Santiago Muñoz Machado: «El pregón, según la concepción sevillana, debe ser un género distinto a la conferencia»

—Sevilla le está esperando. 

—Sevilla, en esta época, es maravillosa. Y el Domingo de Resurrección es aún más especial. No sólo por lo taurino, sino porque la gente se levanta ilusionada con que pasen cosas extraordinarias. Por su brillo, por su olor a azahar… es fantástica.

—¿Cómo lleva el pregón?

—Lo acabo de rematar (el Viernes Santo) en mi finca, aunque un pregón nunca se termina. Esta mañana he cambiado más de la mitad de lo que tenía preparado. Y mañana, si tuviera tiempo, cambiaría otras cosas. Uno trata de hacerlo lo mejor posible. Por la noche piensas cosas que por la mañana no se te han ocurrido. Eso me pasa a diario. Y me obligo a cambiar esto y aquello. Pero bueno, terminado está.

—¿Un pregón es un reto para un académico de la Lengua?

—Tengo mucho recorrido en mi vida. Enfrentarme a ese tipo de toros forma parte de ella. No todos han sido tan importantes como el de la Maestranza, porque es una variante a la que no estoy acostumbrado, pero la asumo con responsabilidad y sin nerviosismo.

—Sevilla entiende el pregón, sea cofrade o taurino, como un género literario propio. ¿Cómo lo entiende un jurista de Pozoblanco?

—Es un género oratorio distinto al de las conferencias habituales. He visto muchos pregones taurinos de Sevilla. De hecho, voy a empezar el mío recordando que vine al de Ángel Peralta, que fue un pregón singular porque se hizo acompañar de piano, guitarra y cantaores. Luego he visto en los últimos años algunos pregones más parecidos a las conferencias. Pero soy consciente de que el pregón, según la concepción sevillana tanto para la Semana Santa como para el taurino, es un género distinto. No puede ser una conferencia normal. El público espera mayores emociones y sensaciones. Conozco el género, pero eso no quiere decir que yo sea capaz de ejecutarlo. Para eso hace falta haber nacido en Sevilla o en sus inmediaciones.

—¿Cómo le 'entró' la Real Maestranza?

—Hacía años que estábamos en «negociaciones», póngalo entre comillas. Recientemente han pasado académicos como Mario Vargas Llosa y Félix de Azúa. El propio Mario había dicho más de una vez que un año debía hacerlo yo. Además, tengo muy buena relación con el teniente de Hermano Mayor, Santiago León Domecq. Fue él quien me lo pidió y no fui capaz de decirle que no a una oferta tan bonita.

—Lo presentará María Dolores de Cospedal. 

—María Dolores estaba presente cuando acepté la proposición. Ahí le dije que tenía que ser ella. Es una buena amiga mía.

—No encuentro a nadie ajeno al mundo taurino que se crea a la primera que el director de la RAE es ganadero de bravo. 

—Hacen bien en desconocerlo porque soy un ganadero taurino bastante infiel a la profesión. No me caracterizo por ejercer como ganadero ni en mi vida práctica, ni en mi profesión, ni en mi carrera. Nada en mi vida tiene que ver con eso, aunque hace ya treinta y tres años que en mi finca de Pozoblanco hay una punta de vacas que me pasó Ángel Peralta, a la que después fui refrescando con otras ganaderías. Pero honestamente, nunca he ejercido realmente como ganadero taurino. Uno de mis hijos es quien la mantiene ahora, pero no lidiamos en ninguna parte para evitar sufrimientos. No somos familia ganadera ni le dedicamos el tiempo necesario. Es mucha la responsabilidad que hay que asumir para ser ganadero de reses bravas. Además, con las pocas vacas que tengo se consumen pronto las camadas.

—¿Qué es más difícil, acordar el cambio de una tilde o manejar una ganadería?

—Lo ganadero requiere un esfuerzo personal. Hay que tomarse en serio el oficio, aprenderlo y desarrollarlo con arreglo a las prácticas que desde hace tantos años han cultivado los ganaderos. Lo de la tilde es un ejercicio no individual, sino colectivo. Depende de los hablantes y de la Docta Casa, que la integran 46 personas. No es algo que dependa de una persona.

—¿En qué momento ve a la fiesta de los toros?

—Pues en mal momento, no se puede negar eso. Sería engañarse. Por varias circunstancias. Primero, por la polémica que siempre ha acompañado a la fiesta, que se ha recrudecido en estos últimos años con un argumento nuevo, que es el argumento Animalista, que no ha estado tan bien representado en las diatribas de siglos anteriores. Esto está repercutiendo en que los presupuestos de los ayuntamientos de provincias y capitales tienen menor dotación para ayudas taurinas, y esto repercute en que haya menos festejos. Por lo tanto, los jovencitos lo tienen más complicado que nunca porque figuras del toreo están ocupando sus lugares en las municipalidades más modestas.

—Dicen que tiene predilección por el toreo académico y clásico. 

—Me gusta el toreo de Pablo Aguado. Ésa es la línea que me gusta. También me gusta el poderío de Miguel Ángel Perera para domar toros. Niveles muy elevados y difíciles.