Arte
The Ryder, de Herald Street a Lavapiés
arco 2024
Desde sus comienzos en Londres hasta el establecimiento de su propia galería, Patricia Lara ha tejido una narrativa única en la que la experimentación y los debates contemporáneos se entrelazan
«Opening»: Los jóvenes artistas se hacen hueco en un mundo de gigantes

Patricia Lara emerge como una de las figuras clave en el panorama del arte en España. En esta entrevista, explora los orígenes y la evolución de su carrera, así como la identidad de su galería.
–¿Cómo fueron los comienzos de su carrera en Londres?
–Yo fui a Londres a estudiar. Vivía al este, cerca de una calle muy conocida en el mundo del arte llamada Herald Street. Solía ir a visitar sus galerías y en mis paseos vi un garaje en esa misma calle. Planteé la posibilidad de alquilarlo y me dejaron un precio muy bajo que es lo que lo permitió todo. Así que con 26 años, sin entender muy bien lo que estaba haciendo, me tiré a la piscina.
–¿Y cómo funcionaba esa primera galería?
–Pues como te digo, era un garaje de 50 metros cuadrados, nada que ver con el espacio que tenemos ahora en Madrid. Empezó como una plataforma experimental en ambos sentidos. Por un lado, ofrecía a los artistas la posibilidad de experimentar con el espacio, y por otro me permitió a mí adentrarme en este mundo. De una forma orgánica, al cabo de unos meses vi que algo que se repetía en el programa expositivo era lo performativo y la atención al cuerpo, lo que acabó convirtiéndose en una seña de identidad de la galería.
–Hábleme sobre esa identidad de la firma.
–Supongo que es particular cuanto menos. A veces puedo parecer más un museo que una galería porque presentamos cosas que no son de fácil adquisición pero estimulantes en cuanto a los temas que abordan. Me interesa eso: artistas que hablen del aquí y del ahora. El arte cumple, en mi opinión, esa tarea de espejo de la sociedad y, por lo tanto, me interesan las prácticas artísticas que abordan debates contemporáneos que empaticen con la cotidianidad del que visita The Ryder.
–¿Cómo cambió la galería cuando decidió trasladarla a Madrid?
–El salto a España supuso un cambio importante dentro del funcionamiento de la galería. Una cosa que nos diferencia de otras es que contratamos permanentemente a un comisario, Rafael Barber que trabajó en La Casa Encendida y CentroCentro. Tengo la suerte de contar con su mirada y, como decía mi abuelo: «Para llegar al éxito hay que juntarse con la gente que hace lo que tú haces, pero mejor». Ahí está Rafa en la parte curatorial. Eso me permite a mí estar centrada en la parte estratégica.
–Ahora mismo, ¿a cuántos artistas representan y qué les depara el año?
–Hablamos de 11 artistas representados. En la galería hay seis exposiciones anuales entre individuales y diálogos comisariados. En febrero hemos participado la semana pasada en México en la feria Material con una artista chilena, Patricia Domínguez. En ARCO, en marzo presentaremos una colectiva de artistas de la galería y, como nueva incorporación, a Suzanne Treister. Llevamos una obra suya, de las más importantes, a la feria y luego le dedicaremos una individual en septiembre.



–¿Cuál diría que es el hilo conductor de los artistas a los que representa?
–Pues se podría decir que son dos cosas. Primero, esa alusión al mundo en el que vivimos y su cuestionamiento. Que te hagan reflexionar sobre la sociedad. Como segunda peculiaridad apuntaría que también suelen ser prácticas interdisciplinares, es decir, que son autores que pueden trabajar en varios formatos. Desde un cuadro a un vídeo o una performance. No es que todos ellos toquen todos los palos, pero sí es un rasgo común de los creadores que represento, que ha aparecido de un modo orgánico. Vivimos en un mundo plagado de múltiples canales de comunicación, hay una multiplicidad de materiales increíble: hoy, el artista tiene tantas opciones que tiene sentido que se exprese con esa diversidad en el trabajo.
–En esta era de las redes en la que parece que todo el mundo puede darse a conocer por su cuenta, ¿cómo defiende el papel del galerista como intermediario entre el artista y el público?
–La gente es que piensa que tener una galería es tener unos artistas, exponerlos, venderlos y ya está, y no. La labor de representación y lo que ello significa es tratar de acompañarlos en el desarrollo de sus carreras y asistirlos en todo lo posible. A nivel de producción, si ellos no tienen los medios, tratar de proveerles con ellos. También estás en contacto constante con instituciones, gente de prensa, comisarios independientes, con cualquiera que sepas que va a poder promover a tus artistas fuera.
Además, las galerías somos redes de contactos, muchas veces se ha dado que nuestros artistas han expuesto en galerías que hemos conocido en ferias y que creemos que tienen un programa interesante y que pueden ayudar en la visibilidad de los mismos. Esa parte de no ser celoso con tus creadores, que muchas galerías lo son, creo que es crucial. Obviamente hay que mantener unos límites y un código de reglas, pero yo trato de fomentar muchísimo que los autores con los que trabajamos expongan con otras galerías fuera, porque eso también es interesante.
–¿Puede adelantarnos algo de cara a ARCO 2024?
–A parte de la obra de Suzanne, llevamos a un artista con el que hemos trabajando desde que empecé que se llama Andrea Galvani, muy conocido por una serie de trabajos que son unas fotografías de unos cazas rompiendo la barrera del sonido. Esta serie la he movido desde sus inicios y ahora tengo la suerte de contar con la última edición disponible de este trabajo, ya en gran formato. La que vamos a presentar nosotros es de tres metros de largo. Es una foto analógica que se puede ver hasta el casco del piloto y que además forma parte de un proyecto muy interesante a nivel conceptual que se titula 'Llevando una pepita de oro a la velocidad del sonido'.
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