Crítica de:
'Hombre caído', de Fernando Aramburu: sorpresas domésticas
narrativa
En este volumen de relatos del autor de 'Patria', vemos de nuevo cómo en su forma de armar los conflictos casi siempre hay una cuestión moral de fondo
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Con cierta regularidad, a cada publicación de dos o tres novelas, género por el que la literatura de Fernando Aramburu es más conocida y celebrada, le sigue un libro de cuentos. El más conocido y con razón aplaudido llevó por título 'Los peces de ... la amargura' en el que anticipó lo contado sobre la tragedia de ETA, tal como fue sufrida en pueblos y familias, lo que daría paso a 'Patria' la novela que lo encumbró.
Hay antes un libro de cuentos magnifico, titulado 'El vigilante del fiordo', que, por cierto, contenía un cuento titulado 'Chavales con gorra', que quizá sea el mejor suyo sobre el terrorismo de ETA.
RELATOS
'Hombre caído'

- Autor Fernando Aramburu
- Editorial Tusquets
- Año 2025
- Páginas 284
- Precio 20,90 euros
Pero ese libro de 2011 trataba de otros asuntos, y variada temática, donde sobresalía el cuento que daba título al volumen. También este volumen se titula como el cuento que lo cierra, 'Hombre caído', en el que relata como quien no quiere la cosa la profundidad que puede alcanzar el odio, bien sea entre dos hermanos, bien sea el institucional por la prescripción de no ayudar a un viejo hombre caído en la acera, sin que se sepa de donde viene tal orden, aunque los episodios históricos de señalamiento colectivo que el lector allega de su memoria pueden ayudarle a comprender el sentido profundo de la historia.
En el estilo de Aramburu como escritor de cuentos suele darse esta doblez: tras la apariencia de una situación amable, muchas veces doméstica, intrascendente, se halla agazapada alguna forma de crueldad o de egoísmo. Siempre en ambientes de apariencia apacible, alguna vez con matrimonios que parecen llevarse muy bien. Esa atmósfera de chalet adosado, de vida burguesa, con parejas estables, ha propiciado en este libro tres o cuatro cuentos memorables. Por diferentes motivos.
Alguna vez, como ocurre en el cuento 'Culo subido' es el humor, que llega a ser hilarante por la situación creada ante la manía de la mujer, en trance de ir a dar conferencia, de tener el culo subido (sin que acierte el lector a saber nunca que cosa sea ese defecto). Las reacciones del marido, y sus comentarios, hacen que no deje el lector de sonreír en toda la historia, hasta llegar en algún momento a la carcajada.
Tras la apariencia de una situación amable, intrascendente, se agazapa crueldad o egoísmo
En ambientes así, de vecinos bien avenidos, puede surgir una historia dramática como la del cuento más largo del conjunto, el titulado 'Klaus', en que se va pautando el detalle de una relación entre dos matrimonios de chalets colindantes una vez se llega a saber la enfermedad del protagonista que da titulo al cuento. La morosidad con que es contada la historia es elocuente y adecuada al fondo mezquino que termina revelando.
Algún relato como otro de los que me parecen más logrados, el titulado 'Última noche de pobres', tiene un final directamente sarcástico. No siempre la situación trágica se deduce de un argumento de intriga, otras veces el dolor extremo de la protagonista de 'Fotos de ardillas' alcanza a explicar, desde signos elididos, el desenlace no previsto. Le va bastante mejor a Aramburu meter la retina en la cotidianidad de las relaciones matrimoniales o de padres e hijos que cuando el desenlace obliga a desencadenar un resultado fantástico, que resuelve, a mi juicio, con menos tino.
Irresolubles dilemas
Ocurre tanto en el cuento 'Mal de manos' como en 'La tercera mano', en que no llega a resolverse bien el desarrollo y final de la historia. Y eso que Aramburu es muy hábil en la construcción de tramas que plantean irresolubles dilemas, como narra el cuento titulado precisamente 'Dilema'. En su forma de armar los conflictos casi siempre hay una cuestión moral de fondo, que enfrenta a sus personajes con caras ocultas sobre ellos mismos, que su apariencia no parecía prever.
Otra condición excelente no puede dejar de señalarse: amuebla cada trama con una aparente sencillez narrativa que te hace disfrutarla como si leyeras cómodamente en casa una historia completamente amable un poco antes del desasosiego.
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