César G. Antón: «Nuestros padres tenían miedo al pasado, nosotros al futuro»
El director de información de La Sexta se aventura con su primera novela, '83 segundos', en la que tras los viajes en el tiempo se destapa la nostalgia de una generación que teme al futuro
Nostalgia, o por qué la dicha perdida no te hace infeliz

Volver al pasado, enmendar errores vitales, repetir una experiencia cien veces, hacerse rico acertando la lotería. «¿Qué haría si pudiera viajar en el tiempo?», es la pregunta que ha movido a César G. Antón (Madrid, 1976) desde que era un niño. Han tenido que ... pasar muchos años, primero escribiendo noticias y luego mostrándolas en La Sexta, donde es director de informativos. Su primera novela, '83 segundos', es la Biblia de un nostálgico sin remedio, no tanto por la fantasía de volver a tiempos mejores, sino por su audacia a la hora de plantear escenarios, situaciones y objetos que pertenecían a una época no tan lejana.
La pandemia fue el momento idóneo para separarse del furor informativo de la actualidad y realizar un trabajo documental e introspectivo, para poder dar forma a una novela en la que llevaba pensando desde que era adolescente. El libro se sirve de sus propias memorias y algunos arrepentimientos para armar el relato de una generación que tiende a mirar con nostalgia hacia el pasado, hacia un tiempo en el que «lo más que podías hacer con un teléfono era jugar al 'Snake'». Bajo el paraguas de los viajes en el tiempo, la novela traslada al lector a un tiempo en el que había que dedicar horas en 'eMule' para descargar un capítulo de 'Perdidos' o la primera temporada de 'Los Soprano'.
«Soy una persona que probablemente lo ha leído todo de los saltos en el tiempo y la ciencia ficción», comenta el escritor, para quien «era muy importante que todo tuviera sentido, que no hubiese agujeros en la teoría de los viajes temporales». Rendir cuentas con el pasado también es respetar a sus antecesores, a quienes conscientemente incluye a lo largo del relato: desde H.G. Wells y 'La máquina del tiempo', hasta 'Matrix' o 'Terminator'. «Ha sido una novela terapéutica», revela Antón, a quien escribir ayuda a conciliar con los fantasmas del pasado. «Hay gente que pinta soldaditos, otros que coleccionan mariposas. Yo tengo dos terapias: echar un partidito de fútbol con amigos y escribir».
En esta novela trepidante, de estilo cinematográfico, el periodista plantea «una búsqueda de momentos felices» para su generación, que «ha nacido sin internet pero que ha podido acceder a él en su adolescencia». Durante la entrevista recuerda una frase que define el sentir de una generación atrapada entre crisis: «nuestros padres tenían miedo del pasado, porque mirar hacia atrás significaba volver a las guerras. Ahora con el cambio climático y las crisis, nuestra generación tiene miedo al futuro».
El libro es todo un acierto en un momento en el que las secuelas copan las parrillas y la cartelera de cine. «Nuestra generación echa de menos los años 2.000. Ahora las cadenas se pelean por emitir 'Friends' y el 'Grand Prix' es el programa más visto del fin de semana», ejemplifica. La fiebre del 'remake' señala una nostalgia que invade el espectro cultural, directa a un público que «rebobinaba con un boli Bic los 'casettes' y salía a jugar al parque a la pelota».
«Lo que pasa es que siempre miramos al pasado de manera selectiva», resume Antón, quien dedica un capítulo a mostrar que «el pasado no es siempre como lo habíamos idealizado». Y viceversa: «Cuando tenía 20 años pensaba que con 15 era un bandarra. Cuando tenía 25 pensaba que con 20 estaba perdiendo el tiempo. Cuando tenía 30 pensaba que con 25 era un idiota. Nos pasamos la vida pensando que antesdeayer éramos tontos».
La odisea de su primera novela se ha fraguado quitándole el tiempo de sus noches. «Tengo insomnio, supongo que por no tener la conciencia muy tranquila», sospecha, y se muestra satisfecho por la «buena acogida» que está teniendo la novela. Y parece que le ha picado el gusanillo; ya está preparando la siguiente.
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