J Balvin: Un réquiem para Occidente
Es un concierto que demuestra una de las reglas de la música popular moderna: ya no hablamos de Arte, esto es Entretenimiento
Lana del Rey se consagra como reina del susurro majestuoso en el Primavera Sound

Decía Georges Simenon que siempre quiso parecerse a Maigret en su falta de prejuicios. «Observa, y no juzgues», reza la primera página de las novelas del viejo detective.
Este viernes, cuando se juntó la diáspora hispanoamericana en Vistalegre, pensé mucho en ello. ¿Quién soy yo, apenas un querubín, para trazas líneas imaginarias que separan el bien del mal? ¿Existe, acaso, alguien que pueda trazarlas? ¿Dios?
Dudando entre observar o juzgar me hallaba, reflexionando sobre mi rol en el universo, cuando salió J Balvin vestido de verde. Cantaba 'Mi gente', quizá su mayor éxito, en una decisión valiente para empezar. En 'Colmillo', inmediatamente después, salieron 6 bailarines embutidos en algo que parecía un chubasquero. Acompañaron durante todo el concierto, interactuando con Balvin, bailando a su alrededor o simplemente gesticulando con poca gracia a un cámara que les perseguía.
El análisis musical del concierto (el segundo roce que tiene esta crónica con Simenon), se hace rápido. Viva el Reggaeton y sus derivados, mediáticas variantes de lo que unos entienden como «flow» y otros, más duchos, llaman «clave afrocubana». Cantó 27 canciones; 25 fueron iguales.
J Balvin triunfa en Vistalegre
No importó, nadie se quejó; el Palacio saltaba.
Es un concierto que demuestra una de las reglas de la música popular moderna: ya no hablamos de Arte, esto es Entretenimiento.
Sí, con mayúsculas. El genio es el que ha diseñado las animaciones que complementan los temas, los «medleys» de hits que interpreta Balvin, los contrapicados que graba el cámara, las «coreografías»… A nadie le importa la Melodía, o si Balvin sabe bailar (que no), aquí hemos venido a desfasar. La cerveza desaparecía y a mi alrededor se sucedían las videollamadas. De repente, me vi rodeado de novios virtuales, que miraban con cara de póquer desde sus habitaciones de extrarradio. ¿Cuántos terminaron la noche llorando?
Sonaron bien 'Con altura', editada con Rosalía, cuya voz sonó 'en off' gracias a que la Humanidad se ha pasado el juego, y '6 AM', hilada con 'Ay Vamos', dos reggaetones que sonaron como el resto, ni mejor ni peor.
Las letras, un reflejo del mundo le rodea
Las letras (si se salvó alguna no me di cuenta) fueron un popurrí de sexo, alcohol, materialismo, depravación e incultura, demostrando que Balvin, al menos, sabe reflejar el mundo que le rodea.
'Ahora dice' que es muy mediocre, fue la gloria. Tras 17 temas, fue la primera no-reggaeton y ese trap tranquilo, breve e insulso, sonó, por momentos, mejor que el mismísimo Álbum Blanco.
El momento periodístico importante de la noche (por el que me pagan) fue el estreno, en primicia súper exclusiva, de la próxima canción que lanzará el colombiano. Sonó como las demás, con una melodía pegadiza y una estructura radiofónica, y se me escapó el nombre.
Acto seguido, todo se rompió. Balvin sacó a unas «invitadas», 3 niñas que no superaban los 12 años de edad, para cantar 'Como un Bebé', cuyo estribillo reza «Baila pa mí, baila pa mí,». Una de las tres niñas, de hecho, lo hizo, y llegó hasta el suelo mientras sujetaba la mano del cantante, que en medio del frenesí popular dejó un par de frases más que inquietantes.
A mi alrededor botaba el palacio y eran pocos los que habían percibido lo mismo que yo en ese baile «inocente». Salí a fumar y reconciliarme con el universo, que parecía disfrutar teniéndome de salmón. ¿Qué es el Arte? ¿Es «bueno» todo lo que causa disfrute? ¿Es ese el único criterio o debe haber unos mínimos? De nuevo me veía enfrentado a Simenon, que observaba en silencio, y desde lo alto, un pabellón ya borracho.
Resignado, volví a entrar para el final, no sea que pasase algo. Antes de los bises, Balvin se despidó con 'No me conoce'. Fueron tres canciones, con un guiño claro y preocupante a los grises (los del espacio, no los de Franco), terminando de verdad con 'In da Getto'.
El estadio se vacío rápido, sin más, y pensé en Nerón. Durante un instante, quise ser violinista.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete