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Guías en el desierto y enclaves rituales, el hallazgo de más de 300 figuras en Nazca arroja luz sobre su significado

Los geoglifos descubiertos con la ayuda de la inteligencia artificial apuntan a que tuvieron dos funciones principales, como marcadores de ruta y como puntos ceremoniales

Descubren cuatro nuevos geoglifos en el desierto de Nazca gracias a la inteligencia artificial

Un nuevo geoglifo descubierto en Nazca gracias a la IA EFE
Celia Fraile Gil

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Arqueólogos e investigadores han debatido durante años el propósito de las Líneas de Nazca. Se sabe que no fueron trazadas todas en un mismo momento, ni de la misma forma, ni con un solo propósito, pero una de las claves para dar con su interpretación definitiva es saber a ciencia cierta la distribución de todos los geoglifos y, en este punto, la inteligencia artificial (IA) ha permitido dar pasos de gigante.

Gracias a ella se acaban de descubrir, en apenas seis meses, 303 nuevas misteriosas líneas con más de 2.000 años de antigüedad. El descubrimiento de los 430 geoglifos que se conocían antes tardó casi un siglo. Los artífices de este método de 'deep learning' han sido los científicos de la Universidad Yamagata, liderados por Masato Sakai, e IBM Japón.

Sakai, que codirige junto al arqueólogo Jorge Olano el Programa de Investigación de las Líneas y Geoglifos de las Pampas de Nazca, lleva estudiando la zona desde 2004, cuando pudo disponer de imágenes por satélite. Olano se incorporó en 2010, fecha en la que se iniciaron los trabajos de campo, y en 2016, él y su equipo usaron fotografías aéreas de gran resolución del terreno para crear una investigación detallada. Fruto del análisis de esas imágenes han identificado cientos de nuevas líneas.

Redes neuronales

No obstante, el proceso de observación requiere mucho tiempo, por lo que, aliándose con IBM Japón, aplicaron la IA para agilizar el ritmo. Este aprendizaje profundo ('deep learning', en inglés) entrena redes neuronales que permiten a los ordenadores identificar automáticamente objetos a partir de fotografías, además de determinar su ubicación, tamaño y clasificación. Así se reduce el tiempo hasta que se consigue identificar una figura. Después, los arqueólogos acuden al lugar para confirmar o descartar las ubicaciones de geoglifos propuestos por la IA.

La zona investigada cubría inicialmente cerca del 9% de la pampa de Nazca, pero debido a sus buenos resultados, la ampliaron a su totalidad. «Como resultado, se han encontrado 1.309 candidatos que tienen una alta probabilidad de ser geoglifos. De todos ellos, hemos realizado estudios de campo en el 26%, que son los que presentamos ahora. En el futuro realizaremos prospecciones sobre el 74% restante», especifica Sakai, cuyas conclusiones se publican en 'PNAS', la revista de la National Academy of Sciences.

La tasa de descubrimiento de nuevos geoglifos figurativos de Nazca ha sido históricamente del orden de 1,5 años al año (desde la década de 1940 hasta la década de 2000). Tras las imágenes de alta resolución, pasó a 18,7 años al año desde 2004 hasta 2020. La incorporación de este 'deep learning' representa otra aceleración de 16 veces. «Por lo tanto, la IA puede estar a punto de marcar el comienzo de una revolución en los descubrimientos arqueológicos como la revolución que ha tenido la imagen aérea en el campo», subrayan los investigadores.

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AFP

Guías y peregrinación

Los geoglifos hallados pertenecen a dos tipos principales: figurativos en relieve y figurativos lineales. Los primeros suelen tener entre 3 y 20 metros y «representan principalmente motivos humanos o motivos de cosas modificadas por humanos, como animales domésticos y cabezas decapitadas (81,6%)», explica el estudio. Fueron realizados sobre las laderas de colinas y cerros, cerca de los senderos que cruzaban las pampas en la última etapa del periodo Formativo (400-200 a. C.). Son casi siempre fáciles de identificar desde una determinada distancia mientras se camina por el desierto, por lo que su presencia era conocida por los antiguos pobladores. Por ello este equipo piensa que fueron elaborados para ser vistos desde el camino y que funcionaban como marcadores de ruta.

Mientras, los geoglifos de tipo lineal fueron elaborados después de los de relieve y son considerablemente más grandes (superan los 50 metros). Ya no aparecen en las laderas, si no que pasan al terreno. Tampoco forman parte de los senderos, ya que suelen asociarse a la estructura de red que atravesaba las pampas. Los científicos apuntan que esta red fue diseñada principalmente como ruta de peregrinación para grupos del valle del río Ingenio hacia el Templo Cahuachi, centro ceremonial y epicentro de la cultura Nazca, y hacia la confluencia de dos ríos (Tierras Blancas y Aja). En ese punto se origina el río Nazca, y parece ser el equivalente de 'tinkuy', un concepto indígena quechua que significa un lugar social y sobrenaturalmente cargado donde convergen dos fuerzas opuestas.

Gran parte de las figuras halladas se concentra a la entrada y/o salida de esas rutas, por lo que los investigadores consideran muy probable que los Nazca llevaran a cabo rituales allí. Ya han encontrado restos que apuntan a una destrucción deliberada de cerámica y romper objetos en los enclaves donde se llevaban a cabo ceremonias es una práctica común en las antiguas religiones andinas. «Se produce generalmente como evento de ofrenda -prosiguió Olano-. Se trata de objetos usados en el ritual y, por lo tanto, objetos que de alguna manera sirvieron como vehículo de contacto entre los hombres y el mundo sobrenatural. Romper y dejar las vasijas en el lugar donde se realizó la ceremonia puede ser un acto simbólico de sacrificio». Dado que el 64% de estos geoglifos representa animales salvajes, «es probable que se hayan realizado actividades ceremoniales relacionadas con ellos durante las peregrinaciones», indica la investigación.

Una muestra más de que la distribución de las figuras es una pieza clave en su significado. A ella acaba de sumar este equipo de investigación otra más: su combinación. «Este trabajo no ha hecho más que empezar», corrobora el científico japonés. Junto a su equipo acaban de incorporar el láser Lidar con el fin de «examinar cómo la gente de la época veía los geoglifos en relieve desde los senderos».

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