros de Zurbarán, tanto de la colección propia del MNAC, como de coleccionistas privados, y museos como el Prado, entre otros. Destaca, por ejemplo, la primera exhibición pública del cuadro 'La virgen de la Merced con dos mercenarios', que el Prado adquirió el pasado enero por valor de 650.000 euros. «La implicación del Prado ha sido absoluta y nos ha permitido completar una exposición que quizá no tiene muchas obras, pero cuya excepcionalidad es absoluta», afirma Serra.
De esta forma, podemos ver enfrentados el 'Bodegón con cacharros' en poder del MNAC con el 'Bodegón con cacharros' del Prado y admirar en la repetición las sutiles diferencias de planteamiento que ayudan a indagar más en la creación zurbariana. «Este juego consigue enfocar nuestra mirada en el detalle relevante. La repetición es parte fundamental de la liturgia y el ritual y nos fija la mirada en la sutileza más significativa», remarca Mitrani.
Arte contemporáneo y arte barroco
La exposición se complementa con una serie de obras de artistas contemporáneos que permiten ver la vigencia de la influencia del gran pintor barroco. De esta forma, vemos piezas matéricas de Tàpies o Alfons Borrell junto a cuadros como 'El beato Enrique Susón', de 1636, o 'San Francisco en oración', de 1659. «La forma en que la exposición conjuga arte antiguo y contemporáneo consigue sugerirnos una unión de los tiempos que nos ayuda a comprender mejor tanto el arte antiguo a partir del contemporáneo como viceversa», afirma Joan Yeguas, conservador de arte del Renacimiento y Barroco del MNAC y otro de los comisario de la muestra.
Paralelamente, la exposición reúne obras creadas expresamente para la ocasión, como una instalación basada en telas de Eulàlia Valldosera o una serie de dibujos de Antoni Llena. A partir de aquí, destaca un bodegón de fruta pútrida de Tony Catany, expuesto junto al impresionante 'Agnus Dei' de Zurbarán; o las obras fotográficas de Marta Povo que juegan con la luz y las sombras como focos de espiritualidad. «El público que llegue sin saber mucho de arte barroco podrá entenderlo mucho mejor gracias a este juego con la contemporaneidad», concluye Yeguas.
La exposición, que se podrá ver hasta el 29 de junio, abre con una cita de San Juan de la Cruz: «Entreme donde no supe, y quedeme no sabiendo, toda ciencia transcendiendo». A partir de aquí, la muestra destaca por su gran puesta en escena, que envuelve el recorrido en una densa penumbra sólo rota por las obras de arte. Sin duda, uno de los acontecimientos culturales del año.
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