LA DORADA TRIBU
Lucía Bosé, joven diosa, abuela azul
«Hizo cine con Fellini, o Buñuel, y se casó y se descasó con Luis Miguel Dominguín, la torería entre toreros. Ahora se cumplen cinco años de su muerte»

Las generaciones últimas, o penúltimas, ni se imaginan qué emocionante lámina de esbelto esplendor fue una milanesa, de nombre Lucía Bosé, que hizo cine con Fellini, o Buñuel, y se casó y se descasó con Luis Miguel Dominguín, la torería entre toreros. Ahora ... se cumplen cinco años de su muerte, cuando estaba cerca de cumplir los noventa años. De modo que llegó a mantener una juventud de muchísima edad, pero un día remoto fue directamente el resplandor con ojos lánguidos. Parecía entonces lo que era, un soberbio ejemplar de la belleza italiana a contracorriente, con más línea que bulto, con más misterio que aspaviento, con más perfil que opulencia.
Fue Sofía Loren, pero al revés. La descubrió Luchino Visconti, cuando Lucía tenía dieciséis años y era la belleza misma tras el mostrador de una pastelería, donde trabajaba. A España llegó por solicitud de Juan Antonio Bardem, para hacer 'Muerte de un ciclista'. Hizo la película y cambió de vida, porque en este viaje de oficio conoció a Luis Miguel Dominguín, por quien dejó la alegre vida de artista, y tuvo tres hijos. Se casaron en marzo de 1955. El acontecimiento fue en Las Vegas, pero repitieron el vínculo en Madrid, por la Iglesia, el 19 de octubre de ese mismo año, porque el rito previo se entendía frívolo y estéril en la España de entonces. Aquello se cumplió en la finca del matador, 'Villa Paz', en el término conquense de Saelices. Se separaron en el 1968.

Mujer y mito
«Fue bella entre las más bellas del universo, se tituló Miss Italia y cumplió de musa del neorrealismo»
Lucía hablaba en italiano a Luis Miguel, y según ella así nació la pasión: «Porque no nos entendíamos. Cuando empezamos a comprender quién era él, y quién era yo, empezó la crisis». No pocas veces, Lucía aludía a su marido como «el torero», con acentuación larga de ironía, con dulce malicia medio encendida, avalando así que el traje de luces también lo llevaba, sin llevarlo, para lidiar en los cócteles de hermosas. Daba Dominguín la vuelta al ruedo también en la suite de los hoteles, aunque Dominguín no toca en este sábado dorado.
Ha metido Lucía muchas vidas en la misma vida, la de esposa insólita, la de separada hostil, la de actriz que va o viene, la de diosa que dimite, la de madre y musa de una tribu de artistas que incluye a Miguel Bosé, o a Dora Postigo, hija de la emocionante Bimba. De modo que ha sido una actriz guadiana. Fue bella entre las más bellas del universo, se tituló Miss Italia, cumplió de musa del neorrealismo, y finalmente se quiso una abuela azul que anida en un pueblo segoviano, Brieva, con lo que podríamos decir que no fue abuela nunca. De vez en cuando salía, para alguna entrevista o para algún viaje, pero por lo general logró vida de diosa huida, bajo el tirón de una elegancia del hipismo, o un hipismo de la elegancia.
Hablamos de una estrella internacional que se retiró pronto, pero no, o no tanto, porque a veces salía de su retiro, ya digo, para presentar un libro o su propia biografía, o bien para exponer cerámicas que ella pintaba con alta imaginación. Ha escrito un libro de versos, poemas de Somosaguas, y fundó el primer Museo de Angeles del mundo, en la localidad de Turégano, en Segovia. A mí me regaló un día un plato como un escudo de platas pintadas, un plato barroco de gallos de fuego. Ha tenido tres hijos prósperos y populares, Miguel, Paola y Lucía. Es raro encontrar fotos de la familia en pleno, que antes hace coro nutrido, y suficiente, en un desfile de moda que en un cumpleaños o en un casorio. Ha sido madre de todos ellos, para lo público, cuando ella ha querido. Fue la italiana de aquí. Una famosa según el día.
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