Hazte premium Hazte premium

Las ventas

Feria de Otoño: así se va a la guerra de los mansos

Castella, con un Devoto a más, y Ureña, que se jugó la vida con un marrajo Andaluz de banderillas negras, pierden el triunfo con la espada pero se ganan el respeto de Madrid

Gracias por hacernos soñar, maestro

Paco Ureña, por abajo con el mansísimo quinto toro, con el hierro de Cortés Plaza 1
Rosario Pérez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Doblaban las campanas en cada simulacro de embestida de Andaluz. Aquello era la guerra, una épica batalla a la que se marchó Paco Ureña con un manso de solemnidad, merecedor de banderillas negras en una lidia imposible. Como imposible se antojaba la faena. Pero ... el de Lorca se enfundó el uniforme del soldado raso que quiere atraer galones y se llevó aquel marrajo a los mismísimos medios. Qué manera de exponer y tragar; qué bemoles. Así se viene a la catedral. Silbaban las balas por los dos pitones mientras el de Lorca cargaba la escopeta del valor, con esa forma de abandonarse tan suya, con ese toreo por abajo de las conquistas de Madrid. No le perdonó tanta verdad Andaluz, con todo su peligro y mala baba a cuestas hasta la hora final. De un violento pitonazo le partió el chaleco. Costoso para darle matarile, oyó dos avisos antes de pasear el anillo desmadejado, roto por el esfuerzo de jugarse la vida, sabedor de que la entrega de 'su' plaza valía más que la necesaria oreja. Si es que ya valen las orejas de algo...

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación