ARQUITECTURA
CaixaFórum Valencia: Paisaje dentro de un edificio
Una intervención de Ruiz-Geli en el Ágora de la Ciutat de les Arts i les Ciències de Valencia ha dado pie a un nuevo CaixaFórum

Quizás haya un eco 'carrolliano' en esta afirmación sobre «sueños dentro de sueños» que Enric Ruiz-Geli plantea respecto a su reciente proyecto para el centro cultural que 'la Caixa' ha situado en el interior del edificio Ágora de la Ciutat de les Arts i les Ciències de Valencia ... , obra original de Santiago Calatrava: «Al comienzo de este proyecto, teníamos muy clara la idea de ser un sueño dentro de un sueño, que estaba a su vez dentro de un sueño. El sueño de la ciudadanía es el de Valencia, es el sueño de la Ciutat de les Arts, y es también un sueño de arte contemporáneo».
No obstante (y a riesgo de literalizar demasiado un intento de envolver de cierta retórica poética el proyecto), si lo hay, lo que ignora es que en ese pasaje de 'A través del espejo' donde Tararí y Tarará le dicen a Alicia que, aunque ella cree existir, solamente es algo que está dentro de un sueño que el rey está teniendo y que, tan pronto este despierte, ella (y su conciencia de existir, su propio sueño de estar existiendo) desaparecerán. Es decir, se olvida de la volatilidad que puede tener esa clase de materia o, quizá, el cuidado con el que es preciso nombrar la palabra para evitar hacerla caer en la fatuidad.
El «visionario tecnológico de la arquitectura»
El presente se sueña hoy dentro de muchas de esas palabras y conceptos sobre los que se apoya este proyecto de Cloud 9, el estudio a cuyo frente está Ruiz-Geli, y que son los que han caracterizado todos los que ha venido desarrollando a lo largo de gran parte de su carrera como autoerigido «visionario tecnológico de la arquitectura».
La afirmación de haber desarrollado un proyecto de «sostenibilidad radical» se imbrica aquí además con la idea de haber creado un paisaje mediante células y organismos vivos, y que la arquitectura surgirá de la vida que esos elementos, así como de la actividad que se genere en ellos. «Era necesario activar este espacio a través de una sostenibilidad radical. Para ello, es necesario mezclar el mundo de la tradición y la innovación. Toda esa mezcla de gente, de arte y de innovación produce esa pulsación, esa vida que necesita el arte contemporáneo. Hemos creado esta plataforma, este paisaje, para que pueda tener lugar esa celebración. Ahora hay que esperar a verlo funcionar, porque sólo entonces habrá arquitectura», plantea.

CaixaFórum Valencia reivindica desde esos mismos términos de hibridación entre tradición y vanguardia la elección de la Ciutat de les Arts i les Ciències como óptimo emplazamiento: «Lo que antes era el cauce del Turia se ha convertido en un polo de innovación y conocimiento en el que no faltan reminiscencias del pasado agrícola de la zona», una descripción que no deja de sonar una especie de urgente puesta al día con los postulados ideológicos más correctos del momento, que ensalzan hoy la mirada a un pasado rural que antes avergonzaba y que hoy sigue seguramente sin ser entendido en su verdadera realidad.
Se genera así el argumento para dar razón de ser a este «paisaje de espacios interconectados en un ecosistema protector» que ocupa una superficie de 10.000 m2 , en el que destacan un gran ámbito familiar y educativo al que se ha llamado 'La Nube', dos salas de exposiciones, un auditorio con aforo para 300 personas, una librería y un restaurante.
Un diálogo disruptivo
A nivel conceptual, es esa idea de la creación de un paisaje como forma («sostenible») de evitar «hacer un edificio dentro de otro edificio» y de poder crear un «diálogo disruptivo con el edificio de Calatrava» lo más interesante de una propuesta que, por lo demás, repite los mismos tics que en otras ocasiones han hecho fallar la arquitectura de Ruiz-Geli y que, tal vez, tampoco la colaboración de expertos de distintas disciplinas (incluyendo a artistas como Frederic Amat), dándole carácter de «proyecto de inteligencia colectiva», hace fuerte.
Contemplando las formas de los elementos que forman este paisaje se comprende que hay una cualidad que debe reconocérsele a este arquitecto, y quizá sea su perseverancia en una misma idea desde finales de los 90. Esa obsesión por lo biomórfico, que ya había tratado de concretar en la fallida Villa Nurbs o el proyecto para el complejo de El Bulli de Ferran Adrià. Por eso muchas de esas ideas se reconocen claramente en este paisaje situado dentro del edificio de Calatrava, siendo el complemento perfecto para esa gran «ballena vacía», como Ruiz-Geli lo ha definido.

Las metáforas recurrentes y la inane perorata sobre la sostenibilidad hacen que esta propuesta de Cloud 9 resulte anacrónica, pese a estar recién inaugurada y adherida al mensaje y dirección de los tiempos. La realidad decepciona cuando se contrasta con la imagen de tecnología avanzada que muestran los gráficos digitales, creando más bien la sensación de hallarnos en un parque de atracciones, en una escenografía lúdica, con cierto regusto feísta; quizá, lamentablemente, confirma que el lugar donde desembocaban muchas de esas especulaciones empeñadas en ser audaces era un inofensivo espacio para el entretenimiento. Un sueño fatuo.
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