contacto en buenos aires
La promesa de Pérez-Reverte
Hace unos días, en el lujoso 'Blacklladolid', Arturo confesó no saber muy bien qué hacía él en un festival de novela criminal, como no fuera acompañarme
Hace treinta años, en la Recova de Buenos Aires, Arturo me confesó su propósito: romper el axioma según el cual solo los anglosajones podían practicar con arte, eficacia y autoridad las diversas formas literarias de la épica y el misterio. Se trataba de una ... idea simple pero osada: los mandarines de la época invisibilizaban desde las universidades y los suplementos culturales a quienes se atrevían a salirse de su cartografía, principalmente bajo el camelo de que la «novela popular noble» estaría siempre atada a convenciones y a clisés. Aquel gesto a contracorriente de Pérez-Reverte, que no hubiera disgustado a Borges -entusiasta impulsor del relato de enigmas y peripecias- era entonces realmente vanguardista, aunque nadie se lo reconocería. Todavía siguen los prejuicios: Bob Dylan puede ganar el Nobel; ni Chandler ni Highsmith ni Simenon lo lograron.
De todas maneras, la misión que se había trazado Reverte hace tres décadas podría haber quedado en una mueca vacía, si no fuera porque sus novelas resultaron un éxito arrasador, lo llevaron a la Real Academia Española y lo transformaron en un autor celebrado por la crítica internacional. Abrió el camino: muchos otros lo siguieron y el panorama en español se modificó de forma contundente; con obras buenas, malas, peores y geniales, tal como sucede con cualquier clase de literatura. Hace unos días, en el lujoso 'Blacklladolid', que orientan Dolores Redondo y César Pérez Gellida, Arturo confesó no saber muy bien qué hacía él en un festival de novela criminal, como no fuera acompañarme ese sábado determinado y ante ese auditorio entusiasta.
Me vi obligado entonces a señalarle que sin dejar de ser el mayor narrador de aventuras de la historia iberoamericana nunca podría desligarse de ser también un escritor policial secreto. 'El maestro de esgrima' es un 'thriller' con espada, 'La tabla de Flandes' es una novela de enigma, Lucas Corso y el padre Quart de 'El club Dumas' y 'La piel del tambor' son dos investigadores de serie; incluso 'La carta esférica', que se presenta como homenaje y modernización de las viejas búsquedas del tesoro, está cruzada por la prosa de Dashiell Hammett. La mitad de las siete entregas de Alatriste son narraciones de batallas, pero la otra mitad está cargada de complots, encargos y suspenso.
El siniestro policía de 'El asedio' persigue un asesino serial y nos recuerda a los sheriffs luctuosos de Jim Thompson, el protagonista de 'El tango de la guardia vieja' es el clásico ladrón de guante blanco, Alejandra Varela de 'El francotirador paciente' es una cazadora urbana, 'Falcó' es un espía -el relato de espionaje es primo hermano de la novela negra-, y 'Los perros duros no bailan' es una fábula paródica de las 'detective stories' con un dramático final de gladiadores romanos.
De igual modo, sus vívidos relatos de guerra nunca dejan de inscribirse en aquel cinematográfico género bélico, ni el western clandestino es ajeno a 'Sidi' y a 'Revolución', que parecen inspiradas en Aldrich, Ford y tal vez Peckinpah, pero que denotan una nueva e intensa maestría en los diálogos, producto de las actuales lecturas de Elmore Leonard y de otros maestros del género «negro». Un toque mágico que aprendió y que todavía no tenía en aquella remota Recova de Buenos Aires donde me hizo una ambiciosa promesa que felizmente cumplió.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete