la huella sonora
Viva Curro Romero
Es un caso único porque su arte no viene de lo que hace sino de lo que es. De su naturaleza, medio humana, medio divina, como todos los héroes
Baila, Aitana

Este viernes Curro ha cumplido años. Así que el 1 de diciembre fue Navidad. Felices fiestas a todos. No solo a los curristas: la Navidad nos interpela universalmente. Y, por si fuera poco, curristas son todos los que dicen que lo son y una ... gran parte de los que no lo dicen. Y no porque no quieran, sino porque no lo saben. Mantengo que todo creador, todo autor todo artista es antes que nada un poeta.
Primero está la mirada lírica, el fuego invisible, que es la causa. Después viene su ejecución, que es la consecuencia, cada uno con sus armas y sus dones. Pero todo nace de un sentimiento poético, de una mirada previa que nace desde dentro y actúa como las burbujas que, al agitarse, revientan la botella y las expectativas, desparramando el champán como un géiser, borrando las líneas del papel pautado y dejando un recuerdo incontrolable y desolador. No existe peor sensación que perder el control, dejarse llevar por el deseo y sentirse en manos de la fiebre. Sucede cuando nace la atracción física, pero también cuando brota el arte. Notas que tus manos ya no son tuyas, que el tiempo se para y que las palabras se escriben solas, movidas por un extraño dolor en el pecho, que acaba estallando. Y tras el orgasmo, esa tristeza infinita, ese vacío metafísico y ese regreso tosco a la vulgaridad de los límites tridimensionales, secos, ososos.
otras 'huellas sonoras'
Curro Romero nació en un pesebre. Es un caso único porque su arte no viene de lo que hace sino de lo que es. Es decir, de su naturaleza, medio humana, medio divina, como todos los héroes. Su obra es él mismo. El objeto y el sujeto artístico están, en su caso, confundidos. Miren esto: «Un artista no busca nada. Camarón no buscaba nada», nos dice. Es decir, no existe una necesidad expresiva. Y, por lo tanto, tampoco hay una búsqueda instrumental de recursos para llevarla a cabo. Solo existe arte si nace con naturalidad, es decir, si engarza con lo que uno es. Él hace arte porque no puede hacer otra cosa. Porque, aunque quisiera, no podría.
Me contó Alberto García Reyes que un día estaba hablando con Curro y este llevaba una gabardina doblada en el brazo. En un momento dado la cogió con las yemas de los dedos para simplemente cambiársela de brazo y, al verlo, los presentes se unieron en un improvisado 'ole'. No puede evitarlo. Si no hay naturalidad hay artificio. Y entonces no hay armonía, no hay continuación con tu propia esencia, hay una disonancia entre lo que eres, lo que piensas y lo que haces. Y el resultado es mediocre, aunque lo que hagas sea precioso. Simplemente es mentira. Ese es el trasfondo del estilo: la honestidad extrema del que, pudiendo hacer belleza a demanda, solo acepta la que le describe.
El éxito
Por eso me interesan más sus fracasos. Porque nacen de la extrema honradez, de la incapacidad de salirse de un camino que, lleve a donde lleve, no es el suyo. Hay una tragedia en la aceptación de todo destino. Y Curro no es que no quiera apartarse del suyo, es que no puede. Y cuando se entiende así el arte –la vida–, los pitos se convierten en aplausos. Funciona igual al revés: cuando el éxito no es honesto, todo aplauso se convierte en silbido. Como muestra de esto, recordemos que Curro ha abierto siete veces la Puerta Grande de Madrid, pero una de ellas renunció porque no creía merecerlo. Y, en cambio, otras dos lo sacaron por allí a pensar de no haber cortado las orejas necesarias.
Llevo tiempo pensando en escribir un libro que busque el origen del estilo, que analice qué es la esencia, qué es exactamente la pureza, por qué no podemos hacer nada más que lo que hacemos. Pero hoy, escribiendo esto, me doy cuenta de que da igual: solo hay que escuchar a Curro. Y recordar, así, que todo arte que no surja de lo que ya eres es una afectación ridícula. Y si tenemos claro que quien nos ha creado a todos es el mismo, el arte es solo una forma de rezar. Y, visto así, cada 'ole' se convierte una oración. Empezando, quizá, por esta misma. Así que no me extiendo. Digamos que 'Viva Curro'. Y amén.
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