Cuéntame un huerto
Siembra de magia y estrellas en Peralada
El huerto del castillo gerundense sede del festival de música sirve hoy al chef Javier Martínez para preparar sus cartas y también a Pasión Vega, que ha traído semillas de Federico García Lorca
El huerto de Rozalén

El huerto es magia: siembras una semilla y el pequeño germen se transforma en tomates, calabazas, fresas, acelgas. A Rafa López, en su huerto de Peralada, hoy le salen también dos estrellas. La primera es el chef Javier Martínez, habitual de estos ... bancales porque de aquí salen los productos con los que cocina en el restaurante Peralada, para el que consiguió una estrella Michelin. El segundo astro es la cantante Pasión Vega, que actúa en el Festival que cada año organiza la familia Suqué-Mateu en este enclave ampurdanés. En esta edición, el cartel es una fotografía hecha por Pedro Almodóvar, y Pasión Vega ha ofrecido un recital íntegramente formado por canciones que aparecen en sus películas.
Si hay un huerto relacionado con la cultura (musical, gastronómica, arquitectónica, cinematográfica), tiene que ser por fuerza este. «Cultivar es un acto de fe», nos cuenta Rafa: «Tú siembras con la esperanza de que vas a cosechar, pero jamás tienes garantías». Quizás ese riesgo de frustración es el que ahuyenta a los poetas, a los artistas. Bastante incertidumbre tienen cuando empiezan su proceso creativo como para ponerse hablar de huertos. Mejor un jardín, cuyas flores son bellas, pero de ellas no depende que llenes o no el estómago.
Con todo, hay creadores a los que el huerto sí que inspira. La gastronomía es la bisagra entre el barro del sembradío y lo sublime del arte. «El huerto me enseña a trabajar con lo que tenga», apunta. Desde que dejó de comprar solamente a proveedores y pasó a trabajar con Rafa como un miembro más de su equipo, asegura haber conocido «muchas plantas comestibles de las que no tenía ni idea».
Además, ha aprendido a incorporar esos productos en sus platos, y a conservar los que no puede consumir en el momento. «Yo me quedo todo lo que Rafa me ofrece, y luego vamos viendo, hacemos conservas, encurtidos…». Mientras pasea por los bancales va pensando la carta de la siguiente estación. Ahora prepara la de otoño-invierno, y tiene el ojo echado a esas judías.
El año pasado, lo que más triunfaron fueron las berenjenas. Y los higos, de una higuera que vuleve a estar bien cargada. Rafa asegura que su tarea «es cansada, pero no dura», porque «duro para mí sería estar en una oficina sentado todo el día». Simplemente, se trata de tener las cosas más o menos ordenadas, dejando al mismo tiempo «que el huerto se exprese».



Así, ha descubierto que a esa tierra se le dan bien las especies autóctonas, pero también le crecen con facilidad el huacatay peruano, el shiso japonés y algunos cultivos menos habituales que habían ido cayendo en el olvido: verdolaga, flor de ajo.
Llega al huerto Pasión Vega. De entrada, admite que no tiene mucha idea de cultivos. «Hacer la compra de forma sostenible es algo cada vez más necesario, e intento hacerlo en mi día a día», apunta, pero confiesa ser demasiado de playa como para meterse a trabajar tierra fértil, aunque «el verde me tira mucho, porque me conecta con lo que realmente somos». Rafa empieza a explicarle cómo tiene organizados los bancales y le enseña la flor que hacen las zanahorias si no se las arranca de la tierra.
La conversación va fluyendo hasta el punto de que se anima a mostrarle cómo se usa la horca de doble asa, herramienta que remueve y oxigena la tierra sin dañar su ecosistema. Como si fuera un prestidigitador, de repente aparecen dos pepinos en sus manos, sin que lo hayamos visto siquiera agacharse. «Es que mañana no vengo, y si los dejo aquí se pasarán», justifica su rapidísima maniobra de hortelano ninja.
Finalmente, Pasión Vega saca el arma secreta que traía escondida: una buena dosis de García Lorca. Ahora sí, empiezan a desfilar entre los surcos los recuerdos de las obras que escribió en la Huerta de San Vicente. «Usa mucho la naturaleza, el paisaje…», nos comenta la cantante. Aunque a Peralada ha venido con canciones de películas de Almodóvar -entre el público estaba una de sus chicas, Marisa Paredes-, este verano está de gira con su espectáculo 'Lorca Sonoro'.
Hacemos un repaso rápido de sus letras, y de repente nos vemos rodeados de naranjos, limoneros, olivos y hasta flores de calabaza. A Lorca lo inspiró aquella huerta, y a su vez Lorca inspiró a tantos… El huerto es magia. Lorca sembrando canciones que también cosecha Camarón. En 'Así que pasen cinco años', Arlequín riega un monólogo que el cantaor transformó, décadas después, en jaleos que ahora hace suyos Pasión Vega: «Nadie puede abrir semillas / en el corazón del Sueño».
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