Valentín Hoyos derrocha clase en Villaseca

Su inicio de faena de ayudados por bajo con la izquierda fueron extraordinarios y, a lo largo del trasteo, siguió dejando pinceladas en forma de trincherazos, pases de pecho y cambios de mano de auténtica clase. Las dos tandas en redondo al natural hubieran puesto cualquier plaza boca abajo si esa dulce nobleza del animal hubiera estado acompañada de una mayor entrega. Pero, con todo, ambos compusieron un precioso trasteo malogrado con el estoque, al igual que le pasó en su primer novillo, con el que bien estuvo también.

A ese abre plaza se le vio como virtud que era pronto a los toques y que iba a los engaños desde que salió desde toriles, pero a ello se unía una falta de fuerza evidente y, lo que es peor, mansedumbre manifestada en una falta de fijeza y humillación. Ni apretó de verdad en el caballo, ni quiso seguir los vuelos del capote. Gracias a la excelente lidia protagonizada por Juan José Domínguez, que no le dio ni un capotazo de más, llegó a la muleta bastante entero, lo que permitió una larga faena por ambos pitones. El novillo, que no se comía a nadie, sí requería de un torero que estuviera siempre bien colocado y que iniciara el trazo del muletazo muy limpio, algo que logró plenamente Hoyos. Por ello, a pesar de no humillar nunca, logró series de enjundia que llegaron al tendido, y conseguir eso de un novillo que siempre salía con la cara desentendida mirando al tendido, dice mucho del salmantino. Tal vez sobró la última tanda, porque a más nunca iba a ir la faena. El fallo con el descabello le hizo perder una oreja gana de verdad.

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El segundo lugar saltó un novillo que en comportamiento y hechuras en nada recordaba al anterior, cómodo de cara, que se encontró con un novillero todavía demasiado bisoño, sin técnica suficiente para lucir las virtudes del animal. Cristiano Torres lleva poco tiempo en esto y eso se manifestó durante toda la lidia. Lo mejor, la ejecución de la estocada.

Tras devolverse el titular por falta de fuerza y trapío, salió en su lugar un sobrero del Conde de Mayalde, que resultó ser la perita en dulce de la tarde. Un novillo bravo, enclasado y humillador que enamoró a los tendidos, y que a la postre resultó ser un arma de doble filo para el novillero más inexperto de la terna. Torres le puso ganas desde el inicio de rodillas, ligó tandas por los dos pitones, quiso hacer muchas cosas, pero el público se decantó por el novillo de principio a fin, algo que el presidente también compartió, sacando el pañuelo azul.

A pesar de hacer la mejor pelea en varas, el tercero demostró muy poco fondo de bravura, nula humillación y dificultades insalvables por el pitón izquierdo, unidos a evidentes problemas de visión, manifestados principalmente cuando fue directamente al cuerpo de Hoyo, que intentaba hacer un quite. Bruno Aloi brindó a Joselito Adame, presente en el tendido, y comenzó la faena por el pitón del novillo, el derecho, por doblones muy templados y suaves. Pero, a pesar de basar la faena por ese lado, como novillero que es, quiso probarse en algún muletazo temerario por el izquierdo, librándose por milagro de una cornada. La mansedumbre del de Rehuelga iba a más, llevando la cabeza por las nubes, e hizo bien en no alargar el trasteo.

Peor suerte tuvo con el sexto, un novillo que también se empleó en varas, pero ahí se acabó. En banderillas ya cortaba, teniendo especial mérito lo subalternos, y en la muleta por el derecho sólo topaba agrio, y por el izquierdo se medio deslizaba pero sin clase ni celo. Lo intentó Bruno Aloi, mostrando buenas maneras, pero poco pudo sacar.