'Que de noche lo mataron', Lope 'revisited'
Crítica de teatro
Dos relatos se entrecruzan en ese camino que va de Medina a Olmedo para levantar un mundo de pasiones, de celos, de envidias, de venganzas y de muerte
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Crítica de teatro
'Que de noche lo mataron'
- Texto Julieta Soria (basada en 'El Caballero de Olmedo', de Lope de Vega)
- Dirección Ainhoa Amestoy
- Escenografía y vestuario Juan Sebastián Domínguez
- Iluminación Estival Producciones y J. S. Domínguez
- Música y espacio sonoro Juan Cañas (música en directo), sobre composiciones de Juan Cañas y Luis de Briceño
- Intérprete Juan Cañas
- Lugar Teatro Fernán Gómez, Madrid
Cuatro siglos después el mito teatral del Caballero de Olmedo no deja de emocionarnos y de sorprendernos. Sobre todo cuando se hace de esta historia de amor entre don Alonso y doña Inés un gran, un bellísimo poema. Julieta Soria y Ainhoa Amestoy ponen en pie un espectáculo memorable, un poema memorable, tan hipnótico como profundo, una obra lo suficientemente libre como para que el texto de Lope de Vega hable con la sensibilidad de hoy. Les basta con construir dos relatos que se entrecruzan en ese camino que va de Medina a Olmedo para levantar un mundo de pasiones, de celos, de envidias, de venganzas y de muerte, un enorme poema dramático sobre la soledad, sobre el temor, sobre la inutilidad de cualquier lucha ante el destino.
Con un simple juego de luces estos dos relatos nos adentran en una noche fatal: en el primero, basado en 'El caballero de Olmedo', de Lope, don Alonso regresa en su caballo después de una cita con doña Inés; en el segundo, don Alonso es solo un pobre mecánico que recorre por última vez la carretera que le lleva a su casa, una carretera obsesiva, tanto física como mental, y donde va mostrando una personalidad fracturada, una psicología a la deriva, tan intensa en sus abismos como un personaje de Thomas Bernhard o de Koltés. El tiempo es una cuenta atrás donde las leguas o los kilómetros buscan un amanecer imposible, el tictac del final que es el ruido de una condena que terminará tiñendo el horizonte del nuevo día con el rojo de la sangre.
Hay un aliento minimalista aquí, no solo en la desnudez escenográfica, reducida a unos guardarraíles y dos sillas (dos símbolos que, además, hacen de caballo o de moto), sino sobre todo en la potenciación de una secuencia (el camino), en ese estructura de repeticiones obsesivas, de un ambiente, de una atmósfera que se va recargando hasta hacerse un complejo tapiz textual, intenso y asfixiante.
Como intensa, inolvidable es la interpretación de Juan Cañas, una interpretación donde la gestualidad, la voz, la música, las múltiples personalidades a la que da cuerpo hacen que el texto se llene de matices y se convierta en esa aventura de un ser desvalido sobre el que pesa la condena de amar.
'Que de noche lo mataron' es una obra bella, llena de calidad y de fuerza, no es solo un homenaje a Lope sino una gran lectura reinterpretativa de su mundo.
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