Warhol totalmente expuesto

ENSAYO

'Warhol: la vida como arte'

• Autor Blake Gopnik
• Editorial Taurus
• Año 2023
• Páginas 1088
• Precio 39,90 euros

O los «filosóficos» manuales/ensayo, la novela «registrada por la grabadora Sony, mi esposa» y sus cuasi magníficos y robóticos ‘Diarios’ (recientemente en Netflix): todos firmados por el propio artista siempre con una ayudita de alguien a su servicio y bajo sus órdenes. Pero, seguro, lo de Gopnik es lo más exhaustivo y que posiblemente deje exhausto a todo aquel que no sea fan. En cualquier caso, se es fan de Warhol o se sigue de largo.

Está claro que Gopnik —crítico de arte en ‘The Washington Post’— cree mucho en Warhol y se arrodilla ante él. Y no duda en afirmar que «ha superado con creces a Picasso como el artista más grande del siglo XX y alcanzado las cumbres de Miguel Ángel y Rembrandt».

Tiene aquí el colosal mérito de reagrupar tanta información dispersa y ofrecer lo más parecido a un retrato reposado de un artista que nunca dejó de moverse por todas partes (‘The Factory’ y el MoMA, penthouses y el Max’s Kansas City, Studio-54 y el Vaticano) conociendo/abduciendo a todos pero sin por eso devaluar su propio misterio.

Esa vida/obra que cada vez cotiza mejor cuando es subastada en piezas sueltas y ese espectro que puede parecer indistintamente en ‘Men in Black 3’, propaganda de Burger King durante la Super Bowl, temporada de ‘American Horror Story’ o —tóxico y contagioso— en las bobadas de sus demasiados epígonos que plagian sin gracia a quien robó con maestría. Así, Gopnik ata cabos sueltos y reflexiona con inteligencia en lo que hace a sus esforzados inicios, calculado ascenso y «mutación» existencial-estética luego de que Valerie Solanas casi rematase a su icono pop con varios ‘bangs.’ Y, a la vez, seduce y susurra nueva información en lo que hace a su faceta de astuto estratega sexual o a su religiosidad tan devota como ‘sui generis’.

Y, claro, por encima de todo está todo lo que Warhol hizo y rehizo insistiendo en que «No quiero acercarme mucho a nada o a nadie. No me gusta tocar las cosas. Por eso mi obra está tan distante de mí mismo. Preferiría ser un misterio. Ser una superficie». Este Warhol de Gopnik, entonces, como el más profundo descenso a la más abismal de las superficies: un viaje al fondo de la forma. Hondo exterior en el que se adentra Gopnik —con prosa funcional pero a menudo desorientadora en lo que, supone, su lector ya debe saber/identificar— y al que dedicó ocho años de trabajo, entrevistas con «más de 260 amantes, amigos, colegas y conocidos» (el indispensable índice de fuentes de 741 páginas se descarga, en inglés, aquí: https://www.harpercollins.com/pages/warhol/) y la consulta de unos 100.000 documentos con apoyo incondicional del Andy Warhol Museum de Pittsburgh.

Leído y contemplado en retrospectiva, ‘Warhol’ es la exploración de magistral enigma irresoluto que sin embargo resuelve y anticipa con formidable inteligencia y astucia todos los misterios tontos de nuestro cada vez más obvio y exhibicionista presente. Un paisaje que Warhol —sabio ‘savant’ y mentiroso compulsivo bajo una misma peluca plateada—maquinó y abandonó justo cuando la vulgar realidad comenzaba a parecerse demasiado a su singular imaginación.

Warhol, sí, como producto perfecto pero con ingrediente secreto. Warhol como la Coca-Cola.